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viernes, 11 de abril de 2008

La ciencia avanza gracias a un olvido de su propio origen

El título de este artículo surge de una deducción que podemos hacer a partir de un extraño texto inédito del filósofo Edmund Husserl, llamado "El origen de la Geometría". Allí el autor introduce por primera vez la distinción entre una historia externa y una historia interna de la ciencia, que luego fuera desarrollada por epistemólogos famosos como Imre Lákatos.
Lo que el filósofo alemán se pregunta en este texto es cómo una idea que se manifestó por primera vez en la cabeza de un hombre, se vuelve comunitaria, y se convierte en un plan compartido para tareas infinitas, es decir, en una "tradición".
Lo que llama la atención de este texto es que Husserl plantea que no habría avance de la ciencia si un científico no "diera por supuesta" la verdad de los conocimientos que le fueron legados por sus predecesores en el ámbito. Es decir, existe una especie de "olvido" o de "adormecimiento" que sufren los científicos durante el proceso de su adiestramiento, eso que a veces llamamos "deformación profesional", y que los lleva a pensar, en los períodos que Kuhn llama "de ciencia normal", que están acrecentando el saber en un proceso acumulativo.
La filosofía, desde Platón, es planteada como una "anámnesis", como un despertar de esa amnesia que no sólo está presente en la labor cotidiana del científico sino también en las labores de la vida común. El científico "trabaja", y mientras lo hace, no tiene tiempo para reflexionar acerca de su labor.
Un ornitólogo, por ejemplo, observa el comportamiento de cortejo de las aves, y anota que "al desplegar su plumaje de colores, el macho atrae a la hembra, logrando la victoria sobre sus rivales". Cree que está haciendo una descripción "objetiva" de una serie de "hechos", y no podría ser de otra manera, porque de lo contrario sería automáticamente expulsado de su "gremio".
El filósofo, en cambio, "ve", con una mirada distanciada y reflexiva, que esa página "inocente" de la historia de la ornitología "chorrea" de presupuestos y lugares comunes. Se pregunta, por ejemplo, ¿sabrá la hembra distinguir los colores del macho como lo hace el ornitólogo?, ¿"elije" la hembra a su pareja, o es movida inconcientemente por la estimulación visual, y quizás por alguna estimulación química que desconocemos, para dejarse atrapar por sus "encantos"?, ¿atrae el pájaro macho a la hembra con su despliegue de recursos, o aleja, por comparación, a los posibles competidores?
Pero el filósofo irá todavía más lejos. Se preguntará ¿no es toda esta observación una ilusión subjetiva del ornitólogo?, ¿no está su discurso atravesado, invadido por los conceptos aprendidos de sus maestros, o incluso por sus propias fantasías sexuales? Y, pensando la cuestión más profundamente, ¿qué sabemos de lo que el macho siente al desplegar sus plumas, y la hembra al aceptarlo como pareja?, ¿acaso "sienten" ellos como sentimos nosotros?, ¿acaso "piensan"? Tal vez deberíamos verlos como la cáscara de complejas maquinarias moleculares en interacción, como un movimiento atómico continuo en el que se dibujan aquí y allí islas de estabilidad que se presentan ilusoriamente como aquéllo que llamamos "pájaros".
Cuando un biólogo nos habla de inversiones, de economía, de ventajas y desventajas adaptativas, su lenguaje chorrea Economía. Él ha olvidado que antes de Darwin ese lenguaje económico era inaceptable para la Biología, ciencia admiradora de las armonías divinas de las criaturas más complejas dentro de una naturaleza armoniosamente gobernada por leyes fatales. No nos olvidemos que Newton, en su magna obra de física, nos habla con toda seriedad del espacio y del tiempo absolutos como "órganos sensoriales de Dios".
Ese olvido del origen, que es un olvido de que la ciencia surge de las operaciones mentales de sujetos marcados por su historia personal y colectiva, es, sin embargo, un olvido necesario para el desarrollo normal de la profesión. El biólogo es biólogo, no es filósofo, y cuando hace filosofía, lo hace sólo si siente que su profesión está en crisis y que debe rescatarla de los intentos por convertirla en física y química, por convertirla en una matemática de la complejidad, o por convertirla en una ciencia de las manifestaciones del Espíritu Divino en el mundo. Amenazas que surgen cuando su disciplina acumula demasiadas anomalías, o cuando sus explicaciones se vuelven inverosímiles, o simplemente demasiado aburridas.
El filósofo, por su parte, como un tábano socrático, estará siempre espiando la labor del biólogo para asustarlo, para hacerlo dudar, para ponerlo furioso, para preguntarle constantemente ¿quién eres?, ¿qué es lo que sabes realmente?
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

