sábado, 27 de diciembre de 2008

Ambigüedades molestas

¿Qué daríamos los biólogos que además de investigar damos clases para que todos los conocimientos que transmitimos sean claros, precisos y que carezcan de toda ambigüedad? Lamentablemente, con el tiempo nuestro saber se vuelve cada vez más impreciso y hasta en ocasiones ambiguo.
Vale mencionar en este sentido el papel de la otrora enzima estrella de la biología molecular, aquella que prometía en sus tiempos ser la clave de la transformación tumoral y a la vez del envejecimiento celular: la telomerasa.
Sabemos que la telomerasa alarga los telómeros de cromosomas eucariotas, impidiendo el acortamiento de los mismos que en condiciones normales acompaña el envejecimiento (senenscencia) de una línea celular. Tiempo atrás parecía claro que esta enzima sólo estaba activa en células inmortales, como las de organismos unicelulares eucariotas (protozoos, algas), células embrionarias cuasi inmortales (ya que están llamadas a dividirse muchísimas veces durante el desarrollo) y, por supuesto, se agregaba naturalmente a esta lista a las células tumorales, patológicamente inmortalizadas. Por lo tanto, una célula normal del cuerpo de un individuo multicelular se mantenía saludable -claro que envejeciendo progresivamente de división en división celular- en tanto y en cuanto no se activara por accidente su temida telomerasa. Llegado un número máximo de divisiones celulares, esta célula moría por apoptosis. De lo contrario, si durante sus divisiones normales hacía su aparición la telomerasa, la célula originaba un tumor.
Sin embargo, las excepciones y contradicciones a este simple esquema se fueron acumulando y hoy puedo desafiar a quien pueda explicar la función de la telomerasa con claridad..
Resulta que, aparentemente, la activación de la telomerasa puede provocar dos efectos absolutamente contrarios, dependiendo del momento en que se active. Cuando se produce transformación celular es cuando la telomerasa se activa después de llegada la senescencia celular (lo que significa que, debido al acortamiento del cromosoma, se ha perdido ya la proteccion de sus extremos), o sea después de que se acumularon muchas mutaciones (lo que técnicamente se llama inestabilidad genómica), porque eso inmortaliza una célula ya muy dañada. Pero si la telomerasa se activa justo antes de la senescencia, impide que se lleguen a desproteger del todo los telómeros y que se arribe a la inestabilidad genómica y por lo tanto también evita la transformación cancerígena.
Así que la telomerasa no es buena ni es mala en sí misma.
Si vamos al caso, también hay enzimas de polimerización de ADN que causan mutaciones y a la vez reparan errores de secuencia.
Y hay lisosomas que degradan materiales extraños potencialmente dañinos y también organelas propias que en muchos casos parecen estar en perfecto estado.
¿Son ambigüedades molestas? Sólo si anhelamos un discurso claro y tranquilizador.
Copyright Mirta Elena Grimaldi. Derechos reservados.

Regulación sin límites

Alguna vez nos han enseñado que la célula eucariota significaba un gran avance evolutivo frente a la célula bacteriana y nos han hecho creer que tal avance consistía básicamente en la aparición de compartimentalización. Para que lo entendamos, alguna profesora ha apelado a una comparación arriesgada pero efectiva: la bacteria es un loft, todo debe hacerse en un único ambiente; en cambio la célula eucariota, con sus organelas delimitadas por membrana es un departamento hecho y derecho, donde se dispone de una habitación para cada actividad. ¿Quién dudaría que mejoramos nuestro nivel de vida cuando pasamos de un loft a un departamento de cinco ambientes?
Sin embargo, las comparaciones "humanizadas", por más aclaratorias que parezcan muchas veces confunden, y creo que éste es el caso. ¿Por qué lo digo? Porque hoy sabemos que no hace falta la compartimentalizacion para confinar procesos.
En el nucleo existen áreas que a pesar de no estar delimitadas por membrana, poseen alta especificidad funcional, como por ejemplo el nucleolo. En el nucléolo tiene lugar la síntesis de ARN ribosomal y el armado de los ribosomas, procesos que no ocurren en las proximidades del nucléolo ni más alla en ningún otro rincón del núcleo.
Además, la presunción de que los telómeros (extremos pegajosos de los cromosomas) escapaban de ser "pegoteados" unos con otros por la maquinaria de reparación del ADN. por medio de la formación de una estructura cerrada al entorno, una especie de "asa telomérica", parece ser errónea, ya que muchas proteínas especializadas en reparación de ADN pueden aparecer asociadas normalmente con el ADN telomérico, sin que se produzca el tan temido "pegoteo" entre ellos. Así que no es la separación o delimitación con una barrera física lo que determina que cada proceso ocurra donde debe ocurrir y sobre la molécula que debe ocurrir y no sobre otros sustratos ni en otro lugar. Dicho de otra forma, el tener "paredes" internas no mejora de por sí la eficiencia de la célula.
¿Tiene la bacteria, con su loft multiuso, una limitación importante a la eficacia? A priori no, para nada. Puede -y de hecho lo hace- abocar áreas precisas a cada función. No es necesariamente cierto que si en un espacio se encuentran todos los factores necesarios para un proceso, dicho proceso ocurrirá inevitablemente. La activación de un proceso, es decir, la regulación del momento y lugar preciso en que ocurrirá, parece requetir de muchas otras condiciones adicionales aparte de que estén disponibles todos los materiales necesarios.
La exquisitez regulatoria no tiene límites.
Copyright Mirta Elena Grimaldi. Derechos reservados.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Deleuze: un lenguaje para la vida

Pensando en salir del marco de la oposición darwinis-
mo-creacio-
nismo, se me ocurre que un buen referente para hablar de la vida es la filosofía de Deleuze. Inventor de conceptos nuevos, a través de la desterritorialización de términos utilizados por otros juegos de lenguaje y su inserción en nuevos discursos, Deleuze ha sabido construir un lenguaje para hablar del cambio y de la vida. Este lenguaje acepta su dinamismo y su estilo sin tener que dar explicaciones moleculares o mecanicistas y sin tener que recurrir a unidades racionales trascendentes al fluir mismo de la vida para explicar su logos, su lógica interna. Con su idea de las máquinas abstractas que conectan flujos correlativos y les otorga un plano de consistencia donde habitar en medio del caos del puro devenir, podríamos dar cuenta de la relación entre genómica y proteómica, es decir, entre dos movimientos de la vida, el de la información y sus mutaciones por un lado, y el de las proteínas y sus construcciones por otro. Y eso sin necesidad de hablar de un origen mítico de esos flujos, con la convicción de que la vida "siempre crece por el medio", y que sus cambios de configuración no pueden explicarse a través de una visión totalizadora de una Historia con mayúsculas. En vez de usar un lenguaje que "explique" el movimiento de la vida, reduciéndolo a un plano físico, químico, matemático o sociológico, se trata de encontrar un lenguaje que "vibre" al ritmo de esa vida, que se implique mutuamente con ella sin dejar de distinguirse de ella. Se trata de encontrar un lenguaje que no pretenda apresar la vida (pues eso haría de la vida una forma del lenguaje) ni de reflejarla (pues eso haría que la vida tuviera que presentar una estructura sintáctica como la del lenguaje que presuntamente la refleja).
Ilustración: el árbol (eterno en Platón, histórico en Darwin), versus el rizoma (eterno en Leibniz, histórico en Deleuze).
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Por qué no es científico el darwinismo

Foucault estableció una distinción entre "fundar una ciencia", por ejemplo la física moderna, y establecer un discurso, por ejemplo, el marxismo o el psicoanálisis freudiano. En el primero de los casos el sujeto del discurso es suprimido y sustituido por una economía de signos independientes. Cada científico modifica y enriquece el saber, y queda reducido a un plano secundario frente a la constitución de ese saber universal. Los escritos del fundador de una ciencia son parte de esa ciencia, su lugar está determinado por la ciencia misma, y su relectura no altera en nada lo conquistado por ella como saber objetivo.
Todo lo contrario ocurre con la fundación de una nueva discursividad. En este caso, la palabra del fundador queda fuera de la historia de ese saber, es un lugar de verdad al cual debe retornarse cada tanto, y cada retorno modifica el discurso al rescatarse aspectos de su discurso que habían pasado desapercibidos. Ese discurso funda el saber y lo determina, y ese modo de discurrir no puede desprenderse de aquel sujeto que lo fundó.
Esto que para Foucault ocurre con el discurso de Marx y el de Freud, puede aplicarse igualmente a cualquier filosofía. Cada filosofía es el discurso de aquél que la fundó.
Lo curioso es que lo mismo exactamente puede decirse del darwinismo, al punto de que la última gran obra de Gould se presenta como un retorno a Darwin que lee los aspectos que habían sido dejados de lado por lecturas anteriores.
Podría haber habido física moderna sin Galileo y sin Newton, pero no podría haber habido darwinismo sin Darwin (habría tal vez "wallaceismo", sin el ascendente social que le otorgara esa adhesión que hizo del darwinismo un fenómeno de creación de un discurso específico).
Es por eso que podemos afirmar que la genética, que prescindió de Mendel mucho tiempo, y que podría haber prescindido de Watson y Crick, es una teoría científica, mientras que la teoría de la evolución es un discurso filosófico.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Pucha, el experimento "salió mal".

En el marco de la investigación en la cual participo, días pasados realizamos un experimento de asfixia perinatal en el cual ninguno de los fetos de una rata que fueron sometidos a la asfixia -según un protocolo muchas veces probado en la bibliografía sobre el tema- sobrevivió, por lo cual fue obviamente imposible extraer de ellos ninguna muestra que nos permitiera medir algún parámetro de daño tisular en respuesta a la hipoxia. Todos nos lamentamos de que el experimento haya "salido mal", sobre todo teniendo en cuenta el costo de cada rata y el gasto y el trabajo que insume su manutención. Entrecomillo "salir mal" adrede, para reflexionar sobre esta idea. Esa conclusión:"el experimento salió mal", parte de la tácita admisión de que esos resultados deben ir directamente al descarte o al olvido, como si nunca hubieran sido hechos. ¿Y por qué deben descartarse? Porque no son publicables. ¿Quién publicaría que, siguiendo al pie de la letra un protocolo probado y publicado no se obtiene el material para el estudio que supuestamente debería obtenerse? Entonces, ¿por qué no son publicables? ¿Porque dan un resultado negativo? Si reflexionamos honestamente veremos que más bien descartamos aquellos resultados que son inesperados, sean "positivos" o "negativos" (descartaríamos tanto un control positivo de un ensayo que diera negativo como un control negativo que diera positivo) . Y estos resultados inesperados, ¿son inesperados respecto a qué? Y... inesperados respecto a datos que ya fueron publicados antes. ¿No le parece, lector, que la ciencia, de esta manera, está en un callejón sin salida (o , para no dramatizar tanto, en un camino muy estrecho)?.
En definitiva, ¿no habría que considerar también los resultados malos? ¿no son tan resultados como los otros? ¿Por qué todo lo publicado está bien sin discusión y lo que hacemos nosotros en la intimidad de nuestros laboratorios la mayoría de las veces está mal y no es publicable? ¿Tenemos que hacer de cuenta que los chorreados en los geles y los animales que se mueren inesperadamente son todos sucesos que nunca ocurrieron, que a la ciencia no le importan? ¿No estaremos perdiendo valiosa información? ¿No estaremos leyendo "papers" demasiado preparados, donde se publica lo que "se vé lindo" mientras el resto ni se menciona o se menciona al pasar como "data not shown"? Dejo aquí porque me estoy poniendo demasiado subversiva y eso es peligroso.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La muerte no es un accidente

