Ningún científico desconoce lo que significó el desarrollo de la física cuántica para los comienzos del siglo XX. El surrealismo hacía estragos en el espíritu burgués, y la matemática y la física, que viven entre dos mundos, también sintió sus efectos.
Cuando le preguntaban a Bohr si una nueva hipótesis era viable, él preguntaba a su vez ¿es suficientemente descabellada?
Hasta la aparición de la idea de simbiogénesis, la Biología, en cambio, vivía el dulce sueño burgués de Darwin. Trabajando con el macromundo, los efectos cuánticos parecían excluídos de sus dominios.
El sueño fue levemente perturbado en 1988 por un artículo de John Cairnes, quien abrió ante los ojos de la ciencia dormida la punta de una realidad que se escapaba de sus esquemas neodarwinistas: las bacterias no mutan al azar. Es más, lo hacen en dirección a aprovechar los recursos energéticos del entorno. Provocó un escándalo del cual la microbiología no ha logrado salir todavía. La palabra "estrés" empezó a cundir en todos los dominios de la Biología Molecular. Pero eso no es todo. Cairnes propuso que las bacterias, en situaciones de falta de nutrientes, entran en un estado de adormecimiento, del cual resurgen con nuevos recursos, como la mariposa sale de la crisálida. Ese adormecimiento, sospechó, es una superposición de estados cuánticos.
Luego de la burla generalizada, surgen ahora intentos de parte del Dr. Johnjoe McFadden por dar sustento físico a esta idea. La cuestión es que el ADN tiene el mismo diámetro que la molécula más grande que hasta ahora ha mostrado la capacidad de atravesar dos rendijas a la vez, interfiriendo consigo misma.
Sería difícil explicar esto a los que desconocen la teoría cuántica, pero digamos que la materia está formada por partículas que muestran el mismo comportamiento ondulatorio que la luz. Si enviamos una onda de agua por un estanque haciéndola pasar por dos rendijas, la onda pasará por ambas rendijas y generará en la pared opuesta de nuestra pileta un patrón de interferencias. Bueno, sucede lo mismo con la materia.
¿Y la molécula de ADN? Mc Fadden propone que sufre una superposición de estados, es decir, puede pasar también por dos rendijas a la vez. Eso implica que carece de una estructura fija. La estructura que vemos cuando hacemos un análisis de ADN revela sólo el estado hacia el cual su función de onda "colapsa" en presencia de un medio determinado (por ejemplo, de ciertos nutrientes habituales). Si a la bacteria se le cambian los nutrientes, vuelve al multiverso de sus múltiples líneas de vida posibles, y retorna renovada, colapsando en dirección al nutriente actual.
La idea de Mc Fadden es hermosa. Nos dice que tras el velo del fenotipo están las moléculas y sus constantes modificaciones, pero este es también un velo. Lo rasgamos y aparece el fantasmagórico mundo de la superposición de estados, la fuente de la que bebe la creatividad en el cosmos, como sospecha también Brian Goodwin. Curiosamente, Roger Penrose va en la misma dirección, buscando una explicación para la creatividad de nuestros procesos mentales.
¿Qué podemos criticarle a esta idea? El recurso que usa es demasiado "fácil". La superposición de estados y el colapso en una dirección determinada por efecto del entorno es una manera físicamente correcta de decir, simplemente, que las bacterias tienen fantasía y poder de decisión.
¿Es esta una crítica válida? Sólo lo es filosóficamente. Creo, y apostaría todo por esta idea, que es por este medio que la idea de Behe acerca de un diseño inteligente acabará conquistando el mundo de la Biología. Así, la más moderna de las disciplinas que sobrevive a la posmodernidad empezará a soñar un nuevo sueño, un surrealista sueño, el sueño de algo que entendemos, pero que no "comprendemos".
Es que la mecánica cuántica es absurda, pero funciona tan bien que, cuando podamos demostrar que las mutaciones son el colapso de una función de onda de estados superpuestos, habremos entendido la evolución, mantendremos el concepto de "conservación" (el estado mutado es un estado posible que ya estaba ahí desde el principio), y admitiremos, sin vergüenza, que la vida no humana también "piensa" y "decide". Demasiado tentador. Yo ya mordí la manzana.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.
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