jueves, 13 de noviembre de 2008

Pucha, el experimento "salió mal".

En el marco de la investigación en la cual participo, días pasados realizamos un experimento de asfixia perinatal en el cual ninguno de los fetos de una rata que fueron sometidos a la asfixia -según un protocolo muchas veces probado en la bibliografía sobre el tema- sobrevivió, por lo cual fue obviamente imposible extraer de ellos ninguna muestra que nos permitiera medir algún parámetro de daño tisular en respuesta a la hipoxia. Todos nos lamentamos de que el experimento haya "salido mal", sobre todo teniendo en cuenta el costo de cada rata y el gasto y el trabajo que insume su manutención. Entrecomillo "salir mal" adrede, para reflexionar sobre esta idea. Esa conclusión:"el experimento salió mal", parte de la tácita admisión de que esos resultados deben ir directamente al descarte o al olvido, como si nunca hubieran sido hechos. ¿Y por qué deben descartarse? Porque no son publicables. ¿Quién publicaría que, siguiendo al pie de la letra un protocolo probado y publicado no se obtiene el material para el estudio que supuestamente debería obtenerse? Entonces, ¿por qué no son publicables? ¿Porque dan un resultado negativo? Si reflexionamos honestamente veremos que más bien descartamos aquellos resultados que son inesperados, sean "positivos" o "negativos" (descartaríamos tanto un control positivo de un ensayo que diera negativo como un control negativo que diera positivo) . Y estos resultados inesperados, ¿son inesperados respecto a qué? Y... inesperados respecto a datos que ya fueron publicados antes. ¿No le parece, lector, que la ciencia, de esta manera, está en un callejón sin salida (o , para no dramatizar tanto, en un camino muy estrecho)?.
En definitiva, ¿no habría que considerar también los resultados malos? ¿no son tan resultados como los otros? ¿Por qué todo lo publicado está bien sin discusión y lo que hacemos nosotros en la intimidad de nuestros laboratorios la mayoría de las veces está mal y no es publicable? ¿Tenemos que hacer de cuenta que los chorreados en los geles y los animales que se mueren inesperadamente son todos sucesos que nunca ocurrieron, que a la ciencia no le importan? ¿No estaremos perdiendo valiosa información? ¿No estaremos leyendo "papers" demasiado preparados, donde se publica lo que "se vé lindo" mientras el resto ni se menciona o se menciona al pasar como "data not shown"? Dejo aquí porque me estoy poniendo demasiado subversiva y eso es peligroso.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La muerte no es un accidente

Hay un filósofo de cuyo nombre no quiero acordarme que dice que hay diez causas de la muerte. Evitándolas se lograría vivir eternamente. Esa idea ridícula, que también se nos presenta en las publicidades médicas, queda desmentida por el hecho de que somos criaturas en devenir, y por lo tanto, destinadas a la extinción individual. Cuando una persona muere de un paro cardiorrespiratorio después de una larga enfermedad no es que el corazón le falla, y que eso podría haberse evitado. El corazón es el órgano que decide sobre nuestra vida y sobre nuestra muerte biológicas. Cuando el deterioro es grande, el ser viviente simplemente se deja morir. Si lo obligan a alimentarse por la fuerza, el corazón se detiene en seco y dice "basta". ¿Cómo y por qué? es un misterio. No podemos explicar esto por causas mecánicas. Los médicos saben cuándo una persona tiene "pronóstico reservado", porque está "entregada". Eso no se les enseña en la facultad de Medicina. Lo saben por experiencia, como saben que un placebo a veces produce la sanación espontánea de un número significativo de personas (basta consultar las estadísticas que se utilizan en la prueba de nuevos medicamentos).
Supongamos, de todos modos, que pudiéramos vivir eternamente. Debríamos evitar reproducirnos o colapsarían los recursos ya escasos para nuestra supervivencia (lo de conquistar otros planetas en un futuro lejano, está ahí, "en un futuro lejano", y es como cuando le dicen a uno "venga mañana", uno va al otro día y le dicen "¿no le dije que venga mañana?").
Copyrignht Daniel Omar Sstchigel. Derechos reservados.

martes, 4 de noviembre de 2008

Un desierto en la genética

He vuelto al blog después de una dolorosa experiencia de vida. Y vuelvo desde la desolación para hablarles de los desiertos genéticos. ¿Qué son los desiertos genéticos? Sencillamente, constituyen una forma que tienen los genes de expresarse que es muy diferente de todas las otras formas conocidas. Dicho de otra manera, son el golpe de gracia que necesitaba el antiguo dogma de la rígida estructura de un gen para caer.
Explico. Ya sabrán los seguidores del blog que en estas lides moleculares la estructura y la función de las moléculas son inseparables. El gen, que es un fragmento de ADN que tiene información para fabricar proteínas, no es la excepción. Sus dos clásicas "partes" -según la visión dogmática- son el promotor y la región codificante.
El promotor es el sitio donde se une toda la maquinaria proteica que hace la copia de la región codificante en una única dirección (proceso denominado transcripción), lo cual a su vez es un paso intermedio hacia la síntesis de una proteína (proceso de traducción), con lo que concluiría la "expresión" del gen.
Supuestamente, para ser funcional (o sea, para poder dar inicio a la transcripción) el promotor debe poseer ciertas secuencias determinadas (secuencias "consenso") en posiciones fijas de su estructura y orientadas de una diversa manera. Además, el promotor debe terminar exactamente en el sitio preciso en el cual comienza la transcripción.
Este "dogma" viene siendo golpeado por numerosas evidencias: genes que codifican varias proteínas distintas en la misma región codificante (a veces por ser "leída" a partir de marcos de lectura diferentes), muchas secuencias "consenso" que no aparecen en gran cantidad de promotores o que difieren en su secuencia, promotores que permiten transcripciones en ambas direcciones, etc. Y ahora, lo que faltaba: ¡ausencia de cualquier promotor reconocible y presencia, a pesar de todo, de transcripción! Y es más, esa transcripción ¡puede empezar desde diversos sitios!
Y a estos "promotores no promotores" -permítaseme el contrasentido- se les llamó "desiertos ATG". Y vale la imagen del desierto y la desolación si tenemos en cuenta que este descubrimiento nos ha dejado, definitivamente, sin nuestros esquemáticos y organizados "genes". Los genes ya no son lo que eran...
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.