martes, 20 de mayo de 2008

¿Puede surgir la armonía de la selección natural sobre el azar?: El caso de la replicación ilimitada de los genes.

Heráclito decía: "El mundo, uno solo para todos, no fue creado por los dioses ni por los hombres, sino que siempre fue, es y será fuego eternamente vivo, que se enciende y se apaga según medida".
Aquí tenemos la visión del mundo que está en la base de toda disciplina científica. Después Sócrates y Platón contrapondrían las esencias a las apariencias, Aristóteles buscaría la esencia en el interior de las propias cosas, y Newton reduciría las causas aristotélicas a una sola, a la causa eficaz o eficiente, es decir, a la fuerza mensurable que mueve desde atrás y desde afuera. Pero todos éstos son, si se quiere, detalles. Lo central ya está en Heráclito, quien funda las bases de la ciencia fáctica, como las de la ciencia formal están completitas en Parménides, con sus principios o axiomas ontológicos y sus teoremas demostrados por la vía indirecta de suponer lo contrario y llegar al absurdo.
Pero, un momento, ¿y las ciencias blandas? ¿y la comprensión y la empatía? ¿y los corsi e ricorsi de la historia que descubrió el italiano Vico, que quedó oculto por la sombra proyectada por el platónico Descartes? También la historia buscó leyes (ahí tenemos a Hegel y a Marx). Sólo que fracasó, y se adormeció en su fracaso. O hizo del fracaso victoria. Lo mismo le pasó a la biología cuando Darwin logró explicar todo en general sin explicar nada en particular. Hasta que llegó la genética y la biología molecular, y la Biología tuvo envidia de la física y de la química y quiso ser ciencia dura y no blanda, y reconstruir sus hechos a partir de leyes, y dejarse de inventar pseudoleyes a partir de sus hechos, como hacía Haeckel (¿qué mejor ejemplo de pseudoley que la "ley de recapitulación de la filogénesis por la ontogénesis?).
Pero algunos insisten en que la biología sea una ciencia blanda, y tratan, como lo hace Maynard Smith junto a su secuaz Eörs Szatmary en Ocho hitos de la evolución, de ver cómo emerge, de la selección natural de mezclas desproporcionadas de genes en distintas células, la perfección de una replicación ilimitada y fiel del material genético.
Cuando se hizo en 1993 un congreso para conmemorar el cincuenta aniversario de la publicación del libro de Schrödinger ¿Qué es la vida?, Gould dejó también en claro su apuesta a favor de una biología histórica, como ciencia blanda capaz de aceptar la existencia de la contingencia como factor central junto con las leyes de la física y la química, aunque en un sentido que podríamos llamar "transdarwinista". Trató de apoyarse en la presencia de las contingencias en las leyes estadísticas de la mecánica cuántica y rechazó la "envidia de la física" propia de la biología molecular.
Curiosamente, en el mismo congreso Penrose aclaró que la física cuántica se basa en una ley determinista, en la que prima la superposición de estados, no la contingencia, y trató de probar que la física podía ayudarnos a comprender un fenómeno extraño como es la conciencia humana.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

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