¿Qué pasaría si la coagulación sanguínea se disparara dentro de un vaso sanguíneo sano? ¿O si células de un tejido normal comenzaran a suicidarse cometiendo apoptosis porque sí? ¿O si, por el contrario, se empezaran a dividir frenéticamente? El desencadenamiento de cualquier mecanismo molecular tipo cascada, cuyo efecto sea crucial, debe ser cuidadosamente controlado. De hecho lo es, y ese control suele requerir procesos tan elaborados como el mecanismo mismo. Solemos hacernos una idea de estos recursos regulatorios como guardianes que mantienen el proceso en un delicado equilibrio pendiendo de un hilo muy fino, hilo siempre pronto a romperse y a hacer que el proceso se desregule y falle catastróficamente.
Sin embargo, existen dispositivos que podríamos llamar "seguros moleculares". Son especies de reaseguros de que un proceso sólo se haga efectivo cuando es estrictamente necesario, y no en ninguna otra condición. Se disponen a modo de condiciones extras que se deben cumplir (además de las condiciones básicas) para que se le permita a una respuesta molecular desarrollarse.
Y estos seguros son "de todo o nada", ya que, si las condiciones básicas y las extras se cumplen, nada impedirá que el proceso controlado se desenvuelva por completo, de principio a fin.
Más allá de los conocidos ejemplos de la coagulación sanguínea y del control del ciclo celular que cité al principio, he encontrado otros, específicamente en el área de la inmunología.
Para desencadenar una respuesta inflamatoria, unos leucocitos llamados neutrófilos deben detener su circulación sanguínea adhiriéndose firmemente a las células de la pared del vaso (células endoteliales) en un sitio próximo al foco infeccioso, atravesar la pared del vaso inmiscuyéndose entre las células de la misma y reptar hasta el sitio mismo de la lesión. El paso de adhesión no se satisface con una única unión intercelular firme entre proteínas de adhesión (entre ellas integrinas) presentes en la superficie de ambas células involucradas (neutrófilo y célula endotelial). Lejos de ello, hace falta que se establezcan otros dos tipos de uniones más lábiles, aunque también específicas en las que intervienen otro tipo de proteínas de adhesión (las selectinas). para una de estas últimas uniones se requiere además que el endotelio haya sido activado previamente. Todo esto actúa como reaseguro de que la salida de meutrófilos del lecho vascular sólo se produzca cuando exista una razón valedera. Y una vez que los neutrófilos se extravasaron, el resto de la respuesta inflamatoria sigue su curso.
Sin embargo, existen dispositivos que podríamos llamar "seguros moleculares". Son especies de reaseguros de que un proceso sólo se haga efectivo cuando es estrictamente necesario, y no en ninguna otra condición. Se disponen a modo de condiciones extras que se deben cumplir (además de las condiciones básicas) para que se le permita a una respuesta molecular desarrollarse.
Y estos seguros son "de todo o nada", ya que, si las condiciones básicas y las extras se cumplen, nada impedirá que el proceso controlado se desenvuelva por completo, de principio a fin.
Más allá de los conocidos ejemplos de la coagulación sanguínea y del control del ciclo celular que cité al principio, he encontrado otros, específicamente en el área de la inmunología.
Para desencadenar una respuesta inflamatoria, unos leucocitos llamados neutrófilos deben detener su circulación sanguínea adhiriéndose firmemente a las células de la pared del vaso (células endoteliales) en un sitio próximo al foco infeccioso, atravesar la pared del vaso inmiscuyéndose entre las células de la misma y reptar hasta el sitio mismo de la lesión. El paso de adhesión no se satisface con una única unión intercelular firme entre proteínas de adhesión (entre ellas integrinas) presentes en la superficie de ambas células involucradas (neutrófilo y célula endotelial). Lejos de ello, hace falta que se establezcan otros dos tipos de uniones más lábiles, aunque también específicas en las que intervienen otro tipo de proteínas de adhesión (las selectinas). para una de estas últimas uniones se requiere además que el endotelio haya sido activado previamente. Todo esto actúa como reaseguro de que la salida de meutrófilos del lecho vascular sólo se produzca cuando exista una razón valedera. Y una vez que los neutrófilos se extravasaron, el resto de la respuesta inflamatoria sigue su curso.
A otra altura de la respuesta inmune, cuando entran en juego las respuestas humoral y celular de los linfocitos, la activación de los linfocitos T por el antígeno invasor procesado y presentado por células denominadas "presentadoras de antígeno" dispone de un seguro similar. Para que un linfocito T se active por su antígeno específico y prolifere en un clon de células combativas idénticas entre sí hacen falta dos señales diferentes e independientes, una estimulatoria y otra coestimulatoria, ambas producidas en la interacción del linfocito con la célula presentadora de antígeno que le muestra el antígeno apropiado. Si sólo se produce la señal estimulatoria básica, dada por la presencia del antígeno, pero no la coestimulatoria (dada por moléculas de superficie accesorias) la activación del linfocito T no sólo no se produce en el momento sino que no se producirá nunca más. Ese linfocito es destinado a la muerte por apoptosis o queda en un estado insensible a cualquier futura activación por ese antígeno. Es una forma de asegurarse de que no va a producirse un clon de linfocitos que sea inadecuado para combatir al antígeno.
Por suerte, entonces, la ocurrencia o no de procesos efectores críticos está muy bien controlada por otros procesos regulatorios que parecen ser muy seguros. Pero, ¿será realmente así? ¿No existirán procesos regulatorios de los procesos regulatorios? ¿Hará falta asegurarse de que el seguro funcione?
Figura: ilustración de un neutrófilo.Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.
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