¿Como se asciende al Monte Improbable? Según Dawkins, a pequeños pasos, mutando, logrando una victoria cada mil derrotas, como en el combate contra una ciudad sitiada. Pero ¿quién subiría la cuesta sin motivos? La vida no tiene motivos para persistir, mucho menos los tiene para ascender al Monte. Sin impulso de ascenso, la vida hará lo que toda piedra que se mueva en el Monte, caerá hasta que algo la detenga, quizás hasta el propio suelo. Todo depende de qué tan escarpado sea el Monte. Así, el Monte Improbable se vuelve el Monte Imposible, sin un impulso para la subida. El Monte Improbable se llama también el Monte de la Complejidad, el Monte de la Inestabilidad y el Monte del Peligro. Nadie sube al monte por casualidad. Uno no ve a las piedras ascender al Monte impulsadas por el viento.
Pero, claro, quizás las piedras sean arrojadas hacia arriba por un Relojero Ciego. El Relojero Ciego no ve hacia dónde tira las piedras, pero alguna puede que llegue alto en el Monte. ¿Y si no tiene algún medio de aferrarse a la ladera? Volverá a caer, y el Relojero Ciego no podrá salvarla de la caída, porque no la ve. Así que el Relojero Ciego seguirá arrojando piedras, que siempre volverán a caer.
¿Qué es más fácil, nacer o morir? ¿Evolucionar o involucionar? Por lo visto, la vida no sigue el camino más fácil. ¿Por qué? No lo sabemos.
Cuando Dawkins nos muestra a un escarabajo que parece hormiga porque ha sido seleccionado, no nos explica cómo se las apañó para cambiar totalmente su apariencia sin dejar de ser escarabajo. ¿Cómo hizo para mantener su identidad genética de escarabajo y a la vez tomar forma de hormiga? Nos dirá que casualmente nació un escarabajo con leves rasgos de hormiga, y que eso le dió una ventaja para la supervivencia, porque empezó a vivir de las hormigas. Pero ¿cómo transmitió sus genes de semi-hormiga, si parecer hormiga no coincidía con el ideal del escarabajo para la hembra? No lo sabemos.
Tampoco sabemos por qué las hormigas no detectan el engaño. Claro, es que ellas no mutaron para poder detectarlo. Es decir, lo que no pasó, no pasó porque no pasó. Pero la Ciencia se ocupa de las cosas que no pasan, o que pasan, porque no pueden, o porque deben, no pasar, o pasar, de ese modo. Si todo es contingencia en la vida, no hay ciencia de la vida.
Dawkins también nos muestra un modelo de computadora basado en la selección natural que lleva, por simple ensayo y error, a que una tela de araña se optimice para atrapar moscas. Pero ningún programa suyo nos muestra cómo surge, de esa manera, la araña, ni las vías metabólicas para crear su tela. Y eso que la tela es presentada en maravillosas fotografías, en sucesivos acercamientos. Dawkins nos muestra una maravilla compleja e incomprensible, en la que cada tantos centímetros la tela se enreda y se envuelve en pegamento para poder ser larga cabiendo en poco espacio y estirarse y retraerse lo necesario para atrapar a la presa. Nos lo muestra, pero no nos lo explica. Es más, nos muestra que hay arañas que viven arrojando la tela como boleadora, de modo igualmente efectivo, pero mucho más simple. Así que la complejidad resulta gratuita, e inexplicable por pura necesidad adaptativa. Claro, están las mutaciones. Pero las mutaciones, como ya hemos visto, llevan a nada o a todo. Un concepto que tampoco nos explica nada. Y no podía ser de otro modo: estamos en el lugar de la complejidad, una superficie en la que no podemos dejar de resbalar.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.
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