sábado, 26 de julio de 2008

¿Puede una célula recordar?

Cuando un microorganismo supera las barreras de inmunidad primaria y establece un foco infeccioso las células dendríticas lo reconocen como antígeno in situ, lo digieren y lo procesan. Luego viajan hasta algún órgano linfático secundario donde presentan el resultado de la digestión -un péptido perteneciente al agente infeccioso-, a un linfocito T virgen que lo reconoce (pues cuenta con el receptor apropiado para ello). Como consecuencia, el linfocito T se activa y comienza su expansión clonal, es decir, se reproducirá hasta producir un ejército de miles y miles de linfocitos T idénticos dispuestos a combatir al microorganismo invasor.
Sin embargo, no todos los linfocitos T vírgenes que esperan ser activados son iguales. Según qué proteína de superficie presenten (CD4 o CD8) sus acciones contra el invasor serán diferentes. Lo más intrigante es que un linfocito que expresa CD4 puede diferenciarse en dos tipos de célula efectora completamente distintos (denominados perfiles Th1 y Th2). El linfocito con perfil Th1 se especializa en luchar contra patógenos intracelulares, como los virus, mientras que el de perfil Th2 se dedica a combatir patógenos extracelulares, como la mayoría de las bacterias. ¿Qué es lo que determina que el linfocito T que posee CD4 y que fue activado por la célula dendrítica elija uno u otro camino de diferenciación? Lo determina cuál sea exactamente el conjunto de moléculas mediadoras (citoquinas y quimiocinas) que produzca y secrete la célula dendrítica al encontrarse con el linfocito T. ¿Y qué es lo que determina qué conjunto de citoquinas y quimiocinas produce la célula dendrítica? El tipo de interacción que han establecido con el antígeno en el tejido periférico donde se produjo la infección. ¿Y qué determina el tipo de interacción? El tipo de interacción fue definido por cuál de los receptores que posee la célula dendrítica fue el que actuó reconociendo al antígeno.
Quiero que usted, lector, note un pequeño detalle que es crucial. Esta interacción inicial receptor-antígeno ocurre en un tejido de la periferia del organismo, mientras que la producción de mensajeros químicos sucede después y en otro sitio, en un órgano linfático. ¿Cómo se vincula el primer suceso con el último? Es un misterio.
Podríamos postular que la interacción receptor-ligando activa la expresión de un conjunto determinado de genes de citoquinas y de quimiocinas, pero ¿por qué no se empiezan a liberar ya en el tejido infectado inicial? Para explicarlo deberíamos postular que un mecanismo "silenciador" temporal apaga la expresión de los genes activados hasta llegar al órgano linfático secundario, donde de un modo extraño retoma su curso la activación de la expresión. Es decir, complicadísimos mecanismos moleculares distribuidos en tiempo y en espacio.
¿No es más fácil imaginar que la célula dendrítica puede "recordar" las características del antígeno que detectó en la periferia e ir a comunicarle luego sus recuerdos al linfocito T virgen?
Ya sé, es una explicación tan vaga que no explica nada. No tiene sustento molecular. Pero no me va a negar, lector, que es atractivo pensar que los recuerdos no son algo privativo de una mente completa sino que podemos pensarlo como atributo de lo viviente en general, aún de una sola célula. Al fin y al cabo, tal vez los recuerdos en una mente en su totalidad puedan explicarse por la integración de los miles y miles de recuerdos de cada neurona de diferentes circuitos nerviosos.
Imagen: célula dendrítica.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

Biología, publicidad y multisensorialidad

Como dice Norberto Álvarez Debans en su obra Impacto en los cinco sentidos, los productos que se venden deberían clasificarse de acuerdo con los sentidos a los que van dirigidos, y a través de los cuales despertarán en la percepción interna distintas sensaciones asociadas con lo placentero. Como indicábamos en el artículo "La vida desde adentro" de este mismo blog, el concepto "vida" no es abarcativo sólo de los fenómenos estudiados por la Biología. Si decimos "esto no es vida" o nos preguntamos "si una vida sin felicidad vale la pena de ser vivida", como lo hiciera Aristóteles al sentar las bases de las disciplinas de autoayuda, no estamos pensando en el significado biológico de la palabra "vida". Sin embargo, tampoco nos referimos a un dominio totalmente ajeno. Nuestra atribución "folk" de vida a un determinado objeto procede, como señala Husserl en Ideas II, de un proceso de empatía que nos remite a nuestro propio "sentir que estamos vivos". Es inevitable atribuir "sensaciones vitales" a la oruga que mastica una jugosa hoja con total fruición, o a la ameba que "felizmente" ha atrapado a una bacteria con sus pseudópodos y se dispone a apropiársela, disolviéndola como lo hacemos en nuestro estómago con un trozo de carne bien condimentada.
La percepción multisensorial del mundo, la percepción intraceptiva de nuestros propios estados internos, del peso líquido y el calor agradabe que deja el café con leche en el interior de nuestro estómago, es tanto uno de los elementos de nuestra concepción de la felicidad como de nuestra concepción de la vida. Se trata de aquello que Bachelard dice que debe ser reprimido para que la doxa se convierta en episteme, pero que permanece como algo olvidado que retorna cada vez que el científico, frente al ser viviente que estudia, piensa en términos de deseo, de sexualidad, de placer y de dolor, es decir, de todo aquello que nos resulta interesante porque apela a la vida "desde adentro", y que es el material que modela, conciente o inconcientemente, toda pauta publicitaria.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