Hay un filósofo de cuyo nombre no quiero acordarme que dice que hay diez causas de la muerte. Evitándolas se lograría vivir eternamente. Esa idea ridícula, que también se nos presenta en las publicidades médicas, queda desmentida por el hecho de que somos criaturas en devenir, y por lo tanto, destinadas a la extinción individual. Cuando una persona muere de un paro cardiorrespiratorio después de una larga enfermedad no es que el corazón le falla, y que eso podría haberse evitado. El corazón es el órgano que decide sobre nuestra vida y sobre nuestra muerte biológicas. Cuando el deterioro es grande, el ser viviente simplemente se deja morir. Si lo obligan a alimentarse por la fuerza, el corazón se detiene en seco y dice "basta". ¿Cómo y por qué? es un misterio. No podemos explicar esto por causas mecánicas. Los médicos saben cuándo una persona tiene "pronóstico reservado", porque está "entregada". Eso no se les enseña en la facultad de Medicina. Lo saben por experiencia, como saben que un placebo a veces produce la sanación espontánea de un número significativo de personas (basta consultar las estadísticas que se utilizan en la prueba de nuevos medicamentos).
Supongamos, de todos modos, que pudiéramos vivir eternamente. Debríamos evitar reproducirnos o colapsarían los recursos ya escasos para nuestra supervivencia (lo de conquistar otros planetas en un futuro lejano, está ahí, "en un futuro lejano", y es como cuando le dicen a uno "venga mañana", uno va al otro día y le dicen "¿no le dije que venga mañana?").
Copyrignht Daniel Omar Sstchigel. Derechos reservados.

martes, 4 de noviembre de 2008

Un desierto en la genética

He vuelto al blog después de una dolorosa experiencia de vida. Y vuelvo desde la desolación para hablarles de los desiertos genéticos. ¿Qué son los desiertos genéticos? Sencillamente, constituyen una forma que tienen los genes de expresarse que es muy diferente de todas las otras formas conocidas. Dicho de otra manera, son el golpe de gracia que necesitaba el antiguo dogma de la rígida estructura de un gen para caer.
Explico. Ya sabrán los seguidores del blog que en estas lides moleculares la estructura y la función de las moléculas son inseparables. El gen, que es un fragmento de ADN que tiene información para fabricar proteínas, no es la excepción. Sus dos clásicas "partes" -según la visión dogmática- son el promotor y la región codificante.
El promotor es el sitio donde se une toda la maquinaria proteica que hace la copia de la región codificante en una única dirección (proceso denominado transcripción), lo cual a su vez es un paso intermedio hacia la síntesis de una proteína (proceso de traducción), con lo que concluiría la "expresión" del gen.
Supuestamente, para ser funcional (o sea, para poder dar inicio a la transcripción) el promotor debe poseer ciertas secuencias determinadas (secuencias "consenso") en posiciones fijas de su estructura y orientadas de una diversa manera. Además, el promotor debe terminar exactamente en el sitio preciso en el cual comienza la transcripción.
Este "dogma" viene siendo golpeado por numerosas evidencias: genes que codifican varias proteínas distintas en la misma región codificante (a veces por ser "leída" a partir de marcos de lectura diferentes), muchas secuencias "consenso" que no aparecen en gran cantidad de promotores o que difieren en su secuencia, promotores que permiten transcripciones en ambas direcciones, etc. Y ahora, lo que faltaba: ¡ausencia de cualquier promotor reconocible y presencia, a pesar de todo, de transcripción! Y es más, esa transcripción ¡puede empezar desde diversos sitios!
Y a estos "promotores no promotores" -permítaseme el contrasentido- se les llamó "desiertos ATG". Y vale la imagen del desierto y la desolación si tenemos en cuenta que este descubrimiento nos ha dejado, definitivamente, sin nuestros esquemáticos y organizados "genes". Los genes ya no son lo que eran...
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Etología: el mundo por los ojos de los animales

En la película Despertares, basada en la novela de Oliver Sacks, vemos el modo en que personas que sufrían un síndrome peculiar, actuaban ante estímulos muy específicos (agarrar una pelota en el aire, caminar sólo sobre un piso a cuadros, comer al escuchar su música favorita). Lo hacían en un estado de completa inconciencia, pero con una precisión que no se veía empañada por ningún acto fallido. Lo mismo ocurre con un ave que acomoda sus huevos en el nido, pero se olvida de ellos en cuanto le son arrebatados y quedan fuera de su campo visual. Y eso no es extraño si tenemos en cuenta que, como ha descubierto una mujer autista que se dedica a mejorar las condiciones de cría del ganado, llamada Temple Grandin, el pensamiento de los animales, como el de los autistas (y el de aquellas personas que sufrían ese extraño síndrome), es puramente visual, sin capacidad para la abstracción verbal. Sin capacidad, pero con una capacidad diferente, enormememnte sensible a los contrastes visuales.
El libro Interpretar a los animales nos habla del modo en que el desarrollo de los lóbulos frontales del cerebro hace perder a los hombres cierta inteligencia perceptiva que es reemplazada por la abstracción simbólica. Esto nos muestra, una vez más, que somos el resultado de una especie de deformación por sobredimensionamiento de ciertas capacidades juguetonas que en el resto de los animales desaparecen con el estado de madurez. Somos el producto de una extraña neotenia, embriones superdesarrollados que viven gracias al ambiente artificial que hemos creado para compensar lo que Nietzsche entendía como deficiencias en nuestros instintos.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Fortalezas y debilidades del discurso de Sheldrake

El texto de Sheldrake que comentábamos en otro artículo tiene sus fortalezas. Ayuda a darle un lugar a ciertos fenómenos que habitualmente quedan en el transfondo de las explicaciones mecanicistas en Biología. Por ejemplo, el comportamiento en masa de los cardúmenes de peces, la existencia de colonias tipo Nanonia con división funcional entre individuos de una misma especie, como si fueran órganos que integran organismos superiores, el comportamiento social de abejas y termitas, etc. Son todos casos en los que el concepto de "individuo" trasciende los límites de un cuerpo material y se distribuyen por el espacio, un espacio conformado por un campo de fuerzas que tiende a estabilizarse (a "enfriarse", como dicen los teóricos de la complejidad) con el paso del tiempo. También la forma en que los viejos records deportivos son superados por los nuevos como si cada generación se parara a hombros de la anterior parece coincidir con la idea de un comportamiento que se agiliza y refuerza por conexión con su propio pasado supraindividual.
Que esos fenómenos pasen a ser centrales muestra que la idea de campo mórfico y la de resonancia mórfica funciona como un nuevo paradigma en el sentido de Kuhn, es decir, como un cambio de perspectiva que vueve a dibujar los contornos de lo "interesante", destacando elementos del transfonde de nuestra experiencia y a la vez desdibujando otros antes considerados prioritarios.
¿Qué es lo que le falta a la "teoría" de Sheldrake? En primer lugar, le falta un aparato matemático o topológico que permita dar cuenta de la superposición de estados por resonancia mórfica. Shledrake habla de media estadística, adoptando una cierta versión del enfoque cuántico, pero no nos da las funciones de onda para los estados que describe. Eso no significa que tal cosa sea imposible. De hecho, modelos ontogenéticos de Goodwin podrían entrar en esta categoría.
Por otra parte, tiene una carencia mayor que apunta más bien a cuestiones filosóficas. En la teoría de Sheldrake existe una explicación (sea o no satisfactoria para la perspectiva biológica actual) para la conservación y propagación de ciertos estados o modos de comportamiento de los sistemas biológicos de distintos niveles, pero no hay una explicación de las diferencias entre los estados. Es lo mismo que ocurre con la idea de Selección Natural de Darwin. Ella nos dice cómo se canalizan y estabilizan las poblaciones, pero debe atribuir al azar de las pequeñas variaciones (o a las mutaciones) el origen de las diferencias que son seleccionadas (por más pequeñas que sean esas diferencias, al punto de atribuirse exclusivamente a un proceso de deriva en todas direcciones, sobre la base de la Campana de Gauss).
Como decía Platón, el mundo fue creado con partes iguales de lo Mismo y de lo Diferente. Sheldrake explica cómo se estabilia y propaga lo Mismo, pero no cómo surge lo Diferente. Considero que la única manera aceptable desde el punto de vista de las leyes conservativas para explicar esto es aceptar que siempre existió lo Diferente, quizás en la forma de una superposición de estados cuánticos que se van diferenciando y desplegando históricamente.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

jueves, 2 de octubre de 2008

¿Pueden aislarse los procesos bioquímicos?

Desde hace décadas la bioquímica viene alimentándose del análisis de vías metabólicas aisladas tratadas de manera lineal: síntesis de colesterol, degradación de glucosa, etc. Más allá de que algunas de ellas sean cíclicas, la bioquímica nos hizo pensar o imaginar estas vías metabólicas como procesos separados del contexto y mayoritariamente lineales, es decir, que "van de sustrato a producto".
Esa costumbre adquirida después la extendimos -los biólogos- al análisis de los procesos moleculares complejos. Me refiero a procesos tales como la fabricación de proteínas, la duplicación de ADN o el procesamiento de las lipoproteínas. Nos apoyó la termodinámica, ya que cualquier proceso complejo puede al fin y al cabo reducirse a una vía metabólica exergónica o endergónica (según si consume o libera energía, respectivamente). Una visión que aisle el objeto de estudio y lo considere linealmente ayuda a simplificar. Nada más bienvenido cuando de Biología Molecular se trata, ¿verdad?
Pero, seamos honestos. ¿Puede aislarse alguno de los procesos bioquímicos de una célula? No es factible en realidad. Para que la célula mantenga mínimamente un principio de conservación de masa y de energía es fácil darse cuenta de que todos los procesos deben estar interconectados entre sí. El producto de un debe ser necesariamente el sustrato de otro, como modo de compensación. Y esto debe suceder incluso considerando al sistema abierto, o sea, con una entrada de insumos y cierta salida de productos. No creo que dentro de un núcleo -aunque dispusiéramos de un microscopio electrónico que pudiera "espiar" células vivas, lo que no existe- pudiéramos "ver" la producción de un ARN mensajero maduro a partir de su gen correspondiente aislada de los múltiples y simultáneos procesos que suceden a su alrededor.
Todo esto viene de que me enteré de que al aislar el complejo de proteínas que procesan el ARN transcripto primario por splicing y lo transforman en un ARN maduro se aislaron nada menos que 300 proteínas. Pero no es la cantidad lo extraño. Lo extraño es que entre esas 300 proteínas muchas de ellas resultaron no estar relacionadas con el splicing sino con otros procesos nucleares como la transcripción génica y el transporte de ARN al citoplasma.
Entonces dá la impresión de que la célula no divide su accionar en capítulos sucesivos ni determina terrenos separados para ser ocupados con las transformaciones de cada proceso. Es bueno que lo recordemos a la hora de recortar nuestro objeto de estudio para mirar, de todo el ecosistema del bosque, sólo un árbol.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados

miércoles, 1 de octubre de 2008

¿Es irreversible el proceso evolutivo?

Me llamó la atención la existencia de la respuesta a la falta de oxígeno que menciona Mirta en sus artículos. El organismo es capaz de pasar del modo "respiración oxigénica" al modo "fermentación", menos eficiente, pero uno de los recursos energéticos usados... ¡por las bacterias! Eso me lleva a pensar que hay en la genética de todo organismo la posibilidad de recurrir siempre a caminos alternativos, aunque sean soluciones que son útiles a los seres unicelulares, pero no permiten sostener la vida pluricelular.
¿Cómo leer este resultado? Hay que darle la razón a Gadamer: toda ciencia es una hermenéutica, una teoría de la interpretación. Margulis nos hablaría de una nueva demostración de que "todos somos bacterias". El neodarwinismo hablaría de "sistemas vestigiales" que se activan en situaciones críticas (no creo que aludiría a la ventaja de contar con más de un sistema de obtención de energía, porque la respuesta a la hipoxia suele ser funcionalmente de escasa utilidad). Mc Fadden diría que el organismo se va al pluriverso de la superposición de estados y retorna con una nueva solución (un nuevo colapso de la función de onda cuántica). Sheldrake nos diría que el organismo empieza a sintonizar con otro campo mórfico. ¿Cuál es la interpretación correcta?
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

domingo, 28 de septiembre de 2008

El bueno y el malo de la película

En mi artículo anterior el factor regulador HIF quedaba como el quijotesco efector que permitía que una célula superara la escasez de oxígeno. Pero, ¿es tan así? ¿Cuál es el bueno de esta película? La respuesta de HIF a la hipoxia es hacer sobrevivir a toda costa a una célula a la que le cuesta mucho respirar y que ya ha sido gravemente dañada por la producción de radicales libres. Esto nos hace recordar algo... Sí, justamente, nos hace acordar a las células transformadas, esas que, debiendo ser eliminadas y reemplazadas por células sanas no lo son y crean un tumor que se alimenta y crece monstruosamente a expensas del resto del organismo. De hecho el factor HIF se expresa cuando las células tumorales se dispersan por el organismo y crean metástasis. Es por eso que HIF está siendo visto como un posible futuro blanco para terapias anticancerígenas.
Entonces, el que es el actor bueno para la célula resulta ser el malo para el organismo. ¿Cuál es el bueno para el organismo como un todo? Probablemente el factor bueno sea un gas. Sí, como lo leyó: un gas. El óxido nítrico. Este gas es un mediador químico que, aparentemente, en condiciones de hipoxia impide que se desencadene la respuesta mediada por HIF y en su lugar envía la célula a la muerte celular programada. Entonces, el óxido nítrico es el bueno para el organismo. ¡Pero el malo para la célula! Es que esta película no es un spaguetti western sino que se parece más a un "film noire" donde ningún personaje es completamente bueno ni completamente malo.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

¿Mejor prevenir que curar?

He estado leyendo un trabajo científico de revisión muy interesante publicado el año pasado en la prestigiosa revista Biochemical Journal. Describe muy acertadamente los mecanismos de que disponen las células de mamífero para la homeostasis del oxígeno, es decir, el control de la presión parcial de dicho gas en los tejidos. El paper se centra en el papel que desempeña un factor de transcripción -o sea, un regulador genético- que es inducible por hipoxia (el HIF). Vale aclarar que el autor del trabajo, G. Semenza, fue, hacia 1992 uno de los descubridores de dicho factor.
De este trabajo uno puede aprender que la hipoxia -condición en que el sumimistro de oxígeno en relación al consumo celular resulta insuficiente- causa un aumento en el nivel de radicales libres. Usted los habrá oído nombrar, ¿verdad?. Estos radicales libres son capaces de oxidar masivamente proteínas, lípidos y ácidos nucleicos, lo que causa un daño tal a la célula que puede llegar a matarla. Esto sucede porque, al escasear el oxígeno, una parte de la respiración aeróbica -la cadena respiratoria- funciona deficientemente. Los electrones que se transfieren a lo largo de esta cadena no llegan al final sino que son entregados al oxígeno de manera prematura, ocasionando la liberación de aniones superóxido (un tipo de radical libre).
Sin embargo, frente a la hipoxia existe una respuesta de emergencia que, al menos temporalmente, puede salvar a la célula afectada de morir, y es la respuesta que monta HIF.
Este HIF activa cientos de genes que producen proteínas que ayudan a la célula a lidiar con la hipoxia. Algunos inhiben la respiración aeróbica, otros fomentan la fermentación y otros estimulan la generación de nuevos vasos sanguíneos capaces de traer más oxígeno al tejido.
Ahora adivine: ¿Cuál es el estímulo que desencadena la producción de HIF y con éste efecto asegura la supervivencia celular? Sí, adivinó. Los mismos radicales libres. Justo el agente dañino que la respuesta busca neutralizar. Es decir que la respuesta no parece llegar a tiempo. Nada de alarmas preventivas. Los ladrones ya están en casa cuando suena la alarma y llega la policía. ¿Mejor prevenir que curar? Parece que nuestras células no siempre piensan lo mismo.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

La lucha de las metáforas en Biología

Cada posición en biología se presenta como la defensa de una metáfora. Dawkins usa la imagen de los genes como unidades informacionales con carnadura molecular que se arman máquinas para su pervivencia y replicación. Margulis imagina las organelas como animalitos que viven juntos en una pacífica simbiosis. Gould habla del paseo del borracho. Behe piensa en los organismos como máquinas tontas de complejidad irreductible. Sheldrake piensa en una radio que sintoniza distintas emisiones de un campo radial. Los neodarwinistas hablan de paisajes adaptativos, y Waddington de paisaje epigenético.
Cada metáfora da verosimilitud a cada una de estas posiciones. Si los seres vivos fueran como radios, tendría razón Sheldrake. Si fueran máquinas de complejidad irreductible, tendría razón Behe. Si fueran máquinas creadas por los genes, tendría razón Dawkins, etc. El problema no es saber cuál es la metáfora correcta, porque la metáfora no posee la propiedad de la verdad "por correspondencia", sino a lo sumo representa una "verdad poética". "Verdad" es entonces, en la biología moderna, "verosimilitud", en el sentido en que es verosímil un relato que hable de brujos y hechiceros si describe un mundo mágico, o es verosímil un relato que compare al Universo con una biblioteca en la que hay un libro que contiene todos los libros.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Campos y resonancias mórficas en la teoría de Sheldrake

En La presencia del pasado Rupert Sheldrake nos da una visión muy concisa e interesante acerca de las relaciones entre su teoría de los campos mórficos y otras con las que está emparentada, como la teoría de Waddington y Goodwin acerca de los campos morfogenéticos.
Luego de mostrar con toda razón el modo en que el platonismo de las leyes eternas y el mecanicismo atomista se combinan para formar el paradigma más aceptado en la Ciencia Moderna, nos habla de que, así como una partícula elemental es una especie de condensación local de un campo que la contiene y la supera, lo mismo podríamos pensar que un cisne es una condensación en el campo de los cisnes, etc. Y así como las partículas de un campo son inseparables entre sí y vibran a la par debido a una influencia a distancia, distintos miembros de una especie, o distintas partes de un mismo miembro, o distintas fases de su propio desarrollo, pueden repercutir unos en otros, generando patrones de interferencia que aumentan progresivamente la probabilidad de que sigan todos una misma dirección de comportamiento.
A esa influencia mutua, a la que llama "resonancia mórfica", Sheldrake le atribuye la capacidad de hacer que un comportamiento sea cada vez más habitual. Así, cuantas más veces fabriquemos un cristal en los laboratorios, más rápido será el proceso de cristalización en otros laboratorios. Como la resonancia se da entre individuos de forma similar (que sintonizan en el mismo canal, para seguir con su analogía radial), se forman creodos que separan cada vez más las distintas formas, se trate de estructuras, pautas de movimiento o modos de comportamiento. Es decir, los sistemas tienden a "enfriarse", por así decirlo, algo que podemos comprobar en el proceso de desarrollo embrionario y su canalización hacia tejidos más y más especializados, aun partiendo de una misma base genética.
Pero ¿cómo puede el hábito permitir la aparición de lo nuevo? Esta, la pregunta más interesante, es la que la teoría de los campos mórficos no puede responder. Partiendo de que no es necesario pensar en términos de leyes eternas o arquetipos eternos, Sheldrake no puede evitar preguntarse, sin embargo, por el origen de aquellas pautas de comportamiento que se hacen cada vez más habituales con el tiempo. Por un lado hace del hábito una ley, con lo cual aun el cambio progresivo de las leyes naturales obedece a una pauta única y repetitiva (la resonancia mórfica), y por otro advierte que la creatividad en la naturaleza, o se explica por alguna preexistencia de las formas, u obliga a aceptar un surgimiento al azar o desde la nada, lo cual es no dar ninguna explicación en lo absoluto. Esto demuestra que, como señalaba Kant, la pregunta misma que hace la ciencia, "¿por qué?", nos fuerza a contestar aplicando la idea de causa, que establece en última instancia una modificación en la que algo (materia, energía o información) debe conservarse. De lo contrario, no hay respuesta, y tampoco ciencia.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Sobre vestigios y "peor es nada"

Veía a mi hijo de tres meses chuparse el dedo, y pensé que la Teoría de la Evolución de Darwin podría explicar ese acto como "vestigio" de algún mecanismo de autoalimentación que se ha perdido.
La idea de los órganos vestigiales, usada como prueba del evolucionismo, hizo que la escuela médica positivista hiciera de un modo salvaje extracciones de amígdalas y de apéndices como si se tratara de órganos inservibles. Ahora ha cambiado la opinión sobre el tema, y sólo las muelas de juicio parecen un problema para quien niegue la teoría de los vestigios.
Lo contrario del vestigio es el órgano en formación. Se supone que, o bien tiene al principio otro uso que el definitivo, o que funciona mal, pero es mejor mal que nada. Esta es toda una filosofía, contraria al espíritu de los griegos, quienes consideraban parte de la educación el enseñar a ser el mejor ("aristos", de donde viene el término "aristocracia", es decir, el gobierno de los mejores). Es difícil probar, sin embargo, que existan órganos que funcionen a medias, salvo en casos disfuncionales, es decir, en casos de enfermedad, cuando es verdad que el que posee tal órgano puede vivir, pero con una espectativa menor. Un órgano en formación lo es en relación con un órgano terminado, con lo cual nunca puede saberse si algo es un órgano en formación hasta que el órgano en cuestión termine su formación (cuando ya es tarde para hacer predicciones sobre su futuro desarrollo).
Los neodarwinistas aplican el mismo criterio a un nivel metacientífico (o epistemológico): mejor que no tener ninguna explicación es tener una cualquiera, algo que dicen de su propia teoría de la evolución.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

martes, 16 de septiembre de 2008

Errores meióticos y aclaración

Me gustaría explicar aquí lo que quise decir cuando escribí que la meiosis es un proceso "chapucero". La división celular, y ésta en particular, es una danza de cromosomas que, como toda coreografía puede fallar. Y de hecho falla muy frecuentemente provocando aneuploidías, extraña palabra que -si usted lector leyó mi articulo anterior- ya sabrá que significa tener un cromosoma de más o uno de menos en una gameta.
¿Significa eso que la meiosis es un proceso descontrolado o sin ton ni son? De ningún modo. Lo que pasa es que su control está a otro nivel. Su control se ejerce en la viabilidad o no de los embriones formados. Casi todos los embriones aneuploides, salvo algunos monosómicos para el cromosoma X o trisómicos para el 21, mueren en algún punto de la gestación y se evidencian como abortos espontáneos. Podríamos pensar que llegarán más o menos lejos según la gravedad del daño genético que lleven. Pero esto último es sólo una presunción mía. De todas formas, queda claro que el control existe, pero no es celular, no es "micro" sino que está en el curso del desarrollo, es "macro".
¿Y cuál es el problema? Que no parece elegante ni económico -y mucho menos ético en el sentido humano de la palabra- llegar a engendrar embriones para recién allí descartarlos. Un biólogo molecular siempre espera una elegantísima muerte celular programada para acabar cuanto antes con estas gametas (o como mucho con los cigotos) unicelulares que salieron "fallados".
¿Tendrá esto alguna implicancia en el debate acerca del aborto inducido? No, no. No entraré en ese tema. Si quiere, lector, opine usted.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Limitaciones estructurales de la variabilidad de la vida

