domingo, 14 de septiembre de 2008

Limitaciones estructurales de la variabilidad de la vida

Hace poco aparecieron unos DVD con películas de Discovery Channel -con el título Futuro Salvaje- dedicadas a especular sobre las formas de vida que sustituirán a las existentes dentro de millones de años (incluyendo calamares voladores que se comunican con lenguaje de señas luminosas, o totugas gigantescas de cuellos alargados similares a dinosaurios).
No cabe duda de que la teoría de la evolución es capaz de alimentar a la ciencia ficción, pero hasta ahora sólo se había hecho eso en dirección a pensar en un supervertebrado como evolución futura de la especie humana. Nadie hubiera especulado, antes de la Segunda Guerra Mundial, con la posibilidad de que, fuera de la especie humana, otros órdenes de seres vivientes pudieran ocupar su lugar supuestamente hegemónico en la Naturaleza.
Basada en la idea de constricciones ontogenéticas de Gould, esta serie de películas especula con posibles desarrollos, por adición terminal, a partir de formas de vida marginales, una vez que las formas dominantes se hayan extinguido.
Quisiera mencionar, por otra parte, el hecho de que ver a los genes como planes estructurales de carácter puramente informacional ha contribuido a la idea de que, sea por pequeñas variaciones, sea por saltaciones que continúen a grandes extinciones, la vida es capaz de generar cualquier cosa. Ocurre que las informaciones genéticas, se piensa, pueden ser reescritas al azar de maneras infinitas. Pero esto no es correcto, y que no lo sea ya era claro para Nietzsche, cerca de finales del siglo XIX. Sí, Nietzsche, un vitalista partidario de la idea de evolución, profeta de la llegada de lo sobrehumano (como sobresimiesco es el ser del hombre).
Nietzsche sabía que la energía total del universo se conserva. Que por eso mismo no puede ser infinita (si lo fuera, como infinito más cualquier cifra da infinito, se conservaría la energía aunque surgiera energía de la nada, lo cual es contradictorio). Influido por la lectura de Boscovich, sabía que esa energía viene en paquetes mínimos que se combinan entre sí en un número limitado de formas posibles. Dado que los seres vivientes sólo constituyen una porción de esas posibilidades, las variaciones de la vida son más limitadas aún que las meramente físico-químicas. Eso le hizo sostener que la idea de progreso en la evolución era un antropomorfismo insostenible, y que si el universo existiera en un tiempo infinito, por más grande que fuera la cifra de combinaciones posibles entre los cuantos de energía, todo lo posible ya ha pasado, y eso infinitas veces.
Los físicos no creen que el tiempo sea infinito, pero eso no quita el hecho de que es un resultado de la lógica más pura el que hay un número muy grande pero necesariamente limitado de formas de vida posibles. ¿No son esas posibilidades las que deberían estudiarse en biología, sin importar tanto cuándo vienen unas y cuándo surgen las otras, y cuáles proceden de cuáles otras?
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

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