lunes, 21 de abril de 2008

El gen no es de este mundo

En su obra El monte Improbable, Dawkins escribe una frase que es digna de cualquier pensador religioso. En ella nos habla de los genes que alcanzan la "eternidad" a través de su replicación, a veces apoyándose en otros, cuando ello es necesario. El gen egoísta logra sobrevivir a una competencia constante en un mundo molecular despiadado, en el cual los seres vivientes, incluyendo a los hombres, somos juguetes usados, sin saberlo, en un juego cuyo único objetivo es alcanzar la eternidad. Es notable el parecido entre esta idea, y la visión que tuvo Hegel acerca de Napoleón, como "el espíritu montado en un caballo blanco".
Para Hegel, la razón universal (de la cual el gen de Dawkins es una versión fragmentada y politeísta) utiliza a los hombres bajo el hechizo de sus pasiones, para lograr su objetivo: alcanzar la autoconciencia.
Es notable que un materialista y ateo confeso como Dawkins alcance un nivel de idealización tan alto como el de Hegel. Pero ya sabemos que los extremos se tocan.
Hegel decía que no hay ser más idealista que un materialista, pues eleva a fundamento de la realidad un concepto universal: el de materia. Lo mismo podríamos decir del gen egoísta.
Dawkins parece no advertir que los genes son paquetes informacionales que se prolongan en el tiempo cambiando constantemente de soporte material. Es decir, los genes coinciden exactamente con lo que Hegel llamaba "el Espíritu".
Trabajando para el sostenimiento de una visión materialista del mundo, según su pasión le dicta, Dawkins, en realidad, construye un idealismo sutil, como si el Espíritu Universal lo estuviera usando. ¿Es Dawkins un juguete de sus genes? Entonces, es juguete de la eternidad, de la información, es decir, del Espíritu.
Porque los genes, si bien se apoyan sobre una estructura de ADN que posee cierta independencia, se agrupan en islas genéticas estables, rodeados de genes reguladores sin los cuales no serían leídos por la maquinaria celular que inicia su transcripción y su traducción, y pueden sacarse de un ser viviente e insertarse en otros. Así, un gen parece mantener su "cuerpo" y su funcionalidad de modo simultáneo. Pero luego se replica, se multiplica y se disemina, y aquí vemos cómo sobrevive al proceso de su propia desaparición física al cambiar de "cuerpo", como un alma inmortal. Porque el gen, por y contra lo que Dawkins piensa, no es de este mundo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimados Daniel y Mirta:

Antes que nada quiero felicitarlos por el blog!!! Me encanta la temática, me parece interesante y me gusta el encare.
También deseo felicitarlos por el libro recientemente publicado.
Mucho éxito en ambos emprendimientos!!!
Blanca.

Anónimo dijo...

Brillante desarrollo y genial remate.

No soy genetista, eso vale aclararlo, pero mi especialidad como médico legista me lleva a estar actualizado en lo último de la biología molecular.

Y lo para mí apasionante, me impulsa a interesarme en aspectos de la materia que van más allá del ambito de aplicación forense específica.

Así que ¡Vaya si disfruto vuestro trabajo!

¡Gracias amigos!

DOS, MEG dijo...

Que los médicos legistas vayan más allá de su profesión es admirable. Vaya nuestro saludo a quienes, a pesar de haberse encauzado en una profesión, pueden ver alrededor.

DOS, MEG dijo...

A Blanca:
Gracias por tu comentario, y por la fuerza que nos das tú y quienes piensan que difundir otra mirada sobre los avances de la ciencia vale la pena.
Saludos.