Hace poco aparecieron unos DVD con películas de Discovery Channel -con el título Futuro Salvaje- dedicadas a especular sobre las formas de vida que sustituirán a las existentes dentro de millones de años (incluyendo calamares voladores que se comunican con lenguaje de señas luminosas, o totugas gigantescas de cuellos alargados similares a dinosaurios).
No cabe duda de que la teoría de la evolución es capaz de alimentar a la ciencia ficción, pero hasta ahora sólo se había hecho eso en dirección a pensar en un supervertebrado como evolución futura de la especie humana. Nadie hubiera especulado, antes de la Segunda Guerra Mundial, con la posibilidad de que, fuera de la especie humana, otros órdenes de seres vivientes pudieran ocupar su lugar supuestamente hegemónico en la Naturaleza.
Basada en la idea de constricciones ontogenéticas de Gould, esta serie de películas especula con posibles desarrollos, por adición terminal, a partir de formas de vida marginales, una vez que las formas dominantes se hayan extinguido.
Quisiera mencionar, por otra parte, el hecho de que ver a los genes como planes estructurales de carácter puramente informacional ha contribuido a la idea de que, sea por pequeñas variaciones, sea por saltaciones que continúen a grandes extinciones, la vida es capaz de generar cualquier cosa. Ocurre que las informaciones genéticas, se piensa, pueden ser reescritas al azar de maneras infinitas. Pero esto no es correcto, y que no lo sea ya era claro para Nietzsche, cerca de finales del siglo XIX. Sí, Nietzsche, un vitalista partidario de la idea de evolución, profeta de la llegada de lo sobrehumano (como sobresimiesco es el ser del hombre).
Nietzsche sabía que la energía total del universo se conserva. Que por eso mismo no puede ser infinita (si lo fuera, como infinito más cualquier cifra da infinito, se conservaría la energía aunque surgiera energía de la nada, lo cual es contradictorio). Influido por la lectura de Boscovich, sabía que esa energía viene en paquetes mínimos que se combinan entre sí en un número limitado de formas posibles. Dado que los seres vivientes sólo constituyen una porción de esas posibilidades, las variaciones de la vida son más limitadas aún que las meramente físico-químicas. Eso le hizo sostener que la idea de progreso en la evolución era un antropomorfismo insostenible, y que si el universo existiera en un tiempo infinito, por más grande que fuera la cifra de combinaciones posibles entre los cuantos de energía, todo lo posible ya ha pasado, y eso infinitas veces.
Los físicos no creen que el tiempo sea infinito, pero eso no quita el hecho de que es un resultado de la lógica más pura el que hay un número muy grande pero necesariamente limitado de formas de vida posibles. ¿No son esas posibilidades las que deberían estudiarse en biología, sin importar tanto cuándo vienen unas y cuándo surgen las otras, y cuáles proceden de cuáles otras?
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

sábado, 13 de septiembre de 2008

La máquina de Dios...¡Vaya timo!

Hay una serie de libros en venta en las librerías que en el título llevan la frase "¡Vaya timo!" Por ejemplo, El crecionismo, ¡vaya timo! Ahora los periodistas se refieren a la gran máquina colicionadora de haces de protones del CERN con el nombre de "la máquina de Dios", porque se supone que recrearía las condiciones de temperatura y energía propias de los primeros segundos (o las primeras milésimas de segundo) del Universo.
Yo me pregunto, ¿qué significa que el hombre haga la máquina de Dios? En primer lugar, para la gran mayoría de los físicos que trabajan en el tema, no hay Dios, o por lo menos la idea de que lo haya no es una hipótesis científica aceptable. Quizás, entonces, habría que haberla llamado "la máquina humana con la cual emulamos la labor de un Dios que no podemos afirmar que exista". ¿Son estas meras cuestiones lingüísticas?
También se dice que es la máquina de Dios porque permitiría (o no, y si no, mejor, porque hay que empezar a formular una teoría no estándar de unificación de fuerzas), permitiría, decía, descubrir el bosón de Higgs, al que se ha llamado "la partícula de Dios" (otro nombre carente de toda significación científica, pero que sirve como márqueting para conseguir presupuesto para gastos realmente inútiles -en el sentido utilitarista de la palabra utilidad, es decir, "el mayor bien para el mayor número"-).
Algunos decían que podía crear un miniagujero negro que se tragara, al menos, a la Tierra. Nadie ha localizado nunca un miniagujero negro, pero que es posible, es posible. ¿Ante esa posibilidad, ustedes se hubieran arriesgado a poner en funcionamiento esa máquina? Yo no. Pienso en mis hijos, y con altas energías se juega con fuego, como pasó con la bomba atómica. No sabemos qué tan complejas son las cosas "hacia adentro". Sólo tenemos teorías. Por otro lado, quizás ya estemos dentro del agujero negro, y nunca lo sepamos, porque la relatividad del tiempo hace que en el horizonte de sucesos todo se detenga, si es que la teoría de la relatividad es correcta.
Desde una filosofía de la sospecha, nada nos impide pensar que los que se opusieron al experimento fueron pagados por el CERN para autopromocionarse, pues los experimentos de aceleración de partículas nunca tuvieron mucha prensa, y había que justificar un enorme presupuesto.
Mi conclusión: "La máquina de Dios, ¡vaya timo!".
Dejen ya de jugar a Orson Wells pasando su emisión radial de La Guerra de los Mundos como si hablaran de algo que está pasando realmente. Somos padres preocupados, queremos soñar tranquilos con un futuro para nuestros hijos.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Errores meióticos e infertilidad

La infertilidad humana es hoy en día un tema preocupante y el estudio molecular de la meiosis tiene bastante que aportar a su manejo clínico.
La meiosis es el tipo de división celular que realizan las células primordiales germinales dentro de ovarios o de testículos para producir óvulos o esperma funcionales, respectivamente. En esta división, dichas células germinales-ovogonias en mujeres y espermatogonias en varones- reducen a la mitad su contenido cromosómico para crear gametas, es decir, células que al fusionarse con otra gameta del sexo opuesto en la fecundación restablezcan el número de cromosomas normal de la especie. Resulta que la meiosis, a diferencia de otros procesos muy perfeccionistas -como los que comenté en artículos anteriores: la replicación y la reparación del ADN-, es un proceso con una sorprendentemente elevada tasa de error que permanece sin ser corregido.
Los errores probables consisten en que los pares de cromosomas no se separen igualitariamente y que como consecuencia se produzcan gametas que contengan un cromosoma de más o uno de menos. Si dos cromosomas homólogos que deben separarse van juntos a una de las células hijas, esa célula tendrá un cromosoma de más y la otra uno de menos. Esta alteración se denomina aneuploidía. Se estima que el 2% de los espermatozoides que produce un varón y el 20% de los óvulos de una mujer (y, según algunos hasta el 50%, sobre todo a edades maternas más elevadas) son aneuploides. Esta situación es muy grave, porque la enorme mayoría de las aneuploidías no son compatibles con la vida y los cigotos que se producen por fusión de gametas, siendo una de ellas aneuploide, mueren como embriones o fetos en algún punto de su desarrollo intrauterino. Cierto que debe exceptuarse la triploidía del cromosoma 21 que origina el síndrome de Down, pero aún en este caso la viabilidad es bajísima, ya que sólo el 20% de los embriones con esta condición llega a nacer.
Y usted, lector, a esta altura se preguntará qué se sabe respecto a la causa molecular de esta ineficiencia de la meiosis. Bueno, no se conoce muy profundamente pero sí se sabe que una de las causas es que falle la recombinación o "crossing-over" entre cromosomas homólogos, que es una marca de identidad de la división meiótica, que hasta hace poco se creía que sólo servía para barajar y dar de nuevo genes de origen materno y paterno, creando así variabilidad en los hijos respecto a padres y hermanos. Esta es, sin duda, una función importante, pero por lo visto no la única. Los entrecruzamientos ayudan a que los cromosomas permanezcan juntos hasta el instante preciso en que deben separarse ordenadamente.
Cuando el entrecruzamiento ocurre demasiado cerca de los telomeros (extremos de los cromosomas) o de los centrómeros (sitios donde los cromosomas se enganchan a los rieles por los que se separarán, o cuando no ocurre en absoluto ningún "crossing-over", es común que los dos cromosomas se dirijan juntos a un polo de la célula en división,provocando futura aneuploidía, como ya expliqué antes.
Lo bueno de todo esto es que estén comenzando a conocerse las causas de la infertilidad humana, una limitación muy dolorosa para muchas parejas que buscan procrear, y de esta manera estén más cerca los posibles tratamientos.
Lo malo, para quienes nos deleitamos con los dispositivos moleculares infalibles, es reconocer que un proceso tan crucial como la meiosis pueda ser tan "chapucero"
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

viernes, 5 de septiembre de 2008

La Wikipedia admite cambios

Después de mi último artículo he comprobado que algunas afirmaciones de la Wikipedia sobre diseño inteligente se han presentado en una versión menos abiertamente contraria a esta idea. Así que la Wikipedia sí está abierta a los cambios, contra lo que había sostenido en el artículo anterior. Quiero pedir disculpas al censor que borró mis intervenciones por no haber esperado a que contestara mi pedido de explicación. Ahora comprendo que si hubiera usado un lenguaje más neutro quizás se hubieran aceptado mis correcciones. He comprobado, además, que no fui el único disgustado con el artículo en cuestión, viendo la página de discusión, aunque comprobé que el censor anónimo sigue en una posición inflexible acerca de lo que acepta como científico.
De todos modos, pienso que si la Wikipedia pretende seriedad, debe suprimir toda referencia, en los textos referidos a diseño inteligente y creacionismo, a esa burla anticreacionista llamada "pastafarismo", a la cual puede mencionar como fenómeno social, pero no tomar como un argumento en contra del creacionismo. Yo no soy practicante de ningún culto, pero creo que plantear que las pruebas de la existencia de Dios servirían igualmente para probar que hemos sido creados por un plato de spaguetti a la boloñesa, es inaceptable, salvo en la Frikipedia, que está hecha para ser tomada en broma, y en tal sentido es consecuente consigo misma. Es significativo que el artículo sobre el pastafarismo en Wikipedia y en Frikipedia prácticamente coincidan.
Tal vez deberíamos plantearnos a qué debemos llamar "ideas serias". Hasta donde sé, el único que reflexionó sobre el tema fue Kierkegaard, y lo único que pudo afirmar acerca de ello es que "el presente es lo serio de la vida".
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

jueves, 4 de septiembre de 2008

¿Por qué Wikipedia defiende la síntesis neodarwinista?