martes, 22 de julio de 2008

El monopolio de la cultura

Gould, Dawkins, Margulis, que pertenecen ya a la tradición de la biología de divulgación, se han hecho famosos. La fama, para los griegos, era un misterio inexplicable, que sólo podía atribuirse al capricho del destino. ¿Cuántos genios olvidados habrá en el Campo de Marte de la historia de la ciencia?
A veces lo que hace famoso al científico es ir contra corriente. Otras veces, ir contra corriente lo hunde en el río del olvido. A veces se trata de conseguir una beca del CONICET gracias a un "padrino" que ya está adentro, o bien ir a hacer cualquier curso en el extranjero que pague de su propio bolsillo. En la ciencia es tan cierto, como en otras áreas de la vida, que nadie es profeta en su tierra.
Nunca será famoso un biólogo tibio. Tiene que ser extremista, adoptar una postura filosófica y defenderla como si él fuera sólo su profeta. Viva Darwin, muera Darwin. Dos posturas. Así todo se hace menos equitativo pero más simple. No se puede ser espectador. Sin embargo, Husserl hizo del ser espectador la base de su filosofía. Para él contaba la actitud, natural o fenomenológica, y no tanto los juicios que hacemos parados sobre ella, contemplando.
Yo tengo un doctorado en la UBA, soy profesor universitario, pero no he publicado en revistas extranjeras con referato, no he hecho artículos eruditos llenos de citas a pié de página, no tengo alguien que me apadrine, no pertenezco al CONICET. Creo tener cosas interesantes para decir, pero ¿quién me va a escuchar? El blog es el último refugio para dar a conocer lo que pienso. Quien quiera oir que oiga.
Un periodista científico bastante conocido se interesó por este blog. Quedó en reunirse conmigo para hablar del tema. Pero nunca más contestó a mis e-mails.
Nuestro editor nos dice que los "media" ya no son como antes. Sólo publicitan los libros que ellos mismos imprimen en editoriales que han comprado y monopolizado. Y entonces comprendo. Comprendo que hay un monopolio de la cultura, y que los que no estamos en él no tenemos esperanzas de flotar ni siquiera nadando contra corriente.
La ciencia de hoy que no tiene uso industrial, igual que la literatura, se ha convertido en periodismo y política.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

viernes, 18 de julio de 2008

Seguros moleculares

¿Qué pasaría si la coagulación sanguínea se disparara dentro de un vaso sanguíneo sano? ¿O si células de un tejido normal comenzaran a suicidarse cometiendo apoptosis porque sí? ¿O si, por el contrario, se empezaran a dividir frenéticamente? El desencadenamiento de cualquier mecanismo molecular tipo cascada, cuyo efecto sea crucial, debe ser cuidadosamente controlado. De hecho lo es, y ese control suele requerir procesos tan elaborados como el mecanismo mismo. Solemos hacernos una idea de estos recursos regulatorios como guardianes que mantienen el proceso en un delicado equilibrio pendiendo de un hilo muy fino, hilo siempre pronto a romperse y a hacer que el proceso se desregule y falle catastróficamente.
Sin embargo, existen dispositivos que podríamos llamar "seguros moleculares". Son especies de reaseguros de que un proceso sólo se haga efectivo cuando es estrictamente necesario, y no en ninguna otra condición. Se disponen a modo de condiciones extras que se deben cumplir (además de las condiciones básicas) para que se le permita a una respuesta molecular desarrollarse.
Y estos seguros son "de todo o nada", ya que, si las condiciones básicas y las extras se cumplen, nada impedirá que el proceso controlado se desenvuelva por completo, de principio a fin.
Más allá de los conocidos ejemplos de la coagulación sanguínea y del control del ciclo celular que cité al principio, he encontrado otros, específicamente en el área de la inmunología.
Para desencadenar una respuesta inflamatoria, unos leucocitos llamados neutrófilos deben detener su circulación sanguínea adhiriéndose firmemente a las células de la pared del vaso (células endoteliales) en un sitio próximo al foco infeccioso, atravesar la pared del vaso inmiscuyéndose entre las células de la misma y reptar hasta el sitio mismo de la lesión. El paso de adhesión no se satisface con una única unión intercelular firme entre proteínas de adhesión (entre ellas integrinas) presentes en la superficie de ambas células involucradas (neutrófilo y célula endotelial). Lejos de ello, hace falta que se establezcan otros dos tipos de uniones más lábiles, aunque también específicas en las que intervienen otro tipo de proteínas de adhesión (las selectinas). para una de estas últimas uniones se requiere además que el endotelio haya sido activado previamente. Todo esto actúa como reaseguro de que la salida de meutrófilos del lecho vascular sólo se produzca cuando exista una razón valedera. Y una vez que los neutrófilos se extravasaron, el resto de la respuesta inflamatoria sigue su curso.
A otra altura de la respuesta inmune, cuando entran en juego las respuestas humoral y celular de los linfocitos, la activación de los linfocitos T por el antígeno invasor procesado y presentado por células denominadas "presentadoras de antígeno" dispone de un seguro similar. Para que un linfocito T se active por su antígeno específico y prolifere en un clon de células combativas idénticas entre sí hacen falta dos señales diferentes e independientes, una estimulatoria y otra coestimulatoria, ambas producidas en la interacción del linfocito con la célula presentadora de antígeno que le muestra el antígeno apropiado. Si sólo se produce la señal estimulatoria básica, dada por la presencia del antígeno, pero no la coestimulatoria (dada por moléculas de superficie accesorias) la activación del linfocito T no sólo no se produce en el momento sino que no se producirá nunca más. Ese linfocito es destinado a la muerte por apoptosis o queda en un estado insensible a cualquier futura activación por ese antígeno. Es una forma de asegurarse de que no va a producirse un clon de linfocitos que sea inadecuado para combatir al antígeno.
Por suerte, entonces, la ocurrencia o no de procesos efectores críticos está muy bien controlada por otros procesos regulatorios que parecen ser muy seguros. Pero, ¿será realmente así? ¿No existirán procesos regulatorios de los procesos regulatorios? ¿Hará falta asegurarse de que el seguro funcione?
Figura: ilustración de un neutrófilo.

Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

jueves, 17 de julio de 2008

Mutación y divulgación científica

Cuando un concepto se extiende demasiado termina por perder sentido. Es lo que sucede con la idea de mutación en el neodarwinismo. Para esta versión de la teoría darwiniana, todo alelo es un mutante, pues deriva del cambio azaroso (filtrado por selección natural) de alelos anteriores. Esta idea elimina las especies, estableciendo continuidad histórica en lo que se nos presenta como un actual campo discontinuo de variedades genéticas y morfológicas. Pero los únicos casos de mutación comprobables, y no fruto de una mera especulación histórica, son aquellos en los que se presenta un carácter (uni o multigénico) que no está presente en la ascendencia, o bien que se activa cada vez más rápido en la vida de la persona, lo cual nos remite a un primer momento en el cual no se manifestaba fenotípicamente, y que, por lo tanto, debió tener un inicio en el tiempo.
Lo que señala Mirta es que la divulgación científica a veces presenta como mutantes solo a los individuos con caracteres observables que son poco comunes, es decir, con el sentido que la palabra tenía en la época en que el positivismo manejaba un concepto de "normalidad" sumamente restrictivo, basado en los aspectos morfológicos más gruesos, sin ningún fundamento científico. Teniendo en cuenta que dos personas no tienen las mismas huellas digitales, todos somos mutantes respecto de alguna forma originaria que en realidad sólo existe en el plano de los mitos y de los cuentos de hadas, del "había una vez" cuando sólo existían Adán y Eva, salidos de manos de Dios tan perfectos como sea concebible.
¿Por qué esta vulgarización de conceptos en su sentido original, ya inoperantes en el ámbito de la "seriedad" científica? Por razones de publicidad. La ciencia debe vender. Para hacerlo tiene dos recursos: la aplicación tecnológica a corto plazo o el sensacionalismo que hace vender, sea a los propios libros de divulgación (y a la editorial que los publica), sea a los auspiciantes de los programas (al ser vistos por determinadas clases de televidentes que no se interesan por otros programas). Esto explica por qué motivos los canales de cable de divulgación científica hablan del Arca de Noé y del Santo Sudario, y los canales "espirituales" se ocupan de la cosmología o de la teoría de la evolución.
Pronostico una ciencia homogénea para todo uso, una igualación progresiva entre textos y programas televisivos de divulgación, esotéricos y de ficción.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

miércoles, 16 de julio de 2008

Ciencia que ladra se vende

No corren buenos tiempos para "vender" la ciencia. Pasados están los gloriosos días de la serie "Cosmos" o aquellos años en que era casi obligatorio comprar lujosos libros sobre arqueología, paleontología o incluso geología para los chicos en edad escolar.
Pero todavía existe un puñado de investigadores que lo sigue intentando a través de pequeños libros - que, para no asustar al posible lector parecen más que libros folletos- y cortos programas de televisión que, en la lucha contra el zapping, mantienen un estado de exaltación constante de todos sus participantes, que parecen estar pensando constantemente "por favor no se nos vaya a aburrir, televidente". Al menos esto es lo que yo percibo donde vivo, en Buenos Aires, Argentina.
Tan preocupados se los ve por no ser "plomos", como decimos los porteños, que incurren en un exceso de bromas y, lo peor, de imprecisiones y hasta de errores a la hora de divulgar. He leído un libro de divulgación de la biología del desarrollo que parafraseaba la letra de una canción pop. Y he visto un programa que mostraba, dentro de una galería de lo que denominaron seres humanos "mutantes" (denominación ya de por sí desagradable) una serie de personas con variados caracteres extraños: una con un remolino en el pelo, otra con ojos color violáceo, una tercera con una altura desmesurada, otra con la capacidad de flexionar la lengua a piacere, una más con los órganos internos en posición invertida. ¿Eran realmente todos esos caracteres producto de mutaciones? Obviamente no. Podría ser la inversión posicional de órganos. El resto son, simplemente, alelos con baja frecuencia poblacional, pero no alelos mutantes, porque ¿respecto a qué gen salvaje podrían llamarse mutantes? Por ejemplo, hay diferentes tipos de cabello: arremolinado, lacio, enrulado, pero ningún tipo es mejor que otro. Y aún si estos caracteres raros pudieran identificarse como verdaderos mutantes, ¿en todos los casos serían mutantes de un gen único y determinado? Por supuesto que no, podrían ser factores multigénicos, como lo son la talla corporal y el color de ojos. ¿Demasiadas imprecisiones -por no decir gruesos errores- verdad?
Hay un viejo dicho: "Perro que ladra no muerde", apelando a advertir que alardear sin tener de qué es espúreo. Yo formularía, en referencia a la divulgación popular de los conocimientos científicos un refrán equivalente: "Ciencia que ladra se vende". Y esto por dos razones. Primero, porque más que la reflexión seria y profunda sobre las hipótesis científicas, lo que logra venderse en el mercado es un alarde de conocimientos llamativos, supuestamente confirmados, que se muestran como indiscutibles para el público lego. Segundo, porque el énfasis está puesto más en vender un producto (un librito con muchos dibujos, un programa de T.V. "light" con pinceladas de humor) que en hacer conocer, en efecto, las actividades científicas en toda su riqueza de pensamiento.
Nosotros, en nuestro libro y en este blog, intentamos otro camino, el más duro, el que no vende. Intentamos divulgar una ciencia que muerda, no sólo que ladre.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

