lunes, 2 de junio de 2008

¿Por qué el "pasaje del caos al orden" no ha prendido en Biología?

Cuando Schrödinger escribió su famoso librito ¿Qué es la vida?, se planteó no sólo el modo en que la información (el orden) podía transmitirse de una generación a otra ("orden a partir del orden"). También se preguntó cómo era posible que ese orden se mantuviera y se multiplicara en contra de la segunda ley de la termodinámica. Ésta habla de la pérdida constante de la calidad de la energía, y de la consiguiente tendencia al calentamiento de los sistemas, que hace que sus moléculas terminen moviéndose al azar y que las estructuras se pierdan. Schrödinger sugirió la idea de que los organismos crecen en orden a partir de la disipación de entropía hacia el entorno. Esa posibilidad la podemos comprobar cuando, en un día de verano, hacemos un paseo por una calle rodeada de edificios en los que se crea artificialmente un clima de baja temperatura mediante artefactos de aire acondicionado.
La idea de generación espontánea del orden fue desarrollada en el siglo veinte por varios matemáticos, físicos y químicos, pero tuvo escasa acogida en el ámbito de la Biología académica. Teoría de Sistemas, Teoría de Catástrofes, Cibernética, Termodinámica de procesos irreversibles, Teoría del caos, y Teoría de la complejidad, entre otras, se han disputado la atracción de los legos a través de numerosos libros de divulgación, y han logrado un lugar en facultades de matemática, de física y de química. Mientras tanto, la Biología Molecular, continuadora de la idea del "orden a partir del orden", continúa como programa de investigación hegemónico en las facultades y los institutos de investigación de Biología. Herman Haken se pregunta por qué. La respuesta es sencilla.
En primer lugar, ninguno de los modelos transdisciplinarios se preocupa por el sustrato específico al cual es aplicable, como sí ocurre con los procesos estdiados por la Biología Molecular. Se trata de modelos abstractos inespecíficos acerca de cosas que pueden suceder, generalmente, en sistemas con parámetros continuos -aun cuando, como en el caso del movimiento browniano, o del contorno de una isla, se trate de continuos infinitamente quebrados, lo que hace imposible su tratamiento en términos de derivadas que permitan establecer la pendiente de la curva y una consiguiente descripción determinista, si uno de los parámetros es el tiempo de evolución del sistema-.
En otros casos, se trata de sistemas discontinuos, cuya discontinuidad se dibuja a partir de un corte sucesivo sobre magnitudes continuas (como ocurre con el conjunto de Cantor). Como sea, no nos ofrecen nada parecido al ordenamiento en distintos niveles de organización de la materia como el que se trabaja en Biología. Los fractales, que suelen ser el caballito de batalla de estos modelos, no pueden simular la anisotropía de estos sistemas, cuya existencia ha destacado Gould, con justa razón, en su último gran libro.
En segundo lugar, y esto es quizás mucho más importante, los modelos hablan del modo en que millones de moléculas, en condiciones alejadas del equilibrio, se ponen espontáneamente en movimiento en una única dirección cuando se traspasa un determinado umbral de estabilidad (ejemplo de las células de Bénard). Eso los vuelve inaplicables a condiciones en las que el orden se da en todos los niveles del sistema simultáneamente. Las células de Bénard no están formadas por células de Bénard más pequeñas, hasta llegar al nivel atómico, cosa que sí sucede, y de un modo distinto en cada nivel, en los sistemas vivientes.
Ambos aspectos, sumados, hacen que no se pueda predecir, utilizando tales modelos, qué moléculas, y en qué posición, darán lugar a un orden que podemos llamar "viviente". Eso elimina la posibilidad de abrir con ellos un programa de investigación que tenga las mismas potencialidades que la Biología Molecular, por más interesantes que los resultados de las ciencias transdisciplinarias puedan ser desde un punto de vista filosófico, al relativizar las estrictas fronteras que suelen separar los enfoques de las distintas disciplinas particulares.
Ilustración: Células de convección de Bénard.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

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