miércoles, 9 de abril de 2008

Física y Biología: una relación difícil

Un artículo del físico Lord Kelvin amargó los últimos días de la vida de Darwin. En él planteaba que, si la Tierra había comenzado siendo un globo incandescente de piedra líquida, calculando el ritmo de su enfriamiento progresivo en el espacio vacío, debía tener unos treinta millones de años. La honestidad intelectual de Darwin lo llevó a aceptar mecanismos aceleradores para la evolución, como la herencia de caracteres adquiridos (armando para ello una teoría de la herencia que sería más tarde desechada), pero nunca quedó del todo satisfecho. Para que la evolución fuera creíble, necesitaba lentitud. Necesitaba que las pequeñas variedades se volvieran, después de millones de años, razas y especies verdaderas. Murió sin saber que un día la física cambiaría, y que la teoría atómica iba a fijar fechas más largas, más acordes con su idea.
Hoy en día la teoría acerca del origen de la vida se encuentra en similares aprietos. Las condiciones que postula esa misma teoría atómica para la formación del sistema solar a partir del estallido de una supernova, antes de la condensación de la nebulosa postulada por Kant y Laplace, nos aleja mucho del lago apacible de temperatura templada y cargado de macromoléculas que postularan los darwinianos como matraz ideal para la alquimia de la generación de vida a partir de materia orgánica inerte.
¿Quién cederá en el combate? ¿Debería la física acomodar sus hipótesis cosmogónicas a la posibilidad de surgimiento de la vida sobre la Tierra? ¿O debe la Biología hacer malabarismos conceptuales para probar que el período que va de la formación de la Tierra a la aparición de las primeras bacterias era, de todos modos, favorable a la formación y a la conservación de los procesos metabólicos y replicativos que, juntos o por separado, iban a dar lugar a la formación de esas bacterias? ¿Deberá la Biología aceptar que esas bacterias vinieron de otro lado, que la vida empezó en el espacio y fue sembrada en la Tierra, como postula la panspermia? ¿O tal vez, como hace la Teoría de la Complejidad, probar que en situaciones fuera del equilibrio termodinámico los procesos vivientes son algo "de lo más natural"?
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

lunes, 7 de abril de 2008

¿Qué es la Biología?

Kant, filósofo de gran influencia en el ámbito científico (Einstein lo citó bastante, y es casi el único al que citó, aparte de su inspirador filósofo y físico Mach), dijo que el hombre encuentra en las cosas lo que antes ha puesto en ellas. Eso significa que los "puros hechos" no existen (salvo en el caso extremo de los datos inmediatos de la sensación, que son también algo que está "del lado del sujeto", por lo menos desde que Descartes y Galileo fundaron la física moderna).
Lo que Kant dice es cierto, básicamente, porque la Biología, por ejemplo, como dice su nombre, no es la vida, sino una "palabra o discurso racional" (logos) acerca de ella. El discurso es lo que dicen los hombres que las cosas son. Esto no nos lleva a un subjetivismo radical, simplemente porque no todos los hombres "dicen" lo que es la vida, ni lo dice tampoco "cada hombre" de aquellos que están gremialmente autorizados para decirlo.
Para hacerlo más simple, la ciencia, cualquier ciencia, es una institución tradicional, que subsiste y evoluciona por educación (no se ha encontrado aún el gen de la inquietud o de la experticia en materia de Biología). Esa institución surgió fuera de las universidades (Galileo estudió en una academia, no en la Universidad), pero con el tiempo se apropió de esas instituciones teológicas medievales y aprovechó sus posibilidades de tradicionalización.
En el caso de la Biología, el discurso suyo se separó del discurso físico, debido posiblemente a la influencia de la medicina (los primeros biólogos fueron médicos). Se esperaba del estudio de la vida recursos para mejorar la vida humana, algo que fue más lento y llevó más tiempo que en el campo de la física. La biotecnología es algo reciente, muy reciente comparado con las aplicaciones tecnológicas de la física.
Como muestra Hegel en la Fenomenología del espíritu, la conciencia trata de absorber una realidad que se le escapa constantemente. "Habla", entonces, de ella, como un modo mítico de apropiársela. Si lo lograra, dice Hegel, llegaríamos a la autoconciencia total, es decir, en lugar del hombre estaría Dios, y todo en él. Por eso mismo es que, según Kant, el conocimiento absoluto es un ideal que nunca se alcanza, y la ciencia, así, se vuelve deliciosa por lo que promete, pero mantiene el sabor de lo deseado pero inalcanzable.
Para la Biología la vida es, y "debe" ser, como la Beatrice del Dante, y por eso en este blog, para que la Biología no se vuelva desabrida, y para que los biólogos no se mueran de inanición, nos planteamos dudas, provocamos -como ha dicho uno de nuestros fieles comentaristas- con algunos títulos sensacionalistas, y hacemos preguntas que dejamos sin responder.
La Biología es una más de las maneras en que el espíritu lucha (amorosamente) con la materia, en una batalla que siempre está, en cada momento, perdida, pero que siempre será ganada "mañana".
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Nuestra propuesta

Pretendemos dilucidar la lógica que subyace a los complejos mecanismos moleculares, que son los verdaderos arquitectos encargados de crear a los seres vivientes y de regular su funcionamiento.
Abordamos los distintos campos de estudio de la biología, incluyendo la fisiología, la ecología, la teoría de la evolución y las hipótesis acerca del origen de la vida, pero siempre desde la perspectiva de la biología molecular, que es la parte de esta disciplina que se ha desarrollado más vertiginosamente en los últimos tiempos.
Lejos de asumir partidismos que sólo contribuirían a aumentar la confusión reinante entre cuestiones políticas, religiosas y filosóficas, nos proponemos asumir una distancia que nos permita reflexionar sobre los aspectos paradigmáticos involucrados en los actuales debates en torno a la evolución, el diseño inteligente y el orden gratuito en sistemas que se encuentran en el límite del caos, del cual han participado Gould, Kauffman, Goodwin, Margulis, Lovelock, Behe, y muchos otros.
Proponemos una perspectiva no reduccionista que rescate la complejidad de la vida sin caer en la falacia del “análisis mal planteado”, falacia que pretende que dividir un sistema en sus componentes es lo mismo que ir a los fundamentos y que realizar un viaje en el tiempo hacia los orígenes del sistema analizado.
La vida, creemos nosotros, es un acontecimiento cuyo ser está oculto, y la biología es la construcción de un discurso interminable que intenta apresar ese ser real que no puede ser convertido en lenguaje. Intentamos pensar el movimiento que se construye entre ese ser sustraído y el discurso que trata de iluminarlo.
Copyright Daniel Omar Stchigel y Mirta Elena Grimaldi. Derechos reservados.