viernes, 11 de julio de 2008

El peligro de lo innumerable

Tal vez la señal más clara de la decadencia de la religión pagana en Roma fue la multiplicación al infinito de los dioses y semidioses. Cuando para todo tema hubo que inventar un dios, y hasta los Césares fueron automáticamente convertidos en dioses, la hermosa religión creada por los griegos e imitada por los romanos llegó a su fin.
Heidegger sospechaba en la aparición de "lo innumerable" la señal del fin de una era del pensamiento y el inicio de otra nueva. El verbalismo vacío de la escolástica tardía fue un ejemplo claro de ello. El protestantismo vino a barrer las innumerables jerarquías de santos mediadores que según Hume había hecho del catolicismo un paganismo renovado.
Lo innumerable amenaza hoy en día a la Biología Molecular. Como Mirta lo señala en su artículo referente al proceso inmunológico, la complejidad que presentan los fenómenos biológicos amenaza con desbordar los límites de lo comprensible. Los fenómenos "de cascada", esos que hacen que la vida funcione con un Kairós o sentido de la oportunidad que ningún medicamento sintético puede imitar, se presentan en los modelos de un modo tan intrincado, que ya no es posible saber si son químicamente funcionales, si no deberían llevar a un desbordamiento caótico, cuyo control, también evidente, nos obliga a esperar el descubrimiento de variables ocultas que trascienden lo físico y lo químico.
¿Será ésta la señal de la "llegada de nuevos dioses" en Biología, como Heidegger lo sospechaba en el ámbito de la física cuántica y relativista y en su comprensión de lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño?
¿Será que al ser sólo una mínima parte de esa totalidad biológica, nuestra corteza cerebral es incapaz de abarcarla en su comprensión? Pero no, esta aceptación de "haber llegado a los límites de conocimiento" es parte del modelo de pensamiento cuyo descontrol anuncia su acabamiento. Si la vida no es complejidad en el límite del caos, sino una forma del propio caos organizada en niveles ocultos para la comprensión de la bioquímica, un aspecto de nuestra mente habita también esa dimensión oculta, y eso puede volverla comprensible para nosotros.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

jueves, 10 de julio de 2008

Ventajas y desventajas de la extrema complejidad

Una de las preocupaciones principales de nuestro libro y, consecuentemente, de nuestro blog es la complejidad biológica, condición tan generalizada en los aspectos moleculares como insondable en sus razones, si las hubiere. Acaso, ¿no podría la sangre coagularse en el sitio de una lesión mediante un mecanismo mucho más simple que la cascada de numerosas activaciones proteolíticas sucesivas que de hecho se pone en juego? (y que describe de un modo accesible M. Behe en La caja negra de Darwin).
Es válido plantearse el mismo tipo de interrogante respecto al sistema de complemento, sistema de inmunidad inespecífica contra infecciones bacterianas del que he estado informándome los últimos días. El enorme fárrago de información que hallé sobre este tema me ha dejado pasmada por su extrema complejidad.
En este sistema interviene un numeroso conjunto de proteínas que, de modo similar a como ocurre durante la coagulación, se van activando en cascada unas a otras para finalmente destruir al microorganismo invasor al causarle perforaciones de membrana que lo llevan a la lisis y muerte celular. Además, el sistema sirve para "marcar" al microorganismo como partícula extraña y facilitar que sea digerido por células inmunes fagocíticas. El complemento puede activarse por tres vías distintas que terminan confluyendo en pasos comunes. Cada una de estas vías involucra su propio conjunto de proteínas efectoras. He contado unas 16 en la vía clásica y unas 9 en la alterna. Los últimos pasos también suman varias proteínas que se aglomeran sobre la superficie del microorganismo hasta conformar un poro que lo desestabiliza osmóticamente. A esta cuenta habría que sumar múltiples proteínas que son reguladoras de la acción de las efectoras.
Entonces surge una pregunta: ¿Hacen falta tantas proteínas encadenando sus acciones para eliminar bacterias invasoras de un modo inespecífico? ¿Cuál será la ventaja? Es difícil postular alguna. Pero sí se conoce la principal desventaja de tanta complicación, porque se han descripto condiciones clínicas derivadas de las deficiencias de todos y cada uno de los componentes del sistema. Mutaciones en cualquiera de los genes que codifican las proteínas efectoras o las proteínas reguladoras, o incluso la presencia de un exceso de factores activadores del complemento (como ocurre en el lupus) impiden su funcionamiento, lo que trae aparejada una mayor susceptibilidad a procesos infecciosos por bacterias encapsuladas y enfermedades reumáticas, entre otras afecciones.
En definitiva, la multiplicación de factores intervinientes en un único proceso multiplica las posibilidades de fallos. También multiplica, es obvio, el costo energético de la respuesta. Pero sigamos pensando acerca de las posibles ventajas de esta gran complejidad. A menudo se presupone que la mayor complejidad funcional permite una regulación más detallada y más ajustada, o sea, una modulación de cada pequeño componente por separado y en el grado deseado (pequeños aumentos o disminuciones de actividad). Sin embargo, una regulación así, también -al igual que el mecanismo que regula- tiene muchas más posibilidades de desrregularse y causar efectos perjudiciales que una regulación sencilla. Así que esto pasa a ser otro factor en contra.
Entonces, ¿tendríamos que dejar de estimar a lo complejo como superior per se? ¿Existirá un límite de máxima complejidad por encima del cual no puede asegurarse su conveniencia?
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

