martes, 8 de julio de 2008

Biología y filosofía de la sospecha

La metafísica y la ciencia se han basado siempre en la sospecha de que las cosas no son como parecen. Uno de los análisis más detallados de esa idea lo encontramos en la Ciencia de la Lógica de Hegel. En esta obra monumental, el filósofo nos muestra el modo en que la apariencia nos lleva a la realidad, y en que, de la realidad, debemos retornar a la apariencia, lo cual genera lo que él llama "el mundo invertido". Por ejemplo, de la apariencia de que el Sol sale y se pone todos los días pasamos a la "realidad" de que es la Tierra la que se mueve. Pero hay que probar que un observador terrestre verá esa realidad de otra manera, bajo la "apariencia" de una salida y una puesta del Sol.
Dentro de la filosofía y de la ciencia hay corrientes que llevan esa sospecha más lejos, entendiendo que la apariencia no es el resultado fortuito de la perspectiva del observador, sino un producto intencional de una realidad que "gusta de ocultarse". Incluso ese ocultamiento se atribuye a cierta intencionalidad que no pertenece a ningún sujeto individual consciente. El propio Hegel inicia en la modernidad esta línea de pensamiento al suponer que Dios, como razón histórica, usa las pasiones de los grandes hombres para ocultar sus verdaderas intenciones, que tienen que ver con una ascensión hacia grados superiores de conciencia y autoconciencia.
Otro filósofo de la sospecha es Nietzsche. Para él nuestros valores occidentales ocultan el afán de revancha de los esclavos romanos que adhirieron al cristianismo como una ideología de la sumisión y de la igualdad.
También Marx sospechaba que las ideas son sólo un reflejo deformado de una realidad económica que busca a través de ellas una legitimidad que le permita reproducirse a sí misma y perpetuarse en el tiempo.
Y no debemos olvidarnos de Freud, quien sospechaba que las verdaderas motivaciones de nuestros actos se originan en una "entidad" a la que llamaba "el inconciente".
En la Biología también tenemos filósofos de la sospecha. Empezando por Darwin, para quien la belleza apacible de un prado oculta la realidad de un combate encarnizado por la supervivencia. Siguiendo por Dawkins, para quien los genes nos usan de un modo egoísta como máquinas que aseguran su reproducción y su sostenimiento en el tiempo -una sospecha curiosamente próxima a la que suscitaba en Marx el mundo de la cultura-. ¿Y Margulis? Ella sospecha que las bacterias nos han utilizado como un medio para conquistar la Tierra e incluso viejar al espacio exterior.
Atribuir intencionalidad a seres inconcientes ¿es un recurso legítimo para la ciencia de hoy? Es un recurso muy utilizado en Ciencias Humanas. También en Biología. ¿No debería asumirse conscientemente como una metáfora o una analogía que busca una comprensión o familiaridad, pero no una explicación por subsunción de los hechos bajo leyes universales?
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

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