Se me ocurrió entrar a Wikipedia y anotarme como editor, para comprobar qué tan libre es la enciclopedia libre. Dentro del artículo sobre Diseño Inteligente incluí el siguiente texto: " quizás la importancia que se le da al diseño inteligente como alternativa frente al darwinismo se deba al estancamiento de la Síntesis de los años sesenta y al surgimiento de alternativas como la simbiogénesis de Margulis, la transferencia horizontal de genes por vectores víricos de Sandín, etc.". No recuerdo con exactitud el texto, porque al otro día ya había sido suprimido.
El censor anónimo había justificado la supresión diciendo que "el texto no es relevante para el tema". Esto me ha confirmado en mis sospechas de que detrás de la Wikipedia hay una organización de investigadores que pretenden hacer pasar sus propias preferencias como opciones libres, sobre todo en temas científicos candentes como el de las actuales críticas al modelo evolucionista estándar.
Como no establecen un criterio para los enlaces externos, y hacen aparecer en la bibliografía un número limitado y muy selecto de textos excluyendo toda otra posibilidad, no me extrañaría que los editores fueran amigos y/o admiradores de aquellos a quienes citan dándoles así fama internacional, pues es bien sabido que la Wikipedia es una de las enciclopedias de Internet más consultadas en el mundo.
Como siempre, volvemos a comprobar que no existen medios de divulgación de ideas que sean verdaderamente democráticos, bajo la excusa de que, sin censores, se violarían las normas mínimas de ética y honestidad y se caería en una total anarquía. En última instancia, esto es una muestra más de cómo el principio de autoridad se disfraza de racionalidad.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Afán por no cambiar

Las células demuestran un verdadero afán por no cambiar. Al menos, eso traslucen los numerosos y harto elaborados mecanismos por los cuales se repara cualquier daño en el ADN.
Existen mecanismos específicos para cada tipo de daño: escisión de un nucleótido (unidad mínima del ADN) cuando se altera una sola base o "letra", escisión de un grupo de nucleótidos cuando se produce una lesión abultada que distorsiona la hélice, recombinación con otra secuencia homóloga disponible cuando se trata de emparchar una rotura de las hebras de ADN.
Todos estos mecanismos restauran la secuencia original. Son exitosos. Pero también hay otros que no lo son tanto. Es que la compulsión a reparar es más fuerte de lo que el sentido común supondría. Una célula que sufra la rotura de una molécula de ADN por efecto de radiación ionizante intentará reunir los pedazos aunque no tenga un cromosoma homólogo a mano que le dicte cuál debe ser la secuencia correcta. Empalmará los fragmentos de cualquier manera perdiendo información situada en las puntas de los mismos. Intentará arreglarlo a cualquier precio, aunque lo más sensato hubiera sido disparar la apoptosis y morir cuanto antes.
Lo mismo hará una bacteria si las mutaciones se acumulan en su genoma, para poder seguir dividiéndose. Usará una enzima con tendencia al error que replicará el ADN dañado sin disponer de un molde, tomando nucleóitidos al azar. Es que, mejor que no poner nada, es poner cualquier cosa.
Alguien me podría decir que este afán por no cambiar es simplemente un intento por oponerse al enorme e incontenible flujo de cambio por el que transcurre la vida. Y yo pienso que sí, la vida debe estar debatiéndose en esa contienda entre el cambio espontáneo y la permanencia forzada.
Copyright Mirta Elena Grimaldi. Derechos reservados.

La ilusión trascendental

Kant, en la Crítica de la Razón Pura, nos dice que podemos conocer el fenómeno, es decir, la superficie de contacto entre la realidad y la estructura de nuestra subjetividad, pero no podemos asomar fuera de nuestro propio horizonte de comprensión, como seres finitos que somos, y alcanzar una verdad absoluta.
Parece extraño que después de la Filosofía Crítica todavía hay quienes caen en la "ilusión trascendental" de pensar que lo real es un libro abierto para nuestra razón y que leerlo por completo es sólo cuestión de tiempo. ¿Qué les hace creer a los biólogos de hoy que, si en miles de años de pensamiento el hombre no llegó a sostener una verdad perdurable hacerca del mundo sea hoy el momento de la historia adecuado para alcanzar esa verdad? Sólo una fe que la propia razón que dicen seguir jamás podría justificar.
Cuando se habla de una Teoría de Todo, yo preguntaría ¿de todo lo qué? Saber que las cuetro fuerzas fundamentales pueden haberse desprendido de una sola ¿explica todo? Si pudiéramos explicar todo, habríamos convertido, sin residuo, toda realidad en pensamiento. Primero preguntémonos ¿puede existir la realidad en nuestro pensamiento?
Es triste que haya gente de buena fe que lee a Dawkins como si se tratara de la Biblia, y critican a quienes leen la Biblia como si se tratara de la verdad. Es triste porque nunca se preguntan qué es la verdad.
No hay nada peor que un escepticismo a medias, que rechaza unas afirmaciones y otras las acepta ciegamente.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

domingo, 31 de agosto de 2008

Concepciones alternativas (barrabasadas) alrededor de la biología

Hace un tiempo, poco antes que me retirara un tiempo del blog por cuestiones personales, escribí un artículo acerca de las barrabasadas que pululan en la publicidad y que tocan temas médicos y biológicos. Agreguemos dos ejemplos más -y más que contundente- a los que enumeré entonces. En una propaganda de televisión puede verse a una supuesta "bacteria" con forma de babosa y cara de monstruo de película de ciencia ficción diciendo "yo hago la grasa" y a otra criatura tan desagradable como la primera respondiéndole "y yo la suciedad". Así que no crea usted que ensució la cocina con los restos del guiso. ¡Son las endiabladas bacterias las que sintetizaron la grasa que usted ve, sólo para obligarlo a limpiar! También ellas son culpables de la tierra, del polvo, de las pelusas... ¡Así que no culpe a su hijo de caminar con las zapatillas sucias por la sala! Encima, se asegura que el limpiador para pisos que se promociona mata el 99% de virus, hongos y bacterias, lo cual es mentira ya que los compuestos de amonio cuaternario (grupo del que forma parte este producto) son sólo modestos desinfectantes con moderado poder bactericida, poco virucida y ninguno micocida.
Además, ¿cómo vamos a pretender crear hábitos de higiene y prevención de enfermedades en la población si desde una propaganda de un jabón de lavar la ropa nos dicen - defendiendo tan sólo su negocio- que "ensuciarse hace bien"?
Estas barrabasadas no se limitan a las campañas de publicidad comerciales, también plagan la web y los e-mails que se envían en cadena. Recibí uno que alaba los beneficios de comer frutas. Todos coincidimos en que comer fruta es saludable. El problema es que, luego de explicar que la fruta pasa de largo por el estómago y va directo al intestino, donde se digiere la fructosa, punto en el que también podemos estar más o menos de acuerdo, saca como conclusión que no debe comerse después de ingerir otros alimentos diferentes porque la fruta "queda atrapada en el estómago entre los almidones y las grasas". ¿Querrá hacernos entender que se queda allí y no puede llegar al intestino y por lo tanto su azúcar no es absorbido? ¿Tendrán el almidón y los triglicéridos una capacidad desconocida por la que se unen específicamente a la fructosa y la secuestran? ¿Y qué pasa cuando los almidones y las grasas mismas son degradadas? El mensaje no se detiene allí. Afirma que ingerir frutas evita que "la sangre se espese" y que por eso se obstruyan arterias. El único camino que veo para que esto se cumpla es que uno como sólo fruta y se abstenga de ingerir lípidos.
Las bacterias no crean la suciedad, pero sí están en ella. La suciedad les sirve de abrigo, de alimento y de sustrato.
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jueves, 21 de agosto de 2008

Belleza y verdad

He añadido a mi blog BELLEZA Y VERDAD un artículo referente a la epistemología fenomenológica de Gastón Bachelard que considero relevante para los temas que tratamos aquí, pero que es demasiado largo para incluirlo en este blog. El que esté interesado puede cliquear en el primero de los blogs recomendados que se encuentran mencionados a la derecha de la pantalla.
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jueves, 14 de agosto de 2008

¿El ambientalismo está justificado biológicamente?

Hume es uno de los primeros filósofos que ha afirmado que deben separarse las esferas del ser y del deber. Es muy común pretender, a partir de una descripción de lo que las cosas "son", tratar de derivar conclusiones acerca de lo que "deberían" ser. Quizás esta idea se deba a Aristóteles, quien pretendía del estudio de la esencia humana derivar una conclusión acerca de los bienes a los que el hombre "debe" aspirar, y a los iluministas franceses, para quienes de la naturaleza humana derivan ciertos derechos inalienables que todos debemos respetar.
Richard Lewontin, basándose en los mismos datos biológicos que llevan a los ambientalistas a hablar de la necesaria preservación del medio ambiente y de las especies en peligro de extinción, sostiene que el medio ambiente no existe, que la naturaleza biológica consiste en cambiar y no en permanecer, que los hombres somos una más de las especies que modelan el medio con su comportamiento, y que la extinción del 99,99 porciento de las especies que han existido sobre la Tierra antes de la aparición del hombre demuestra que el intento por salvar especies en vías de extinción es un inútil malgasto de recursos. Que a lo sumo se trata de mejorar las condiciones ambientales para mejorar la vida del hombre, especie destinada también, como todas, a desaparecer cuando estalle el Sol y se trague a la Tierra y a todo lo que habita en ella.
En realidad, los argumentos de Lewontin son válidos, tanto como los argumentos de los ambientalistas. Lo cual significa que no hay argumentos suficientes para decidir cuál es el camino que nuestras acciones deben seguir. Una vez que hemos decidido, podemos justificar nuestra decisión después, pero, como decía Sartre, siempre hay una ética que nos permite demostrar que lo que decidimos hacer es lo mejor que podíamos hacer. La biología nos puede decir si una sustancia pesticida que es rociada en soja transgénica puede poner o no en peligro nuestra vida, pero no nos puede decir si es bueno o malo hacer soja transgénica, si es bueno o malo usar pesticidas. Esa es una cuestión humana y no natural.
Kant planteaba que el reino de deber está en nuestra conciencia moral, que nada tiene en común con el reino del ser. Hegel, en cambio, decía que el ser humano es parte de la realidad, y con ella su moralidad, que además es vacía si no se realiza en las políticas de Estado, en la forma de la eticidad. ¿Quién tiene razón y quién se equivoca? ¿Podemos no actuar sobre la realidad como lo hacemos? Y si no podemos, ¿debemos igualmente criticar, desde nuestra conciencia individual, lo que hacemos como totalidad social?
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