martes, 8 de julio de 2008

Biología y filosofía de la sospecha

La metafísica y la ciencia se han basado siempre en la sospecha de que las cosas no son como parecen. Uno de los análisis más detallados de esa idea lo encontramos en la Ciencia de la Lógica de Hegel. En esta obra monumental, el filósofo nos muestra el modo en que la apariencia nos lleva a la realidad, y en que, de la realidad, debemos retornar a la apariencia, lo cual genera lo que él llama "el mundo invertido". Por ejemplo, de la apariencia de que el Sol sale y se pone todos los días pasamos a la "realidad" de que es la Tierra la que se mueve. Pero hay que probar que un observador terrestre verá esa realidad de otra manera, bajo la "apariencia" de una salida y una puesta del Sol.
Dentro de la filosofía y de la ciencia hay corrientes que llevan esa sospecha más lejos, entendiendo que la apariencia no es el resultado fortuito de la perspectiva del observador, sino un producto intencional de una realidad que "gusta de ocultarse". Incluso ese ocultamiento se atribuye a cierta intencionalidad que no pertenece a ningún sujeto individual consciente. El propio Hegel inicia en la modernidad esta línea de pensamiento al suponer que Dios, como razón histórica, usa las pasiones de los grandes hombres para ocultar sus verdaderas intenciones, que tienen que ver con una ascensión hacia grados superiores de conciencia y autoconciencia.
Otro filósofo de la sospecha es Nietzsche. Para él nuestros valores occidentales ocultan el afán de revancha de los esclavos romanos que adhirieron al cristianismo como una ideología de la sumisión y de la igualdad.
También Marx sospechaba que las ideas son sólo un reflejo deformado de una realidad económica que busca a través de ellas una legitimidad que le permita reproducirse a sí misma y perpetuarse en el tiempo.
Y no debemos olvidarnos de Freud, quien sospechaba que las verdaderas motivaciones de nuestros actos se originan en una "entidad" a la que llamaba "el inconciente".
En la Biología también tenemos filósofos de la sospecha. Empezando por Darwin, para quien la belleza apacible de un prado oculta la realidad de un combate encarnizado por la supervivencia. Siguiendo por Dawkins, para quien los genes nos usan de un modo egoísta como máquinas que aseguran su reproducción y su sostenimiento en el tiempo -una sospecha curiosamente próxima a la que suscitaba en Marx el mundo de la cultura-. ¿Y Margulis? Ella sospecha que las bacterias nos han utilizado como un medio para conquistar la Tierra e incluso viejar al espacio exterior.
Atribuir intencionalidad a seres inconcientes ¿es un recurso legítimo para la ciencia de hoy? Es un recurso muy utilizado en Ciencias Humanas. También en Biología. ¿No debería asumirse conscientemente como una metáfora o una analogía que busca una comprensión o familiaridad, pero no una explicación por subsunción de los hechos bajo leyes universales?
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

lunes, 7 de julio de 2008

La Publicidad y lo interesante.

Artículo:

A propósito del artículo de mi amigo, el filósofo Dr. Daniel Omar Stchigel (1) sobre “Lo interesante como categoría epistemológica”, se me ocurre pertinente reflexionar sobre este concepto migrándolo al ámbito de la publicidad.

Nos dice el autor: “Generalmente se considera que lo “interesante” es un criterio propio de la literatura, no de la filosofía, menos aún de la ciencia. Sin embargo, sospecho, como Borges, que la filosofía, y también la ciencia, son formas extrañas de la literatura fantástica”.
La comunicación publicitaria adopta este concepto de "lo interesante", para construir mensajes dirigidos a sus audiencias. El ser humano siempre ha sido atraído por lo interesante, aquello que se le presenta como original, como innovador, transformándolo en algo posible de comprender y alcanzar, algo que se diferencie de lo que estaba percibiendo, viviendo, con regularidad.
El hombre desea develar lo que se le presenta como interesante. Fabricantes de mercancías o productores de servicios, junto con publicitarios, tratan de señalarle objetos satisfactores, a través de mensajes narrados con propuestas reales o fantásticas, pero generalmente creativas, haciendo su puesta en los medios masivos o selectivos, como mediadores en la búsqueda de su atención, tratando de despertar su interés por los mismos.
La comunicación publicitaria ha estado signada por la búsqueda de lo interesante. La vieja fórmula AIDA (2) no ha perdido vigencia. A pesar de tener varias décadas, se aplica a todo tipo de mensaje publicitario. Esta sugiere que el aviso debe despertar la Atención de sus lectores o audiencia, el Interés por el mismo, el Deseo y un final del aviso que mueva a la Acción del lector o espectador instándolo a comunicarse, a llamar, a comprar, etc.
A esta fórmula AIDA actualizada, la he relacionado con el Titular del aviso para la Atención, El Copete para despertar el Interés en su lectura completa, el Copy o bloque de texto para despertar el Deseo y el Pie para instar a la acción. Esta es una fórmula clásica, pero al elaborar la pieza publicitaria, no le quita eficacia (puede sumar eficacia) que el texto sea reemplazado por imágenes o un mezcla de estos conceptos, solo realizados para trata de despertar el mayor interés del posible consumidor.
Cerrando ésta construcción narrativa, es posible asociar todo este modelo con tres conceptos más, que debería poseer todo mensaje publicitario actual: lograr impactar, seducir y motivar.
Claro que, como toda enunciación, se trata de un mensaje de carácter hipotético, ya que ha sido redactado y visualizado (mensaje textual e icónico) por publicitarios creativos, que estiman que, con la propuesta, despertarán el interés de parte del público meta, a sabiendas de lo “azaroso” (3) de su emprendimiento, ya que los mercados y las audiencias están en perpetuo flujo.
Kenichi Ohmae (4) ha expresado: Las fuerzas ambientales cambian constantemente los gustos y las aversiones de los clientes, alterando la utilidad de las líneas de productos y, modificando las prioridades de compra. Entre otras fuerzas, las tendencias en el medio ambiente socio-político, las nuevas disposiciones gubernamentales y las amenazas de reemplazo proveniente de otros tipos de productos o servicios, son causa inevitable de cambios periódicos en las posiciones relativas (…)".
A la comunicación publicitaria cada vez le cuesta más convertir lo interesante en impacto, y a éste en motivación de compra. Se ha dicho que la publicidad ya lo ha dicho todo sobre todas la categorías de productos. Sin embargo, así como la literatura fantástica siempre produce obras de valor, la publicidad oblicua o del absurdo (la más literaria), seguramente se las arreglará para despertar el interés de su público, impactándolo con los avisos que irán mutando conceptualmente, con el tiempo y las modas.
El temor de la narrativa publicitaria es crear un mensaje incomprensible o generar desesperanza, lo interesante es atractivo y crea esperanzas de algo nuevo, diferente. Por eso me llamó la atención esa dualidad conceptual; “Mismo y Diferente”, que refiere Stchigel en su artículo, ya que de alguna forma le toca a la publicidad cuando construye sus mensajes o da forma a las estrategias y las tácticas, para vehiculizar sus mensajes a través de los medios. Elabora planeamientos, básicamente con las mismas teorías de siempre, pero acompañadas de mensajes diferentes cada vez, con sus fantásticas formas de literatura comercial.
Quizás también la publicidad del imaginario y la fantasía, monta ese “caballo desbocado” para cabalgar entre la fantasía y la realidad.

