viernes, 4 de julio de 2008

El gran engaño del HIV


El HIV, virus responsable del síndrome de inmunodeficiencia humana (SIDA), es un virus tan atípico en sus mecanismos de patogenicidad y ha causado tal mella y conmoción sobre la humanidad que el SIDA es, probablemente, la enfermedad infecciosa que más ha dado que hablar en las últimas décadas en todo el mundo. No es mi intención aquí repasar los crecientes conocimientos moleculares sobre esta patología sino contarles tan sólo un pequeño detalle de la misma que ha llamado mi atención.

Hace mucho tiempo que es sabido que una estirpe particular de linfocitos T del sistema inume, los CD4+, son infectados por el HIV, que luego de hacer una copia de su genoma de ARN a ADN integra dicha copia dentro del genoma de la célula T, permaneciendo silencioso y latente durante años hasta el momento en que se activa y destruye al linfocito hospedante y su progenie pasa a infectar a otros linfocitos. Lo que recién ahora comienza a entenderse es cómo el HIV arriba a estos linfocitos T.

El HIV se vale de engañar a otro tipo celular inmunitario, las células dendríticas, para llegar a su blanco, los ya mencionados linfocitos T CD4+, que están localizados en los órganos linfáticos secundarios. La célula dendrítica en circulación detecta al virus a través de un receptor de superficie (receptor lectina tipo C) que reconoce ciertos hidratos de carbono que exhibe el HIV y entonces lo endocita, o sea que lo internaliza con la intención de digerirlo. No obstante, por alguna argucia desconocida del virus, a la célula dendrítica le resulta imposible degradar al HIV una vez que lo "tragó", y por el contrario, termina albergándolo, protegido e intacto, dentro de un compartimiento intracelular, mientras lo transporta a un órgano linfático secundario. Allí, la célula dendrítica, que sin advertirlo no ha logrado destruir y procesar al HIV, en lugar de presentar al linfocito T un péptido inocuo, derivado del procesamiento del virus, como en teoría debería hacer, ¡le presenta en su superficie al virus entero y activo!. Entonces, el HIV "aprovecha" para atacar e invadir al linfocito T CD4+, llegando así a su objetivo final.

Es así que los juegos de las escondidas y de los disfraces a los que juega este retrovirus van más allá de permanecer callado y oculto dentro de las células T. Y más allá aún de variar constantemente las moléculas antigénicas que presenta en su superficie, confundiendo al sistema inmune. Antes que todo eso, y apenas invade el organismo, viaja subrepticiamente oculto en células dendríticas.

Sin duda, estas habilidades para el engaño tienen mucho que ver con la enorme dificultad que sigue presentando el desarrollo de terapéuticas y de vacunas contra el HIV-SIDA, ¿no le parece?
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.
Figura: Modelo en tres dimensiones del HIV

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