"El Logos de la Vida" es el nombre de un libro que en estos momentos está en prensa, y que mi señora, que es Doctora en Química Biológica, y yo, que soy Doctor en Filosofía, hemos escrito juntos. Ese libro es un diálogo. Un diálogo entre dos visiones totalmente distintas del mundo. Cuando terminamos de escribir el libro apareció ante mí el Gran Vacío, hasta que surgió, gracias a la colaboración de Norberto Álvarez Debans (publicista cuyo perfil pueden consultar aquí, al costado derecho de la página), la idea de hacer un blog, un blog que empezó siendo muy pequeño y que ha ido creciendo gracias a una nueva colaboradora, la bioquímica Ingrid Romer, y a la participación de quienes han tenido la amabilidad de comentar algunos artículos, aunque a veces lo hayan hecho con virulencia, algo esperable en un blog como éste, que pretende ser provocador.
Actualmente nuestro blog es casi un diario intelectual en el que mostramos, a quien quiera leerlo, el curso de nuestros pensamientos. Nada de lo que decimos en él pretende ser verdad absoluta, pero eso no significa que vayamos a dejar de lado nuestras convicciones frente a cualquier cuestionamiento, como tampoco lo hace la ciencia mientras los paradigmas con los que se maneja le permiten obtener más victorias que derrotas.
En este caso quisiera explicar el título del blog, que, como decía, remite al título del libro, que sigue en prensa, y seguirá probablemente hasta que termine la Feria Internacional del Libro, gran fenómeno comercial que se hace en Abril aquí, en Buenos Aires.
Si bien es verdad que hemos jugado con el significado de la palabra Biología (logos de la vida, estudio acerca de la vida), no es casual que hayamos usado el término griego "logos", al que recurrimos partiendo de dos fuentes, dos fuentes de la filosofía que me resultaron iluminadoras a mí, cuando, desde mi disciplina, traté de entender, a mi manera, lo que mi señora, desde la perspectiva que le daba su conocimiento de la Biología Molecular, trataba de explicarme.
En primer lugar, lo que me decía me hizo evocar la figura de Heráclito. Para Heráclito el logos tiene muchos sentidos, pero hay uno, fundamental, que es el de "reunión". El logos reune y armoniza las fuerzas opuestas que hay en el mundo, generando cosmos, es decir, orden y armonía. Logos nos remite entonces a una unidad tras la apariencia multiforme de las cosas, a lo que otros filósofos han llamado "esencia".
La "esencia" de la vida la entendimos entonces como algo que la razón es capaz de comprender, pero que no es azar y caos, sino legalidad y armonía. Pero no se trata de una legalidad al estilo cristiano, no se trata del dictado de una ley divina que todo debe obedecer, como en la física de Newton, deudora del deismo inglés. Se trata de una armonía que surge de la lucha, de la guerra. La vida, justamente, es agonía, es decir, constante lucha por conquistar el equilibrio en un vaivén que la pone siempre en peligro. La orden de activar un proceso como la coagulación de la sangre debe venir acompañada por la orden de desactivarlo en el Kairós o "momento oportuno", o el sistema colapsaría. Incluso la célula viene con las moléculas que le provocarán la muerte cuando algo falle, para que otra célula ocupe su lugar. Es decir, el Eros de la multiplicación se acompaña del Thanatos que evita que esa multiplicación se desborde debido a eso que los griegos llamaban la hybris (la desmesura), y que es el inicio de la fatalidad.
Incluso, cuando Kauffman tomó la lógica booleana de dos valores (verdadero y falso) y creó tablas de transformación que den dinamismo a una red de nodos que pueden estar en sólo dos estados (encendido y apagado), descubrió que en vez del caos esperable surgían ciclos de cambio que recorrían la red y le daban una armonía en la dimensión del tiempo (una armonía en su modo de cambiar). Es decir, redescubrió el logos de Heráclito.
El otro referente filosófico que me ayudó a pensar la esencia de la vida, tal como la entiende la Biología Molecular, es el logos de Hegel. El logos de Hegel es un movimiento espiralado, un estiramiento progresivo de un resorte comprimido, un pasaje de la potencia al acto.
El logos de Hegel está en el ADN, que, a través de procesos de retroacción mediados por las proteínas, construye desde sí mismo un organismo terminado, volviendo desde cada paso hacia los anteriores para mejorar lo hecho, para reparar los daños.
El logos de Hegel es una racionalidad inmanente a los procesos, un "dios interior" que duerme en la vida desde el principio de los tiempos, y que, al despertarse, despliega algo que parece nuevo, pero que ya estaba contenido como posibilidad cierta, no como mera posibilidad lógica. La semilla contiene al árbol que contiene a la flor que contiene al fruto que contiene a la semilla...
Imposible no pensar en Hegel cuando hablábamos con mi señora de las células totipotenciales que se diferencian en células musculares estiradas y multinucleadas, en células del sistema inmunitario que recombinan sus genes para reconocer a los atacantes externos y detener su avance, en los glóbulos rojos (células sin ADN, células que ya casi no son células), y en las neuronas que "fabrican" estos pensamientos que estoy transcribiendo (¿o son estos pensamientos los que "fabrican" toda esa realidad biológica de la que hablo?). Evidentemente hay más complejidad y riqueza en la célula totipotencial que en todos los resultados que genera, pues éstos ya están contenidos en ella, en potencia, igual que en ciertos huevecillos está contenido, como dice Prigogine, el poder ser saltamontes pequeños, marrones y de comportamiento solitario, o langostas grandes, verdes, y que se mueven en mangas arrasando todo alimento que les salga al encuentro.
Donde no hemos encontrado aun ese "logos", ese sentido, es en el modo en que las especies se van insertando en la historia, pasando desde la pura posibilidad biológica (reino de las formas que Brian Goodwin se empeña en estudiar) a la realidad geológica de cada era de la Tierra.
Quizás ese sea el motivo de que el tema "origen" y el tema "evolución de la vida" es el que deja más espacio para los "opinólogos" (entre los cuales me incluyo, al opinar que la evolución pudo haber ido de lo más inestable y complejo a lo más estable y simple, como suele ocurrir con cualquier proceso físico, y con muchos procesos biológicos, en el Universo conocido).
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.
La figura representa una red autocatalítica, y fue tomada de:
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