Citas:
(1) Lo
interesante como categoría epistemológica. Dr. Daniel Omar Stchigel. Publicado en este Blog el 03/06/08.
(2) AIDA;
http://www1.universia.net/CatalogaXXI/pub/ir.asp?IdURL=163204&IDC=10010&IDP=CL&IDI=1
(3) http://alvarezdebans-publicidad.blogspot.com/2008/05/publicidad-azarosa-publicidad-exitosa.html
(4) Keniche Ohmae. La mente del estratega, McGraw Hill, México 1983.
Copyright Norberto Alvarez Debans. Todos los derechos reservados.

Cuando todo encaja demasiado bien en la teoría de la evolución

El libro de Capra La trama de la vida resulta un interesante resumen de las últimas tendencias en Biología Teórica. Como indica Mirta en uno de sus artículos, logra incluso llenar algunos huecos que todavía estaban presentes en el libro Microcosmos, de Sagan y Margulis, suponiendo la aparición espontánea, en el momento justo, de cadenas metabólicas adecuadas para que la vida se pudiera sostener en la Tierra.
Mirta critica este procedimiento de "retrodicción" (es decir, de predicción hacia atrás) por la escasa verosimilitud de que hayan surgido tales soluciones por mutación al azar y selección natural. Pero no es que la retrodicción sea un procedimiento ilegítimo. Incluso podemos sostener que, en este caso, se hace lo posible por reconstruir hacia atrás sobre la base de puras leyes químicas y físicas. Lo que resulta imposible explicar sólo en base a tales leyes es el Kairós, es decir, el tiempo oportuno en que las cosas ocurrieron.
Ese Kairós podría atribuirse al puro azar. Quizás hasta la posibilidad de que las "invenciones" correspondientes no se dieron en Marte explique por qué allí no hay vida y demuestre que sólo en contadas ocasiones las mutaciones adecuadas surgen en las situaciones de estrés logrando evitar una extinción masiva de los seres vivientes. Lo que no es verosímil, en cambio, es que el azar genere Kairós más de una o dos veces en la historia de un planeta, y lo cierto es que en el nuestro la vida ha "renacido" muchas más veces de lo que sería esperable.
Marte parece haberse detenido en alguna fase bacteriana. Pero la Tierra llegó hasta el nivel de la conciencia. ¿Cómo pudieron darse las invenciones adecuadas en los momentos oportunos? ¿Por qué no ocurrió lo mismo en Marte? No lo sabemos, y quizás no lo sepamos nunca.
Los paleontólogos reconstruyen la vida cotidiana de un grupo de dinosaurios a partir de sus restos fósiles. Se basan en analogías con la vida actual, modos de andar, vida familiar, necesidad de alimento. Hasta hacen modelos por computadora de modos verosímiles de correr, según condiciones físicas de estabilidad. Reconstruyen los músculos y la piel que debieron cubrir los huesos mediante técnicas forenses, basados en leyes fisiológicas que se aplican al funcionamiento de los tejidos en lagartos, en aves y en mamíferos. Pero no pueden dar cuenta de cómo surgió cada una de esas especies cuyo comportamiento describen. Cuando toman distintos animales que habitaron el mismo suelo y que tienen ciertos parecidos buscan las tranformaciones fisiológicas que pudieron llevar de unos a otros. Pero los programas de computadora que utilizan permitirían poner formas intermedias entre especies sin ningún parentesco real, porque nos dicen qué camino recorrer para llegar de un punto al otro, pero eso no prueba que la vida haya recorrido exactamente ese camino, ni si ese camino era lineal, o más bien sinuoso y a saltos.
La reconstrucción de la historia de la vida de Capra hace lo mismo. Nos dice "si queremos llegar de acá a este otro lugar, debió pasar en el medio tal o cual cosa". El modelo cierra bien, pero no deja de ser una especulación acerca de un mínimo indispensable. En última instancia, no escapa a la teleología del modelo antrópico: esto debió haber pasado, simplemente porque, de lo contrario, no estaríamos donde estamos. Eso, claro, no explica por qué estamos donde estamos.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

