Tantos años colocando el estudio de lo fisiológico o "normal" dentro de la bolsa de la biología y el de lo patológico o "anormal" dentro de la de la medicina nos llevaron a creer que las condiciones anormales sorprenden inermes a los organismos vivos -que supuestamente sólo se las apañan bajo ciertos estrictos márgenes de normalidad- y, por eso, de seguro, los enferman o directamente los matan.
Como siempre -y por suerte- nada es tan drástico en estas lides. Muchas condiciones que escapan de lo estrictamente normal están previstas en los organismos, aún cuando no se topen con ellas en toda su vida.
Valga como evidencia la presencia en toda célula de las chaperonas moleculares, proteínas que llevan a cabo la tranquila y relativamente modesta tarea de ayudar a otras proteínas nacientes a plegarse correctamente mientras esperan la gran oportunidad de destacarse y salvar a la célula de la muerte segura ante un choque térmico, evitando que la mayor parte de las proteínas ya plegadas se desplieguen e inactiven.
La existencia del factor inducible por hipoxia (TIF-1α) brinda todavía una evidencia más irrefutable de que las condiciones anormales están previstas, de que no son inesperadas.
TIF-1α es una proteína neuronal -más específicamente un factor de transcripción- que no tiene otra función más que montar la respuesta celular a la carencia de oxígeno, o sea, a la condición de hipoxia. Cuando la tensión de oxígeno cae a niveles peligrosos (recordemos que toda neurona necesita oxígeno para respirar) TIF-1α hace que se transcriban muchos genes que producirán proteínas capaces de mejorar la supervivencia celular (un factor de crecimiento endotelial vascular y eritropoyetina, que contribuirán a la llegada de más oxígeno, y por otro lado proteínas de entrada de glucosa y enzimas de glucólisis, que contribuirán a producir más ATP)
Este factor proteico está compuesto por dos subunidades. Una de ellas se encuentra permanentemente en las neuronas, pero la otra, si bien también se sintetiza constantemente, contínuamente es degradada (siempre y cuando haya oxígeno disponible a niveles normales). Justamente, es una hidroxilasa la que utiliza ese oxígeno para hidroxilar esta subunidad, afectando su conformación de tal manera que luego es destinada a la degradación dentro de algún proteasoma (estructura donde se degradan las proteínas sentenciadas a muerte). Se entenderá que, si hay falta de oxígeno, la hidroxilasa no podrá sentenciar a esta subunidad de TIF y la dejará asociarse con la otra subunidad (la que siempre estaba presente), conformándose el factor de transcripción activo listo para lidiar con la hipoxia.
Así que las células son tan previsoras como nosotros. Ellas cuentan con respuestas moleculares montadas para condiciones amenazantes del medio, respuestas a veces muy costosas (que pueden llegar a implicar producir todo el tiempo proteínas inútiles por si acaso alguna vez son necesarias). Nosotros pagamos e instalamos alarmas contra robos y contratamos servicios prepagos de emergencias, también por las dudas.
Claro que, tanto para ellas como para nosotros, toda previsión puede ser insuficiente. Al fin y al cabo, los accidentes, las enfermedades y la muerte también existen.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario