sábado, 19 de abril de 2008

La violencia de la investigación científica

¿Ejerce la Ciencia actos de violencia contra su propio objeto de estudio? Indudablemente. Como decía Hegel, el arduo trabajo del entendimiento está en dividir para entender, no en unir para comprender. Y dividir es ejercer violencia. Dividir es Thanatos, es llevar lo viviente hacia lo inorgánico.
Si bien el estudio teórico de la Biología Molecular desarrolla un discurso que podríamos llamar "ascéptico", pues nos habla de procesos químicos que ocurren entre moléculas a un nivel tan pequeño que resulta casi un contrasentido sentir pena por la ruptura de alguna de ellas, no debemos olvidar que alcanzar sus resultados, además de contener una importante carga teórica, obliga a realizar experimentos. Estos experimentos suelen realizarse utilizando ratas que ya vienen previamente "diseñadas" para ello. Por ejemplo, pueden estar modificadas genéticamente, o venir preñadas, y siempre en la cantidad requerida, como surgidas de una línea de montaje. Pero están vivas. Ahora, para saber los efectos que tienen ciertas situaciones ambientales sobre la producción de moléculas por parte de las células, por ejemplo, de su cerebro, hay que hacer con ellas lo que hace un mecánico para saber en qué falla el funcionamiento de un motor, es decir, desarmarlas.
Así explicaba a sus colegas un doctor en medicina el modo más económico de "desarmar" a las ratas: "tenés que ponerte un guante de albañil e inmovilizarla para que no te muerda. Después agarrás una tijera, que puede ser una tijera cualquiera, y..."
No es necesario seguir. ¿Por qué tanta violencia? ¿Somos parte de esa naturaleza que Darwin describía con su célebre frase que nos habla de "garras y dientes ensangrentados"? Indudablemente. Sólo que nosotros hacemos violencia para el bien de la Ciencia, y de la tecnología de la cual la Ciencia es, hoy más que nunca, tan sólo un insumo. Después vendrán los resultados de los estudios moleculares, elevados al reino purificado de la verdad científica.
Tal vez, cuando Darwin hablaba de los Campos de Marte sobre los que se apoyaba, según él, cualquier pequeño logro en la adaptación al medio, se equivocaba al pensar que eso pasa, por ejemplo, en la selva. Allí el predador corre a su presa hasta que la alcanza, o bien se cansa y la deja, y sólo logra alimentarse de los más débiles o de los más viejos, o de los que casualmente logra alcanzar, con lo cual es la desventaja (vejez, enfermedad, debilidad), y no la ventaja (mayor velocidad, una capacidad especial para percibir el peligro), lo que determina quién sobrevive y pasa sus genes a la siguiente generación.
Es en el laboratorio creado por el hombre donde cada logro se levanta sobre pilas de cadáveres, pues hay que probar, una y otra vez, hasta lograr el resultado esperado. Es decir, hasta encontrar en las cosas, como decía Kant, lo que ya hemos puesto en ellas.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

2 comentarios:

Lluc dijo...

Siento decirle que la ciencia no se basa en la violencia, y que su texto parece escrito con intención manipuladora.
Los científicos también tenemos ética y le aseguro que igual hace 100 años había muchos logros que necesitaban de matar animales.
Hoy día se intenta TODO antes de llegar a un animal de experimentación, ya que tenemos comités éticos que solo permiten los experimentos justos, y siempre y cuando no exista dolor.
Y los científicos nos hacemos preguntas y buscamos respuestas, no el resultado esperado. Si realmente supiera lo que se hace en ciencia creame que no hubiera escrito unas líneas tan equivocadas.

DOS, MEG dijo...

Ojalá pudiera estar de acuerdo, pero no. Yo fui testigo directo de la observación, que he transcripto "fielmente". No sé de dónde es usted. Yo soy de Argentina y sé que se trabaja aquí del modo en que lo he dicho. Lo demás son ideales, hermosos, sin duda, pero sólo ideales.