miércoles, 16 de julio de 2008

Ciencia que ladra se vende

No corren buenos tiempos para "vender" la ciencia. Pasados están los gloriosos días de la serie "Cosmos" o aquellos años en que era casi obligatorio comprar lujosos libros sobre arqueología, paleontología o incluso geología para los chicos en edad escolar.
Pero todavía existe un puñado de investigadores que lo sigue intentando a través de pequeños libros - que, para no asustar al posible lector parecen más que libros folletos- y cortos programas de televisión que, en la lucha contra el zapping, mantienen un estado de exaltación constante de todos sus participantes, que parecen estar pensando constantemente "por favor no se nos vaya a aburrir, televidente". Al menos esto es lo que yo percibo donde vivo, en Buenos Aires, Argentina.
Tan preocupados se los ve por no ser "plomos", como decimos los porteños, que incurren en un exceso de bromas y, lo peor, de imprecisiones y hasta de errores a la hora de divulgar. He leído un libro de divulgación de la biología del desarrollo que parafraseaba la letra de una canción pop. Y he visto un programa que mostraba, dentro de una galería de lo que denominaron seres humanos "mutantes" (denominación ya de por sí desagradable) una serie de personas con variados caracteres extraños: una con un remolino en el pelo, otra con ojos color violáceo, una tercera con una altura desmesurada, otra con la capacidad de flexionar la lengua a piacere, una más con los órganos internos en posición invertida. ¿Eran realmente todos esos caracteres producto de mutaciones? Obviamente no. Podría ser la inversión posicional de órganos. El resto son, simplemente, alelos con baja frecuencia poblacional, pero no alelos mutantes, porque ¿respecto a qué gen salvaje podrían llamarse mutantes? Por ejemplo, hay diferentes tipos de cabello: arremolinado, lacio, enrulado, pero ningún tipo es mejor que otro. Y aún si estos caracteres raros pudieran identificarse como verdaderos mutantes, ¿en todos los casos serían mutantes de un gen único y determinado? Por supuesto que no, podrían ser factores multigénicos, como lo son la talla corporal y el color de ojos. ¿Demasiadas imprecisiones -por no decir gruesos errores- verdad?
Hay un viejo dicho: "Perro que ladra no muerde", apelando a advertir que alardear sin tener de qué es espúreo. Yo formularía, en referencia a la divulgación popular de los conocimientos científicos un refrán equivalente: "Ciencia que ladra se vende". Y esto por dos razones. Primero, porque más que la reflexión seria y profunda sobre las hipótesis científicas, lo que logra venderse en el mercado es un alarde de conocimientos llamativos, supuestamente confirmados, que se muestran como indiscutibles para el público lego. Segundo, porque el énfasis está puesto más en vender un producto (un librito con muchos dibujos, un programa de T.V. "light" con pinceladas de humor) que en hacer conocer, en efecto, las actividades científicas en toda su riqueza de pensamiento.
Nosotros, en nuestro libro y en este blog, intentamos otro camino, el más duro, el que no vende. Intentamos divulgar una ciencia que muerda, no sólo que ladre.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

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