Albert Einstein, Niels Bohr y otros científicos de renombre participaron alguna vez de un proyecto en el que ellos mismos, paradójicamente, no creían: la Enciclopedia de la Ciencia Unificada. Elaborada bajo los auspicios del positivismo lógico (del cual la filosofía analítica es como una heredera que desde Quine ha anunciado su propia decadencia), la Enciclopedia se había atenido a la consigna fisicalista de probar que la ciencia es sólo lenguaje, y que todo lenguaje científico es reductible a lenguaje físico, a lenguaje de hechos y de leyes.
La Enciclopedia se había propuesto llevar a término la realización del positivismo de Comte, igualando verdad con verdad científica, y verdad científica con verdad física. Llegó al extremo de sostener que la carga teórica de las disciplinas es sólo una manera simplificada de hablar de los hechos mismos, sin ninguna connotación metafísica, siguiendo las ideas de Hume acerca de la metafísica como "error del lenguaje".
Curiosamente, como anticipamos, los propios científicos que participaron del proyecto descreían de sus fundamentos. Bohr y otros fundadores de la mecánica cuántica no comprendían por qué se tildaba a lo metafísico de falto de sentido, o se atribuía a la física una prueba de inexistencia de entidades transfísicas, con respecto a las cuales ésta disciplina no hubiera tenido nada relevante que decir, ni a favor, ni en contra.
Uno de los mentores del positivismo lógico, el filósofo Bertrand Russell, había participado de un intento de reducción de la matemática a lógica (y de la lógica a tautología lingüística), siguiendo el mismo espíritu. Se trataba, en última instancia, de probar que todos los enunciados con sentido, o bien son meras tautologías (formas de decir lo mismo de modos diferentes), o bien son descripciones de hechos singulares.
Russell obtuvo la colaboración de otro pensador, Alfred North Whitehead, quien lo ayudó a escribir Principia mathematica, uno de los más grandes fracasos de la historia de la lógica, sólo equiparable con el de Frege (cuyo proyecto anterior, en una línea similar, fue arruinado, ¿casualmente?, por el mismo Russell).
Whitehead, quien conocía los avances de la física de la época, de pronto desapareció de la casilla de los positivistas lógicos, y lanzó una obra compleja y oscura, llamada Proceso y Realidad, en la que entronizaba al amor como medio de comunicación hasta en el nivel atómico, la universalidad del concepto de sensibilidad, la admisión de las esencias platónicas y la aceptación de un Dios mediador que dirige el proceso por el cual las esencias eternas hacen ingreso en la realidad histórica del "uno por vez".
La visión organicista del Universo de Whitehead, heredera de la monadología leibniziana, fue el referente principal de personalidades de la biología como Waddington, cuyas ansias metafísicas no podían ser satisfechas por la desabrida filosofía en boga por entonces.
De Whitehead sólo deseo rescatar la idea de jerárquica de comunicación, inspirada en los descubrimientos de la electrodinámica cuántica. Esta parte de la mecánica cuántica sostiene que un fotón media siempre entre dos electrones que se acercan, motivando su mutuo alejamiento, de manera tal que el fotón aparece, dentro del átomo, como un bit de información intercambiable entre partículas. De la misma manera, a niveles superiores, las organelas, las células y los órganos se comunican entre sí sus estados intercambiando macromoléculas. Esto nos obliga a hablar de sensibilidad y cognición, fenómenos universales en el ámbito biológico, más allá del dominio del material hereditario.
Lo notable es que los electrones son "sensibles" unos a la presencia de los otros, que esa sensibilidad es lo que llamamos "fuerza electromagnética", y que, en jerarquías anidadas, la sensibilidad y el intercambio de información nos demuestran que no hay, como en el modelo de Hume, bolitas de billar chocando al azar, sino totalidades que se anuncian su mutua presencia y se organizan en totalidades superiores.
La filosofía debería estar atenta a los cambios de paradigma, no para imponer un modelo de mundo "desde afuera", como pasó con el positivismo lógico, sino para ofrecer herramientas a la ciencia que les ayuden a superar sus crisis, dejando de lado su eterna posición de "niña mala" cuya única misión es criticar y desconstruir.
Antes y después de la ciencia, esos son los "lugares" donde debe ubicarse la filosofía si no quiere ser olvidada, como lo fue el proyecto de la Enciclopedia de la Ciencia Unificada.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario