martes, 10 de junio de 2008

Neuropéptidos complicando el mundo de las neurociencias

Los neuropépti-
dos son un nuevo, sutil y extraño elemento que no hace mucho se ha sumado al intrincado mundo de los neurotrasmisores y sus receptores. Cada día se descubren más en diferentes localizaciones en el organismo. Parecen ser ubicuos y multifuncionales.
Algunos de ellos, como la vasopresina liberada por la hipófisis (de función vasoconstrictora) y el TRH liberado por el hipotálamo (que ejerce su efecto activando la glándula tiroides), se conocen desde hace mucho tiempo y eran considerados como simples hormonas. Desde que el panorama de los péptidos neuroactivos ha venido complicándose, hay una tendencia a empezar a tratarlos como un grupo separado de moléculas señal, validadas por su propia importancia fisiológica.
A pesar de su naturaleza proteica no llegan a tener estructura compleja porque son "simples" péptidos muy cortos (cadenas de no más de unos 30 aminoácidos) que, sin embargo, llevan a cabo funciones delicadas. Tienden a modular respuestas lentas de las neuronas postsinápticas a algunos de los neurotransmisores liberados por las neuronas presinápticas. Los péptidos encontrados en encéfalo e intestino, regulan, entre otras cosas, respuestas tan sutiles como el hambre y la saciedad. Los péptidos opioides (que, curiosamente, actúan naturalmente sobre los mismos receptores sobre los que lo hacía la antigua droga adictiva opio) son analgésicos naturales y participan de la atracción sexual y de conductas de agresión o de sumisión.
Los neuropéptidos pueden incluso interactuar entre ellos. En la médula espinal se producen péptidos opioides que estimulan liberación de péptido P (del grupo de los de encéfalo/intestino), que tiene como función suprimir el dolor.
Su modo de sintesis es también especial. El proceso parte de moléculas peptídicas mucho más largas que se van clivando en segmentos más cortos por acción de enzimas proteolíticas específicas y se van modificando químicamente por otra enzimas en el seno del sistema de endomembranas celular, hasta que son secretados como péptidos activos. Uno de esos precursores gigantes lleva el rimbombante nombre de preproopiomelanocortina y da lugar a cuatro fragmentos activos finales que son algunas de las muy nombradas endorfinas, mediadoras del bienestar (que son, sin ir más lejos, péptidos opioides) pero también la importante hormona adrenocorticotrófica (ACTH), que actúa activando la glándula suprarrenal para que produzca corticoides. Nótese que de un mismo precursor surgen moléculas con funciones radicalmente diferentes.
Es evidente que ya no podremos más separar el sistema endócrino del nervioso (ni del inmune, pero ese ya es otro tema).
¿Le parece complicado, estimado lector? No tanto como podría llegar a ser en un futuro cercano...
Figura: preproopiomelanocortina y los neuropéptidos a que da lugar.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

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