En su contribución al congreso dedicado a la memoria de los cincuenta años de ¿Qué es la vida?, Kauffman planteó la posibilidad de que todos los genes interactuaran con todos los demás simultáneamente. Según su modelo de redes booleanas, el resultado sería el caos. En tal circunstancia, la modificación de algún gen por mutación tendría consecuencias catastróficas para el sistema, y la evolución sólo podría ser saltacional, basada en la aparición de los inverosímiles "monstruos afortunados".
Ahora bien, como ya he mencionado en otro artículo de este blog, esto es lo que sucede con el funcionamiento del gusano C. Elegans: todos sus genes influyen sobre todos, de modo que, en la nomenclatura de Kauffman, K=N, el número de conexiones equipara el número de nodos, con lo cual el sistema es aperiódico, totalmente caótico, y pequeñas variaciones iniciales de los parámetros lo llevarían al colapso, como pasa con los procesos meteorológicos.
Si lo pensamos bien, la conclusión no es tan extraña. Después de todo, no es correcto plantear que un sistema viviente pasa por "el mismo" estado dos veces seguidas. Como el río de Heráclito, la vida fluye sin repetirse jamás, aunque sus ciclos, en verdad espirales o rizos, nos hacen creer que es posible tratarla matemáticamente como un sistema homeostático de comportamiento periódico. El hecho de que la exploración de lo "adyacente posible" durante la evolución de las especies parezca funcionar de un modo más bien saltacional y por tansferencia horizontal de paquetes completos de información, y no de un modo darwiniano gradual, es apoyado por estos resultados.
La definición de Kauffman de un sistema complejo parece requerir una ampliación, llevándonos al dominio del aparentemente caótico "orden implicado" de David Bohm, que nos aproxima a la idea de suiperposición de estados de la mecánica cuántica como un medio de coexistencia de múltiples conexiones en dominios "paralelos". Se mantiene así el orden cuando este parece no existir según los modelos aceptados de Toería de la Complejidad, quizás demasiado clásicos y conjuntistas para dar cuanta del orden de la vida, mezcla de mecanismos corpusculares y ondulatorios.
Esa superposición de estados es lo único que permitiría a un sistema caótico mantener una lógica oculta, estar estructurado como un logos (Lacan diría "como lenguaje"). Bien podría ser un sistema así lo que Freud llamaba "lo inconciente", pero dejaremos para otro artículo analizar esta posibilidad con más detalle.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.
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