domingo, 6 de julio de 2008

Mentiras biomédicas en la publicidad

Que la publicidad muchas veces falta a la verdad en pos de exagerar los beneficios de un producto y entusiasmar al público para que lo compre ya mismo es algo que no podría negar ni siquiera nuestro amigo publicista Norberto Alvarez Debans, quien ya ha contribuido a nuestro blog con un lúcido artículo.
Aquí le advertiré, lector, acerca de algunas mentiras que se refieren al campo biomédico y que cunden en publicidades de productos para adelgazar, cosméticos y yogures con probióticos.
Se nos asegura que las almohadillas térmicas o los aparatos masajeadores sirven para adelgazar, cuando lo único que a lo sumo pueden hacer es hacernos transpirar, produciendo cierto grado de deshidratación, pérdida de agua que se traduce en un descenso de peso rápido aunque momentáneo.
Más grave aún es cuando intentan convencernos de que una pastilla efervescente disuelta en agua e ingerida por boca, o una crema untada sobre el abdomen, "disuelven la grasa" o "absorben las células grasas" ¡Vaya milagro! Extraer sin ningún tipo de procedimiento invasivo las células de un tejido que tiene (como cualquier otro, dicho sea de paso) una estructura cohesiva y bien organizada, donde cada célula y cada molécula de la matriz extracelular están apropiadamente unidas unas a otras; tejido que, además, se encuentra muy por debajo de la piel y los tejidos conjuntivos.
Las firmas de cosméticos, mal que nos pese a nosotras las mujeres, siempre cautivadas por sus productos, también nos mienten. En primer lugar, no hay forma de que enormes proteínas fibrosas como el colágeno o la elastina depositadas sobre la superficie de la piel puedan atravesar sus capas queratinizadas y luego las capas celulares de la epidermis y lleguen a integrarse establemente en la matriz extracelular. Aún si tal viaje fuera posible por misteriosos pasajes intercelulares, ¿quién nos asegura que las proteínas exógenas sean aceptadas como propias, sin ser, sin más, degradadas por enzimas extracelulares?
En cuanto a los champúes y cremas de enjuague, el único efecto comprobable sobre el cabello es el higienizante, ejercido por los detergentes que son su principal componente. Los diferentes aditivos (ceramidas, "aminos", etc.) justifican, simplemente la existencia de decenas de variantes ilusorias (para cabello dañado, teñido, rubio, graso, seco...) del producto.
Nos quieren vender yogures con bacterias fermentadoras (obviando, por supuesto la fea palabra "bacterias", reemplazándola por "fermento") para que todos los días reforcemos nuestras "defensas naturales". Como ellos mismos admiten en su consejo, la colonización del intestino por bacterias fermentadoras inocuas es un mecanismo de defensa innata completamente natural que muy rara vez falla, por lo cual, en condiciones normales es completamente innecesario ingerir más bacterias con ese fin. Ya tenemos las suficientes y -mejor todavía-nuestros simbiontes naturales pertenecen a muchas especies distintas, brindando un mayor equilibrio que si los reemplazamos por el fermento de una sola especie que nos provee el yogur.
Por último le advierto, lector, que desconfíe de cifras y estadísticas supuestamente científicas que se presentan en publicidad.
¿Qué significa que un producto lácteo sea "cero por ciento"?, ¿"cero por ciento" de qué? ¿de grasas? ¿de calorías? ¿de cuáles grasas? ¿"cero por ciento" respecto a qué total? ¿Qué significa que un polvo de lavar la ropa sea 50% más efectivo que otro de otra marca?, ¿cómo se mide la efectividad?, ¿en qué ensayo?
Nadie lo sabe. Y, lo peor, a nadie le importa. Lo importante es tener y consumir todo lo nuevo que la propaganda muestra. ¿Conoce usted algún otro engaño publicitario biomédico? ¡Entonces avise!
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viernes, 4 de julio de 2008

El gran engaño del HIV


El HIV, virus responsable del síndrome de inmunodeficiencia humana (SIDA), es un virus tan atípico en sus mecanismos de patogenicidad y ha causado tal mella y conmoción sobre la humanidad que el SIDA es, probablemente, la enfermedad infecciosa que más ha dado que hablar en las últimas décadas en todo el mundo. No es mi intención aquí repasar los crecientes conocimientos moleculares sobre esta patología sino contarles tan sólo un pequeño detalle de la misma que ha llamado mi atención.

Hace mucho tiempo que es sabido que una estirpe particular de linfocitos T del sistema inume, los CD4+, son infectados por el HIV, que luego de hacer una copia de su genoma de ARN a ADN integra dicha copia dentro del genoma de la célula T, permaneciendo silencioso y latente durante años hasta el momento en que se activa y destruye al linfocito hospedante y su progenie pasa a infectar a otros linfocitos. Lo que recién ahora comienza a entenderse es cómo el HIV arriba a estos linfocitos T.

El HIV se vale de engañar a otro tipo celular inmunitario, las células dendríticas, para llegar a su blanco, los ya mencionados linfocitos T CD4+, que están localizados en los órganos linfáticos secundarios. La célula dendrítica en circulación detecta al virus a través de un receptor de superficie (receptor lectina tipo C) que reconoce ciertos hidratos de carbono que exhibe el HIV y entonces lo endocita, o sea que lo internaliza con la intención de digerirlo. No obstante, por alguna argucia desconocida del virus, a la célula dendrítica le resulta imposible degradar al HIV una vez que lo "tragó", y por el contrario, termina albergándolo, protegido e intacto, dentro de un compartimiento intracelular, mientras lo transporta a un órgano linfático secundario. Allí, la célula dendrítica, que sin advertirlo no ha logrado destruir y procesar al HIV, en lugar de presentar al linfocito T un péptido inocuo, derivado del procesamiento del virus, como en teoría debería hacer, ¡le presenta en su superficie al virus entero y activo!. Entonces, el HIV "aprovecha" para atacar e invadir al linfocito T CD4+, llegando así a su objetivo final.

Es así que los juegos de las escondidas y de los disfraces a los que juega este retrovirus van más allá de permanecer callado y oculto dentro de las células T. Y más allá aún de variar constantemente las moléculas antigénicas que presenta en su superficie, confundiendo al sistema inmune. Antes que todo eso, y apenas invade el organismo, viaja subrepticiamente oculto en células dendríticas.

Sin duda, estas habilidades para el engaño tienen mucho que ver con la enorme dificultad que sigue presentando el desarrollo de terapéuticas y de vacunas contra el HIV-SIDA, ¿no le parece?
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Figura: Modelo en tres dimensiones del HIV

Cuando el sistema inmune nos juega en contra

Si nos invade una bacteria gramnegativa y logra traspasar las barreras primarias de inmunidad que les presentan los epitelios de las mucosas, se desencadena una infección generalizada que puede culminar en un cuadro grave, denominado shock séptico que nos lleve a la muerte.
Esto se debe a que las bacterias gramnegativas poseen en su pared celular un componente llamado lipopolisacárido (LPS) que actúa como una potente endotoxina cuando es liberado a circulación sanguínea. Lo llamativo del caso es que esta liberación de LPS no es llevada a cabo activamente por la bacteria como un arma de patogenicidad (como ocurre con las exotoxinas de muchas bacterias grampositivas). Muy por el contrario, el LPS se libera una vez que la bacteria ya fue lisada- es decir, destruída- por las primeras células inmunitarias que reaccionan a la presencia de cualquier patógeno que haya osado ingresar al organismo y que le "avisan" de la situación al resto del sistema de defensa.
Lo que es más curioso aún es que el propio LPS liberado no causaría un gran daño si no fuera por la existencia de una proteína plasmática que lo capta y lo transfiere a un complejo de proteínas de membrana situado sobre la superficie de los macrófagos. Entonces, los macrófagos reconocen al LPS como algo extraño y dañino, y, en el trascurso de fagocitar y destruir la macromolécula en cuestión se activan y comienzan a producir grandes cantidades de citocinas proinflamatorias, sobre todo TNF-alfa. Es el TNF-alfa el componente de esta cadena de activación que "exagera" la respuesta defensiva y que provoca una gran vasodilatación que aumenta la permeabilidad vascular, dejando que el plasma escape de los vasos sanguíneos, con lo cual el volumen de líquido decrece acentuadamente y esto conduce a un estado de shock que, como hemos dicho, puede resultar mortal.
En definitiva, estamos hablando de uno de los cada vez más numerosos casos de respuestas supuestamente defensivas que terminan dañando más al hospedador que la infección microbiana que la desencadenó.
¿Quiere lector, para convencerse, más ejemplos? La patología cardíaca crónica del mal de Chagas se debe a una reacción cruzada de anticuerpos, que fueron fabricados contra los restos inofensivos del parásito ya destruído, contra el músculo cardíaco. Las alergias, que llevadas a su máxima expresión también pueden causar un tipo de shock denominado shock anafiláctico, no son más que reacciones de hipersensibilidad a partículas de polvo o al polen que no presentan ninguna amenaza real de infección activa.
No se qué pensará usted acerca de estos desatinos del sistema inmune. Yo opino que se trata de una red tan enormemente compleja de elementos separados pero interactuantes que es esperable la ocurrencia de alguna falla ocasional en el sistema. Al fin y al cabo, no hay tanto de qué preocuparse. La mayor parte de las veces nuestras defensas resultan triunfantes sobre los ataques de una gran variedad de microorganismos.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

miércoles, 2 de julio de 2008

El relato evolutivo de siempre

Dios sabrá por qué los libros de divulgación biológica no pueden prescindir de un relato evolutivo que, irónicamente, busca reemplazar al relato bíblico. Lo peor es que este relato, con ligeras variantes, sigue siendo el mismo de siempre, en el cual, a medida que el ambiente va presentando nuevos desafíos, la selección natural los va sorteando a través de la invención de nuevas estructuras o nuevas funciones metabólicas ad hoc que le permiten a los organismos adaptarse a los cambios del ambiente.
Encima, estos inexplicables (o mejor dicho inexplicados) hitos son presentados como proezas mitológicas. Vayan dos como ejemplos. Cuando el hidrógeno del agua de los océanos reaccionaba con otros elementos liberando hidrógeno gaseoso que se escapaba irremediablemente a la atmósfera, la vida intervino para evitar la evaporación de los océanos inventando una nueva forma de fotosíntesis, la oxigénica, más compleja que la que ya existía (anoxigénica), haciendo que se liberara oxígeno, oxígeno que al recombinarse con el hidrógeno lo retuvo nuevamente en forma de agua. Sin embargo la fotosíntesis consumía dióxido de carbono del aire, el que era necesario para crear el efecto invernadero qe mantenía la temperatura del planeta moderada. De nuevo, y de la nada ( y acá va la segunda proeza), la evolución sacó una carta ganadora: creó a las bacterias fermentadoras, que como subproducto metabólico liberan dióxido de carbono, lo que vino de perillas para mantener a la atmósfera en condiciones adecuadas para la vida.
El relato evolutivo que brinda F. Capra pavimenta todos los baches que dejaba el de L. Margulis, empezando con el "microcosmos" bacteriano y llegando al "macrocosmos" que nos incluye, de manera que resulta un atractivo cuento en el que se puede creer, siempre y cuando uno no lo analice críticamente ni busque los "peros" a ninguno de los mojones históricos que plantea.
El relato evolutivo,siempre neodarwinista, se yergue entonces como un relato bíblico alternativo. Y se afirma cada uno de sus pasos como un pasado cierto, sin utilizar ninguna forma potencial de verbalización. Lo extraño, al menos en Capra, es que se esfuerza en dar crédito a nuevas visiones de la evolución, principalmente a la autoorganización y autopoiesis de Kaufman, Varela y Maturana y a la simbiogénesis de Margulis, pero parece olvidarlos (o no saber cómo incorporarlos) a la hora de relatar los eventos evolutivos. ¿Cuándo se dará, en este tema, un verdadero paso adelante? ¿Qué piensa usted, lector? ¿Ocurrirá algún dichoso día?
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