domingo, 28 de septiembre de 2008

¿Mejor prevenir que curar?

He estado leyendo un trabajo científico de revisión muy interesante publicado el año pasado en la prestigiosa revista Biochemical Journal. Describe muy acertadamente los mecanismos de que disponen las células de mamífero para la homeostasis del oxígeno, es decir, el control de la presión parcial de dicho gas en los tejidos. El paper se centra en el papel que desempeña un factor de transcripción -o sea, un regulador genético- que es inducible por hipoxia (el HIF). Vale aclarar que el autor del trabajo, G. Semenza, fue, hacia 1992 uno de los descubridores de dicho factor.
De este trabajo uno puede aprender que la hipoxia -condición en que el sumimistro de oxígeno en relación al consumo celular resulta insuficiente- causa un aumento en el nivel de radicales libres. Usted los habrá oído nombrar, ¿verdad?. Estos radicales libres son capaces de oxidar masivamente proteínas, lípidos y ácidos nucleicos, lo que causa un daño tal a la célula que puede llegar a matarla. Esto sucede porque, al escasear el oxígeno, una parte de la respiración aeróbica -la cadena respiratoria- funciona deficientemente. Los electrones que se transfieren a lo largo de esta cadena no llegan al final sino que son entregados al oxígeno de manera prematura, ocasionando la liberación de aniones superóxido (un tipo de radical libre).
Sin embargo, frente a la hipoxia existe una respuesta de emergencia que, al menos temporalmente, puede salvar a la célula afectada de morir, y es la respuesta que monta HIF.
Este HIF activa cientos de genes que producen proteínas que ayudan a la célula a lidiar con la hipoxia. Algunos inhiben la respiración aeróbica, otros fomentan la fermentación y otros estimulan la generación de nuevos vasos sanguíneos capaces de traer más oxígeno al tejido.
Ahora adivine: ¿Cuál es el estímulo que desencadena la producción de HIF y con éste efecto asegura la supervivencia celular? Sí, adivinó. Los mismos radicales libres. Justo el agente dañino que la respuesta busca neutralizar. Es decir que la respuesta no parece llegar a tiempo. Nada de alarmas preventivas. Los ladrones ya están en casa cuando suena la alarma y llega la policía. ¿Mejor prevenir que curar? Parece que nuestras células no siempre piensan lo mismo.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

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