viernes, 8 de agosto de 2008

Causas ocasionales y acción a distancia

El gran escándalo de la física moderna es que, teniendo como base el paradigma mecanicista de Descartes (el mundo es un conjunto de átomos que se relacionan por las mismas leyes causales de contacto inmediato y reacción por choque elástico que valen para las bolas de billar), se vió obligada, sin embargo, a aceptar una acción a distancia: la de la gravedad.
Por algún motivo gran parte de la filosofía heterodoxa de la época, más acorde con los resultados de Newton, fue olvidada. Leibniz, co-fundador con Newton del análisis matemático, fue el primero en plantear que la cinemática de Descartes era insuficiente, y que había que plantear la existencia de fuerzas. Para él, la espaciotemporalidad macroscópica era un fenómeno emergente a gran escala surgido a partir de la interacción de centros de fuerza carentes de materialidad: las mónadas. La idea actual de vacío energético planteada por la mecánica cuántica y la idea de Laughton y otros del estado sólido como propiedad emergente se encuentra exactamente en la misma línea de pensamiento.
Esta idea metafísica acerca de la inmaterialidad del fondo de la realidad lleva a la conclusión de que plantear que el movimiento de una bola de billar es producto del choque de otra bola, como si se tratara de sólidos perfectamente elásticos, es un error, como lo sospechaba Hume. Pero no porque las relaciones causales sean comportamientos habituales de hechos aislados concurrentes, como él sospechaba, sino porque lo que habitualmente llamamos causas no son otra cosa que lo que Malebranche llamaba "causas ocasionales". Frente al problema, viejo para la filosofía pero aun vigente en física, de la comunicación de la sustancias (cómo dos cosas separadas pueden depender una del estado de la otra), la respuesta parece ser la misma que dio Malebranche: las sustancias separadas son aparentes, en realidad hay una sola cosa. A esa cosa él la llamaba Dios, y la física actual la llama el vacío (porque llamarla el éter, como sería lo correcto, resultaría demasiado bochornoso después de tanta antimetafísica neopositivista que se ha encaramado sobre los logros de la teoría de la relatividad restringida).
En biología ocurre lo mismo: queremos explicar el todo a partir de las partes, cuando esas partes no son más que efectos emergentes de una unidad de fondo. Si las proteínas adquieren la configuración adecuada a sus fines es porque las entidades vivientes totales fabrican esas proteínas para alcanzar esos fines. Y cuando su forma no es la adecuada, la tuercen haciendo uso de otras proteínas (por ejemplo de las chaperonas). Mutación y selección son sólo las ocasiones para el desenvolvimiento de ese movimiento total que llamamos vida.
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Los seres vivientes como sustancias anhomeoméricas

Aristóteles distinguía, dentro del mundo de las sustacias, o cosas concretas, varios tipos, de los cuales me interesa destacar dos: las sustancias homeoméricas y las anhomeoméricas. Las primeras corresponden a lo que los físicos llaman "estado libre de escala". Se trata de aquellas sustancias cuya división genera "dos partes de lo mismo". Si yo divido una barra de metal en dos, obtengo dos barras de metal. Esto es válido hasta cierto límite a partir del cual, según Laughlin, empiezan a ser relevantes las propiedades cuánticas de los átomos individuales. Ocurre entonces que la homogeneidad que muestra la sustancia a gran escala se desmorona. Eso es claro cuando hacemos microscopía de barrido electrónico sobre la superficie de un cristal. Los fractales también son libres de escala. En este sentido, fractales y procesos de autoorganización como el laser (favorito de la sinergética), los hologramas (favoritos del paradigma holográfico) o los relojes atómicos (favoritos de la termodinámica de procesos irreversibles) quedan incluídos en el mismo grupo que cosas más triviales y clásicas, como las piedras, los metales y el agua.
En cuanto a las sustancias anhomeoméricas, no son libres de escala. Si divido una de ellas en dos porciones, no obtengo dos muestras de lo mismo, ni siquiera a la primera división. Por ejemplo, si corto un eslabón de una cadena de procesos bioquímicos como la que tiene lugar en el proceso de coagulación de a sangre (favorito de los partidarios de Diseño Inteligente), el proceso ya no es el mismo, no lleva al mismo resultado, y deja de ser funcional (lo cual no quiere decir que no pueda obtener los mismos resultados finales si reemplazo todos los miembros de la cadena por otros, formando una cadena más corta, pero que no podría obtenerse a partir de un simple corte de la primera cadena). Todos los seres vivientes son sustancias anhomeoméricas en este sentido, y las teorías de autoorganización que se aplican a la superconductividad, la superfluidez, el laser, los relojes químicos, etc., no pueden simular el funcionamiento de una "simple" célula.
Esto significa que la vida posee organización a todos los niveles, y eso es lo que la hace "extraña" desde el punto de vista físicoquímico.
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miércoles, 6 de agosto de 2008

Los libros híbridos: entre opinión y ciencia

Platón solía distinguir entre filósofos y filodoxos. Ambos son seres finitos y falibles, pero difieren en sus deseos. Unos son amigos de la sabiduría, la buscan aun sabiendo que ella, como decía Pitágoras, es propiedad exclusiva de los dioses. Los segundos, entre quienes ubicaba a los sofistas, a aquellos que trabajan con la eikoné o imágen y pretenden hacerla pasar por la "cosa misma" -es decir, a los abogados, a los publicistas y a los asesores de imagen- sólo se preocupan por seducir con la palabra, por opinar sobre cualquier tema que parecen conocer cuando en realidad no es así.
A los dos habría que sumar una tercera categoría, una categoría híbrida que combina un conocimiento especilizado de un área científica con opiniones más o menos arbitrarias sobre "el puesto del hombre en el cosmos". Es decir, hacen filosofía creyendo hacer ciencia, y sólo alcanzan el nivel de la filodoxia, es decir, de una retórica atractiva en la que se muestran condescendientes con sus lectores, dando ejemplos simples de cuestiones complejas, que no son verdaderos ejemplos sino imágenes y metáforas. Estos seres híbridos son los que inundan de ensayos los escaparates de las librerías, porque no asustan al proclamar que lo que van a explicar es en el fondo muy simple, que cualquiera podrá entender el quid de la cuestión sin mayores esfuerzos. Y terminan convenciendo a sus lectores porque entremezclan anécdotas y chistes fáciles de recordar entre observaciones relativas a cuestiones que sólo comprende gente con una formación de muchos años de estudio. Un ejemplo claro son los libros de Dawkins. Ya he hablado mucho de ellos, y parezco obsesivo con el tema. Alguien que dejó un comentario al respecto dijo que debo tener envidia de su fama. Pero su fama es como la de cualquier autor de best sellers. No tengo problemas con que Gould sea famoso, aunque no concuerde totalmente con él. Lo que me molestan son los vendedores de baratijas. "Baratijas" es un término técnico utilizado por el premio Nobel de física Robert Laughlin para referirse a aquellos que venden libros sobre máquinas nanotecnológicas imposibles, o programas de computadora que emulan superficialmente propiedades de seres vivientes. Es lo que ocurre con el programa El Relojero Ciego. Por suerte existen personas dispuestas a aceptar que lo real puede funcionar de modos misteriosos, aunque su habitualidad hace que no puedan calificarse como "milagrosos". Es el caso de Laughlin, quien, en su libro Un universo diferente nos dice sin pelos en la lengua que la biología, frente a fenómenos emergentes de autoorganización que no puede explicar de modo reduccionista, recurre a la fórmula "selección natural" para no tener que buscar una explicación, igual que en física se recurre a modelos matemáticos con una base filosófica equivocada para dar cuenta de fenómenos como la superconductividad en lo que el nivel cuántico no interviene.
También explica el modo en que la maquinaria capitalista se ha apropiado de la ciencia convirtiéndola definitivamente en un insumo tecnológico.
Imagen: un robot nanotecnológico físicamente inconcebible, capaz de remover células tumorales.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

martes, 5 de agosto de 2008

Biología y teleología

Teniendo en cuenta un comentario que recibimos en el blog, quisiera hacer una aclaración acerca de nuestra postura en torno a lo teleológico.
El filósofo Nicolai Hartmann, un realista que adoptó algunas conclusiones de la fenomenología del primer Husserl (el que amplió la idea de objeto más allá de las restricciones positivistas que lo limitaban a fenómeno sensorial), admitía que la idea de vida es inseparable de la categoría de teleología. No podemos dejar de comprender a los seres vivientes como orientados a fines, algo que resulta innecesario en el ámbito de los hechos físico-químicos.
Como era realista, Hartmann no interpretaba esa necesidad como una condición de posibilidad del conocimiento biológico, como lo hacemos nosotros, pues para él las categorías eran cualidades reales de los objetos y no, como para Kant, maneras de entenderlos. Pero siguiendo los resultados de la ciencia de entreguerras, sostuvo la necesidad de demostrar que es concebible que esta categoría emerja a partir de relaciones de tipo puramente mecánico, es decir, en las que el efecto no precede a la causa, como ocurre en los procesos que muestran tendencias a fines.
Él veía en la teoría de la evolución de Darwin la explicación del modo en que dos procesos mecánicos y ciegos que avanzan en líneas independientes, las pequeñas variaciones de las especies por un lado, las condiciones del entorno por el otro, sólo permitían la supervivencia y reproducción de aquellos seres vivientes que casualmente poseyeran las características que mejor se adaptaran al medio, funcionando de un modo que pareciera destinado adrede a alcanzar el fin de la continuación en la existencia de la especie a la cual esos seres pertenecen.
Después de Kuhn y Lakatos sería muy ingenuo seguir sosteniendo el realismo de Hartmann, y en consecuencia no tiene sentido pretender ver surgir procesos teleológicos a partir de procesos mecánicos. Mecanicismo y teleología son dos categorías que enfocan aspectos diferentes de una misma realidad que se nos escapa. No es el mismo objeto el que estudia un darwinista que el que estudia un partidario del Diseño Inteligente, por más que en última instancia ambos se refieren a las mismas "cosas".
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

La memoria celular

Mirta plantea en un artículo si las células pueden recordar. Pero ¿qué significa recordar? ¿Significa simplemente tener algún tipo de marca generada por una situación del pasado que asegure igual comportamiento en situaciones similares en el futuro? Si se tratara sólo de eso, podríamos hablar de memoria de los materiales. Por ejemplo, los metales tienden a doblarse hacia el mismo lado aunque hayan sido enderezados al máximo posible. Pero parece cuestionable hablar de memoria a este nivel, excepto como una metáfora bastante próxima al animismo poético.
Podríamos interpretar la memoria, la memoria humana, en términos de memoria celular, y la memoria celular en términos de alguna clase de maleabilidad química que infuye sobre el futuro comportamiento de las células, generando algo así como "hábitos" de procesamiento molecular. Pero en ese caso tranformaríamos totalmente el concepto habitual de memoria, que implica la capacidad de evocar imágenes del pasado de un modo consciente. Estaríamos haciendo lo mismo que Newton cuando redefinió el concepto de fuerza en términos matemáticos, superando así, aparentemente, su carácter de cualidad oculta.
La memoria biológica, entonces, o bien es una metáfora, o bien nos obliga a postular alguna clase de proceso global que no se reduce meramente a determinaciones moleculares inducidas por el medio sobre el organismo, como las postuladas por la idea de flexibilidad neuronal -tema del cual nos ocupamos, en sus ventajas y desventajas, al comentar el libro A cada cual su cerebro.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

sábado, 26 de julio de 2008

¿Puede una célula recordar?

Cuando un microorganismo supera las barreras de inmunidad primaria y establece un foco infeccioso las células dendríticas lo reconocen como antígeno in situ, lo digieren y lo procesan. Luego viajan hasta algún órgano linfático secundario donde presentan el resultado de la digestión -un péptido perteneciente al agente infeccioso-, a un linfocito T virgen que lo reconoce (pues cuenta con el receptor apropiado para ello). Como consecuencia, el linfocito T se activa y comienza su expansión clonal, es decir, se reproducirá hasta producir un ejército de miles y miles de linfocitos T idénticos dispuestos a combatir al microorganismo invasor.
Sin embargo, no todos los linfocitos T vírgenes que esperan ser activados son iguales. Según qué proteína de superficie presenten (CD4 o CD8) sus acciones contra el invasor serán diferentes. Lo más intrigante es que un linfocito que expresa CD4 puede diferenciarse en dos tipos de célula efectora completamente distintos (denominados perfiles Th1 y Th2). El linfocito con perfil Th1 se especializa en luchar contra patógenos intracelulares, como los virus, mientras que el de perfil Th2 se dedica a combatir patógenos extracelulares, como la mayoría de las bacterias. ¿Qué es lo que determina que el linfocito T que posee CD4 y que fue activado por la célula dendrítica elija uno u otro camino de diferenciación? Lo determina cuál sea exactamente el conjunto de moléculas mediadoras (citoquinas y quimiocinas) que produzca y secrete la célula dendrítica al encontrarse con el linfocito T. ¿Y qué es lo que determina qué conjunto de citoquinas y quimiocinas produce la célula dendrítica? El tipo de interacción que han establecido con el antígeno en el tejido periférico donde se produjo la infección. ¿Y qué determina el tipo de interacción? El tipo de interacción fue definido por cuál de los receptores que posee la célula dendrítica fue el que actuó reconociendo al antígeno.
Quiero que usted, lector, note un pequeño detalle que es crucial. Esta interacción inicial receptor-antígeno ocurre en un tejido de la periferia del organismo, mientras que la producción de mensajeros químicos sucede después y en otro sitio, en un órgano linfático. ¿Cómo se vincula el primer suceso con el último? Es un misterio.
Podríamos postular que la interacción receptor-ligando activa la expresión de un conjunto determinado de genes de citoquinas y de quimiocinas, pero ¿por qué no se empiezan a liberar ya en el tejido infectado inicial? Para explicarlo deberíamos postular que un mecanismo "silenciador" temporal apaga la expresión de los genes activados hasta llegar al órgano linfático secundario, donde de un modo extraño retoma su curso la activación de la expresión. Es decir, complicadísimos mecanismos moleculares distribuidos en tiempo y en espacio.
¿No es más fácil imaginar que la célula dendrítica puede "recordar" las características del antígeno que detectó en la periferia e ir a comunicarle luego sus recuerdos al linfocito T virgen?
Ya sé, es una explicación tan vaga que no explica nada. No tiene sustento molecular. Pero no me va a negar, lector, que es atractivo pensar que los recuerdos no son algo privativo de una mente completa sino que podemos pensarlo como atributo de lo viviente en general, aún de una sola célula. Al fin y al cabo, tal vez los recuerdos en una mente en su totalidad puedan explicarse por la integración de los miles y miles de recuerdos de cada neurona de diferentes circuitos nerviosos.
Imagen: célula dendrítica.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

Biología, publicidad y multisensorialidad

Como dice Norberto Álvarez Debans en su obra Impacto en los cinco sentidos, los productos que se venden deberían clasificarse de acuerdo con los sentidos a los que van dirigidos, y a través de los cuales despertarán en la percepción interna distintas sensaciones asociadas con lo placentero. Como indicábamos en el artículo "La vida desde adentro" de este mismo blog, el concepto "vida" no es abarcativo sólo de los fenómenos estudiados por la Biología. Si decimos "esto no es vida" o nos preguntamos "si una vida sin felicidad vale la pena de ser vivida", como lo hiciera Aristóteles al sentar las bases de las disciplinas de autoayuda, no estamos pensando en el significado biológico de la palabra "vida". Sin embargo, tampoco nos referimos a un dominio totalmente ajeno. Nuestra atribución "folk" de vida a un determinado objeto procede, como señala Husserl en Ideas II, de un proceso de empatía que nos remite a nuestro propio "sentir que estamos vivos". Es inevitable atribuir "sensaciones vitales" a la oruga que mastica una jugosa hoja con total fruición, o a la ameba que "felizmente" ha atrapado a una bacteria con sus pseudópodos y se dispone a apropiársela, disolviéndola como lo hacemos en nuestro estómago con un trozo de carne bien condimentada.
La percepción multisensorial del mundo, la percepción intraceptiva de nuestros propios estados internos, del peso líquido y el calor agradabe que deja el café con leche en el interior de nuestro estómago, es tanto uno de los elementos de nuestra concepción de la felicidad como de nuestra concepción de la vida. Se trata de aquello que Bachelard dice que debe ser reprimido para que la doxa se convierta en episteme, pero que permanece como algo olvidado que retorna cada vez que el científico, frente al ser viviente que estudia, piensa en términos de deseo, de sexualidad, de placer y de dolor, es decir, de todo aquello que nos resulta interesante porque apela a la vida "desde adentro", y que es el material que modela, conciente o inconcientemente, toda pauta publicitaria.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

martes, 22 de julio de 2008

El monopolio de la cultura

Gould, Dawkins, Margulis, que pertenecen ya a la tradición de la biología de divulgación, se han hecho famosos. La fama, para los griegos, era un misterio inexplicable, que sólo podía atribuirse al capricho del destino. ¿Cuántos genios olvidados habrá en el Campo de Marte de la historia de la ciencia?
A veces lo que hace famoso al científico es ir contra corriente. Otras veces, ir contra corriente lo hunde en el río del olvido. A veces se trata de conseguir una beca del CONICET gracias a un "padrino" que ya está adentro, o bien ir a hacer cualquier curso en el extranjero que pague de su propio bolsillo. En la ciencia es tan cierto, como en otras áreas de la vida, que nadie es profeta en su tierra.
Nunca será famoso un biólogo tibio. Tiene que ser extremista, adoptar una postura filosófica y defenderla como si él fuera sólo su profeta. Viva Darwin, muera Darwin. Dos posturas. Así todo se hace menos equitativo pero más simple. No se puede ser espectador. Sin embargo, Husserl hizo del ser espectador la base de su filosofía. Para él contaba la actitud, natural o fenomenológica, y no tanto los juicios que hacemos parados sobre ella, contemplando.
Yo tengo un doctorado en la UBA, soy profesor universitario, pero no he publicado en revistas extranjeras con referato, no he hecho artículos eruditos llenos de citas a pié de página, no tengo alguien que me apadrine, no pertenezco al CONICET. Creo tener cosas interesantes para decir, pero ¿quién me va a escuchar? El blog es el último refugio para dar a conocer lo que pienso. Quien quiera oir que oiga.
Un periodista científico bastante conocido se interesó por este blog. Quedó en reunirse conmigo para hablar del tema. Pero nunca más contestó a mis e-mails.
Nuestro editor nos dice que los "media" ya no son como antes. Sólo publicitan los libros que ellos mismos imprimen en editoriales que han comprado y monopolizado. Y entonces comprendo. Comprendo que hay un monopolio de la cultura, y que los que no estamos en él no tenemos esperanzas de flotar ni siquiera nadando contra corriente.
La ciencia de hoy que no tiene uso industrial, igual que la literatura, se ha convertido en periodismo y política.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

viernes, 18 de julio de 2008

Seguros moleculares

¿Qué pasaría si la coagulación sanguínea se disparara dentro de un vaso sanguíneo sano? ¿O si células de un tejido normal comenzaran a suicidarse cometiendo apoptosis porque sí? ¿O si, por el contrario, se empezaran a dividir frenéticamente? El desencadenamiento de cualquier mecanismo molecular tipo cascada, cuyo efecto sea crucial, debe ser cuidadosamente controlado. De hecho lo es, y ese control suele requerir procesos tan elaborados como el mecanismo mismo. Solemos hacernos una idea de estos recursos regulatorios como guardianes que mantienen el proceso en un delicado equilibrio pendiendo de un hilo muy fino, hilo siempre pronto a romperse y a hacer que el proceso se desregule y falle catastróficamente.
Sin embargo, existen dispositivos que podríamos llamar "seguros moleculares". Son especies de reaseguros de que un proceso sólo se haga efectivo cuando es estrictamente necesario, y no en ninguna otra condición. Se disponen a modo de condiciones extras que se deben cumplir (además de las condiciones básicas) para que se le permita a una respuesta molecular desarrollarse.
Y estos seguros son "de todo o nada", ya que, si las condiciones básicas y las extras se cumplen, nada impedirá que el proceso controlado se desenvuelva por completo, de principio a fin.
Más allá de los conocidos ejemplos de la coagulación sanguínea y del control del ciclo celular que cité al principio, he encontrado otros, específicamente en el área de la inmunología.
Para desencadenar una respuesta inflamatoria, unos leucocitos llamados neutrófilos deben detener su circulación sanguínea adhiriéndose firmemente a las células de la pared del vaso (células endoteliales) en un sitio próximo al foco infeccioso, atravesar la pared del vaso inmiscuyéndose entre las células de la misma y reptar hasta el sitio mismo de la lesión. El paso de adhesión no se satisface con una única unión intercelular firme entre proteínas de adhesión (entre ellas integrinas) presentes en la superficie de ambas células involucradas (neutrófilo y célula endotelial). Lejos de ello, hace falta que se establezcan otros dos tipos de uniones más lábiles, aunque también específicas en las que intervienen otro tipo de proteínas de adhesión (las selectinas). para una de estas últimas uniones se requiere además que el endotelio haya sido activado previamente. Todo esto actúa como reaseguro de que la salida de meutrófilos del lecho vascular sólo se produzca cuando exista una razón valedera. Y una vez que los neutrófilos se extravasaron, el resto de la respuesta inflamatoria sigue su curso.
A otra altura de la respuesta inmune, cuando entran en juego las respuestas humoral y celular de los linfocitos, la activación de los linfocitos T por el antígeno invasor procesado y presentado por células denominadas "presentadoras de antígeno" dispone de un seguro similar. Para que un linfocito T se active por su antígeno específico y prolifere en un clon de células combativas idénticas entre sí hacen falta dos señales diferentes e independientes, una estimulatoria y otra coestimulatoria, ambas producidas en la interacción del linfocito con la célula presentadora de antígeno que le muestra el antígeno apropiado. Si sólo se produce la señal estimulatoria básica, dada por la presencia del antígeno, pero no la coestimulatoria (dada por moléculas de superficie accesorias) la activación del linfocito T no sólo no se produce en el momento sino que no se producirá nunca más. Ese linfocito es destinado a la muerte por apoptosis o queda en un estado insensible a cualquier futura activación por ese antígeno. Es una forma de asegurarse de que no va a producirse un clon de linfocitos que sea inadecuado para combatir al antígeno.
Por suerte, entonces, la ocurrencia o no de procesos efectores críticos está muy bien controlada por otros procesos regulatorios que parecen ser muy seguros. Pero, ¿será realmente así? ¿No existirán procesos regulatorios de los procesos regulatorios? ¿Hará falta asegurarse de que el seguro funcione?
Figura: ilustración de un neutrófilo.

Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

jueves, 17 de julio de 2008

Mutación y divulgación científica

Cuando un concepto se extiende demasiado termina por perder sentido. Es lo que sucede con la idea de mutación en el neodarwinismo. Para esta versión de la teoría darwiniana, todo alelo es un mutante, pues deriva del cambio azaroso (filtrado por selección natural) de alelos anteriores. Esta idea elimina las especies, estableciendo continuidad histórica en lo que se nos presenta como un actual campo discontinuo de variedades genéticas y morfológicas. Pero los únicos casos de mutación comprobables, y no fruto de una mera especulación histórica, son aquellos en los que se presenta un carácter (uni o multigénico) que no está presente en la ascendencia, o bien que se activa cada vez más rápido en la vida de la persona, lo cual nos remite a un primer momento en el cual no se manifestaba fenotípicamente, y que, por lo tanto, debió tener un inicio en el tiempo.
Lo que señala Mirta es que la divulgación científica a veces presenta como mutantes solo a los individuos con caracteres observables que son poco comunes, es decir, con el sentido que la palabra tenía en la época en que el positivismo manejaba un concepto de "normalidad" sumamente restrictivo, basado en los aspectos morfológicos más gruesos, sin ningún fundamento científico. Teniendo en cuenta que dos personas no tienen las mismas huellas digitales, todos somos mutantes respecto de alguna forma originaria que en realidad sólo existe en el plano de los mitos y de los cuentos de hadas, del "había una vez" cuando sólo existían Adán y Eva, salidos de manos de Dios tan perfectos como sea concebible.
¿Por qué esta vulgarización de conceptos en su sentido original, ya inoperantes en el ámbito de la "seriedad" científica? Por razones de publicidad. La ciencia debe vender. Para hacerlo tiene dos recursos: la aplicación tecnológica a corto plazo o el sensacionalismo que hace vender, sea a los propios libros de divulgación (y a la editorial que los publica), sea a los auspiciantes de los programas (al ser vistos por determinadas clases de televidentes que no se interesan por otros programas). Esto explica por qué motivos los canales de cable de divulgación científica hablan del Arca de Noé y del Santo Sudario, y los canales "espirituales" se ocupan de la cosmología o de la teoría de la evolución.
Pronostico una ciencia homogénea para todo uso, una igualación progresiva entre textos y programas televisivos de divulgación, esotéricos y de ficción.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

miércoles, 16 de julio de 2008

Ciencia que ladra se vende

No corren buenos tiempos para "vender" la ciencia. Pasados están los gloriosos días de la serie "Cosmos" o aquellos años en que era casi obligatorio comprar lujosos libros sobre arqueología, paleontología o incluso geología para los chicos en edad escolar.
Pero todavía existe un puñado de investigadores que lo sigue intentando a través de pequeños libros - que, para no asustar al posible lector parecen más que libros folletos- y cortos programas de televisión que, en la lucha contra el zapping, mantienen un estado de exaltación constante de todos sus participantes, que parecen estar pensando constantemente "por favor no se nos vaya a aburrir, televidente". Al menos esto es lo que yo percibo donde vivo, en Buenos Aires, Argentina.
Tan preocupados se los ve por no ser "plomos", como decimos los porteños, que incurren en un exceso de bromas y, lo peor, de imprecisiones y hasta de errores a la hora de divulgar. He leído un libro de divulgación de la biología del desarrollo que parafraseaba la letra de una canción pop. Y he visto un programa que mostraba, dentro de una galería de lo que denominaron seres humanos "mutantes" (denominación ya de por sí desagradable) una serie de personas con variados caracteres extraños: una con un remolino en el pelo, otra con ojos color violáceo, una tercera con una altura desmesurada, otra con la capacidad de flexionar la lengua a piacere, una más con los órganos internos en posición invertida. ¿Eran realmente todos esos caracteres producto de mutaciones? Obviamente no. Podría ser la inversión posicional de órganos. El resto son, simplemente, alelos con baja frecuencia poblacional, pero no alelos mutantes, porque ¿respecto a qué gen salvaje podrían llamarse mutantes? Por ejemplo, hay diferentes tipos de cabello: arremolinado, lacio, enrulado, pero ningún tipo es mejor que otro. Y aún si estos caracteres raros pudieran identificarse como verdaderos mutantes, ¿en todos los casos serían mutantes de un gen único y determinado? Por supuesto que no, podrían ser factores multigénicos, como lo son la talla corporal y el color de ojos. ¿Demasiadas imprecisiones -por no decir gruesos errores- verdad?
Hay un viejo dicho: "Perro que ladra no muerde", apelando a advertir que alardear sin tener de qué es espúreo. Yo formularía, en referencia a la divulgación popular de los conocimientos científicos un refrán equivalente: "Ciencia que ladra se vende". Y esto por dos razones. Primero, porque más que la reflexión seria y profunda sobre las hipótesis científicas, lo que logra venderse en el mercado es un alarde de conocimientos llamativos, supuestamente confirmados, que se muestran como indiscutibles para el público lego. Segundo, porque el énfasis está puesto más en vender un producto (un librito con muchos dibujos, un programa de T.V. "light" con pinceladas de humor) que en hacer conocer, en efecto, las actividades científicas en toda su riqueza de pensamiento.
Nosotros, en nuestro libro y en este blog, intentamos otro camino, el más duro, el que no vende. Intentamos divulgar una ciencia que muerda, no sólo que ladre.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

viernes, 11 de julio de 2008

El peligro de lo innumerable

Tal vez la señal más clara de la decadencia de la religión pagana en Roma fue la multiplicación al infinito de los dioses y semidioses. Cuando para todo tema hubo que inventar un dios, y hasta los Césares fueron automáticamente convertidos en dioses, la hermosa religión creada por los griegos e imitada por los romanos llegó a su fin.
Heidegger sospechaba en la aparición de "lo innumerable" la señal del fin de una era del pensamiento y el inicio de otra nueva. El verbalismo vacío de la escolástica tardía fue un ejemplo claro de ello. El protestantismo vino a barrer las innumerables jerarquías de santos mediadores que según Hume había hecho del catolicismo un paganismo renovado.
Lo innumerable amenaza hoy en día a la Biología Molecular. Como Mirta lo señala en su artículo referente al proceso inmunológico, la complejidad que presentan los fenómenos biológicos amenaza con desbordar los límites de lo comprensible. Los fenómenos "de cascada", esos que hacen que la vida funcione con un Kairós o sentido de la oportunidad que ningún medicamento sintético puede imitar, se presentan en los modelos de un modo tan intrincado, que ya no es posible saber si son químicamente funcionales, si no deberían llevar a un desbordamiento caótico, cuyo control, también evidente, nos obliga a esperar el descubrimiento de variables ocultas que trascienden lo físico y lo químico.
¿Será ésta la señal de la "llegada de nuevos dioses" en Biología, como Heidegger lo sospechaba en el ámbito de la física cuántica y relativista y en su comprensión de lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño?
¿Será que al ser sólo una mínima parte de esa totalidad biológica, nuestra corteza cerebral es incapaz de abarcarla en su comprensión? Pero no, esta aceptación de "haber llegado a los límites de conocimiento" es parte del modelo de pensamiento cuyo descontrol anuncia su acabamiento. Si la vida no es complejidad en el límite del caos, sino una forma del propio caos organizada en niveles ocultos para la comprensión de la bioquímica, un aspecto de nuestra mente habita también esa dimensión oculta, y eso puede volverla comprensible para nosotros.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

jueves, 10 de julio de 2008

Ventajas y desventajas de la extrema complejidad

Una de las preocupaciones principales de nuestro libro y, consecuentemente, de nuestro blog es la complejidad biológica, condición tan generalizada en los aspectos moleculares como insondable en sus razones, si las hubiere. Acaso, ¿no podría la sangre coagularse en el sitio de una lesión mediante un mecanismo mucho más simple que la cascada de numerosas activaciones proteolíticas sucesivas que de hecho se pone en juego? (y que describe de un modo accesible M. Behe en La caja negra de Darwin).
Es válido plantearse el mismo tipo de interrogante respecto al sistema de complemento, sistema de inmunidad inespecífica contra infecciones bacterianas del que he estado informándome los últimos días. El enorme fárrago de información que hallé sobre este tema me ha dejado pasmada por su extrema complejidad.
En este sistema interviene un numeroso conjunto de proteínas que, de modo similar a como ocurre durante la coagulación, se van activando en cascada unas a otras para finalmente destruir al microorganismo invasor al causarle perforaciones de membrana que lo llevan a la lisis y muerte celular. Además, el sistema sirve para "marcar" al microorganismo como partícula extraña y facilitar que sea digerido por células inmunes fagocíticas. El complemento puede activarse por tres vías distintas que terminan confluyendo en pasos comunes. Cada una de estas vías involucra su propio conjunto de proteínas efectoras. He contado unas 16 en la vía clásica y unas 9 en la alterna. Los últimos pasos también suman varias proteínas que se aglomeran sobre la superficie del microorganismo hasta conformar un poro que lo desestabiliza osmóticamente. A esta cuenta habría que sumar múltiples proteínas que son reguladoras de la acción de las efectoras.
Entonces surge una pregunta: ¿Hacen falta tantas proteínas encadenando sus acciones para eliminar bacterias invasoras de un modo inespecífico? ¿Cuál será la ventaja? Es difícil postular alguna. Pero sí se conoce la principal desventaja de tanta complicación, porque se han descripto condiciones clínicas derivadas de las deficiencias de todos y cada uno de los componentes del sistema. Mutaciones en cualquiera de los genes que codifican las proteínas efectoras o las proteínas reguladoras, o incluso la presencia de un exceso de factores activadores del complemento (como ocurre en el lupus) impiden su funcionamiento, lo que trae aparejada una mayor susceptibilidad a procesos infecciosos por bacterias encapsuladas y enfermedades reumáticas, entre otras afecciones.
En definitiva, la multiplicación de factores intervinientes en un único proceso multiplica las posibilidades de fallos. También multiplica, es obvio, el costo energético de la respuesta. Pero sigamos pensando acerca de las posibles ventajas de esta gran complejidad. A menudo se presupone que la mayor complejidad funcional permite una regulación más detallada y más ajustada, o sea, una modulación de cada pequeño componente por separado y en el grado deseado (pequeños aumentos o disminuciones de actividad). Sin embargo, una regulación así, también -al igual que el mecanismo que regula- tiene muchas más posibilidades de desrregularse y causar efectos perjudiciales que una regulación sencilla. Así que esto pasa a ser otro factor en contra.
Entonces, ¿tendríamos que dejar de estimar a lo complejo como superior per se? ¿Existirá un límite de máxima complejidad por encima del cual no puede asegurarse su conveniencia?
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.