martes, 20 de mayo de 2008

Los dinosaurios como test de Rorschach

Desde hace muchos cientos de años que se conoce la existencia de fósiles. Al principio se pensaba que eran juegos de la naturaleza, por los cuales el mundo inerte trataba de imitar superficialmente a las distintas formas de vida. Fue en el Renacimiento cuando se empezó a reconocer que los fósiles eran mineralizaciones de tejidos de origen orgánico. Pero sólo con Cuvier se inició la paleontología moderna, al relacionar los restos fósiles con las condiciones generales en las que esos animales y plantas desaparecidos debieron vivir, para reconstruirlos tomando como modelo sus analogías con especies actualmente existentes.
Fue así que los dinosaurios fueron catalogados como reptiles. Sin embargo, con el tiempo, se empezó a ver en ellos algo diferente. Algo que los emparentaba más bien con las aves, en algunos casos. En vez de atrinuírseles pieles pardas o verdosas, empezaron a mostrar crestas de colores, a exhibir de vez en cuando algunos sectores de plumas entre sus escamas. Incluso llegaron a pensarse con una piel rugosa y desnuda, con capacidad para controlar su temperatura corporal, y con instintos de paternidad.
Actualmente los dinosaurios son pensados como un grupo heterogéneo y peculiar, algo intermedio entre mamíferos y aves, y su carácter reptílico se fue perdiendo.
¿Pero qué son "realmente" los dinosaurios? Tal vez esta pregunta no tenga sentido, por lo menos en el sentido que un realismo ingenuo pudiera atribuirles. Los dinosaurios son realmente, como han sido siempre, un enigma. Son y han sido algo así como manchas de Rorschach tridimensionales en las que hemos proyectado nuestros temores arquetípicos, nuestros sueños con dragones alados, nuestro sentimiento de lo sublime. Igual que a los extraterrestres, los hemos visto como lagartos terribles o como tiernos semimamíferos o semiaves, según como nuestra imaginación ha rellenado sus restos óseos, que ni siquiera están hechos de verdadero tejido óseo.
En muchos casos esas huellas o sombras de criaturas desaparecidas han sido creadas por los depósitos minerales dejados en su lugar por el trabajo biológico de las omnipresentes arqueobacterias, modeladoras del mundo desde el origen de la vida en la Tierra.
¿Hay signos en la naturaleza? ¿Podemos estar seguros de que el humo nos señala el incendio? A veces nos olvidamos de que estamos nosotros, ahí, mirando el humo e interpretando que es la señal del fuego. Sartre pensaba que no hay signos. La naturaleza habla si hay alguien para escucharla.
Vamos al museo de Ciencias Naturales. Ahí están los huesos. En las paredes, los dibujos han ido cambiando. Las reproducciones de la vida cotidiana de esas moles vivientes no son las mismas que hace cincuenta años. Véanlos, y díganme qué ven. Eso me hablará de ustedes más que de los dinosaurios.
Los restos fósiles son el test que nos revela la psicología colectiva de los miedos y las fantasías de una época.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

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