Cuando mi señora tuvo a la nena, el neonatólogo le dijo "only teta", y tuvimos que salir corriendo a comprar cartones de leche maternizada, porque la demanda de alimento de mi hija superaba las posibilidades fisiológicas efectivas de los recursos lácteos de mi señora.
Recuerdo que nos dieron por entonces, hace sólo cinco años, un folleto sobre el tema "muerte súbita", con algunas vagas indicaciones para "prevenirla", basadas en supuestos "resultados estadísticos". Por ejemplo, poner a la bebé de costado para que no se asfixie con el vómito en caso de regurgitar la leche ingerida, o evitar las corrientes de aire (?).
Tomemos la indicación de poner a la bebé de costado. Investigando las cosas que "se decían" (de nuevo el das Mann de Heidegger, del que nadie se hace cargo personalmente), me enteré de que en una época los médicos recomendaban poner a los recién nacidos boca abajo, y en otra, boca arriba. Faltaba justamente la modernización que implicaba la postura "de costado", aunque sin aclaraciones acerca del lado estadísticamente más conveniente (izquierda, derecha, o una alternancia entre ambas posiciones).
Dicho sea de paso, la muerte súbita (llamada antaño "muerte blanca") ha desaparecido de los folletos por razones misteriosas. En un curso de preparto, al que asistió mi señora con un nuevo embarazo, se hizo una sola mención del tema, para concluir que, en ciertos casos, esa "muerte blanca" era resutado del coma alcohólico al que eran conducidos los recién nacidos cuando se les aplicaban paños de alcohol en el abdomen, con la idea de que eso reduciría los cólicos intestinales (cuando, en realidad, lo que hacía era adormecerlos y permitir que los padres durmieran una horas más).
Cuando mi hija nació, hace ya cinco años, pensé que todas las enfermedades infantiles tenían cura gracias al uso de los antibióticos. Pero no hay antibiótico para las enfermedades respiratorias más comunes, como el resfriado o constipado, la gripe o gripa, la gastroenteritis viral, y un largo etcétera que abarca la mayor parte de las causas de los cuadros febriles en nuestra vida infantil.
La conclusión a la que he llegado a partir de estas experiencias vividas y de discursos oídos, es que hay, en cuestiones de salud y enfermedad, dos tipos de opiniones: las autorizadas y las no autorizadas. La diferencia entre ellas es que las primeras salen de la boca de los médicos y cambian mucho más rápidamente que las segundas, y que las segundas son sólo "voces populares" que "se" dicen y "se" escuchan, mensajes de nadie hacia nadie que captamos en el ambiente y constituyen el imaginario de una sociedad.
Lo que no he visto hasta ahora es dónde está, en estas cuestiones, la voz de la "ciencia médica", más allá de las aplicaciones que los médicos hacen de los fármacos elaborados por bioquímicos y farmacéuticos sobre la base de estudios en los que intervienen la química y, más recientemente, la Biología Molecular.
Copyright Daniel Omar stchigel. Derechos reservados.
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