Con nuestro libro El logos de la vida y con nuestro blog estamos en el afán de profundizar dentro de una novedosa y poco explorada rama de lo que el filósofo epistemólogo argentino Mario Bunge denominó "biofilosofía": la "biofilosofía molecular".
Con nuestro arribo a Internet hemos escudriñado la Web en busca de contenidos similares a los que desarrollamos nosotros aquí. En algunos sitios hallamos textos que analizan temas de algunas áreas biológicas, en especial de evolución y biotecnología, textos abordados desde puntos de vista mayormente teológico y ético, respectivamente. Ha sido tan pobre el resultado de esta búsqueda cuando la restringimos al ámbito molecular, que comenzó a intrigarnos por qué una disciplina científica enormemente exitosa no mereció casi ningún tratamiento filosófico aún.
Entonces, surgió la duda, la pregunta obvia: ¿por qué la filosofía de la biología molecular no se ha establecido, como la sí lo ha hecho la disciplina experimental?
Esta duda me condujo hace un tiempo a instaurar la primera encuesta de este blog, y si bien muy pocos lectores la han respondido, esas pocas respuestas coinciden en la sorprendente opinión popular de que la Biología Molecular es demasiado reciente para que se la pueda analizar filosóficamente. Digo sorprendente porque lo cierto es que la biología molecular está sólidamente establecida no sólo por sus cruciales progresos sino también por su antigüedad. No es una disciplina nueva, sino que hace más de sesenta años que viene construyendo un sólido cuerpo de conocimientos. No olvidemos que las primeras estructuras proteicas fueron dilucidadas en los años cuarenta y la del ADN en los años cincuenta del siglo XX.
Podría suponerse entonces sencillamente que al público en general, e incluso a los investigadores moleculares, no les preocupa reflexionar sobre los resultados experimentales que se obtienen (o sobre su interpretación) mientras éstos avances deriven en aplicaciones prácticas más o menos directas. Confieso que éste ha sido mi punto de vista durante mucho tiempo, antes de descubrir lo provechosa que puede ser la biofilosofía molecular para lograr un equilibrio, una sensatez en la interpretación de los saberes que nos pone a disposición la biología molecular.
No voy a presumir que tengo la respuesta definitiva para la pregunta que planteo en el título de este comentario: ¿Puede ser -insisto- un bajo nivel de interés de las ciencias biológicas en la reflexión filosófica? ¿O acaso una estimación -dentro de la filosofía- de que la biología molecular no provee material de reflexión relevante?.
Quizas lo más criterioso sería pensar que la causa está en la carencia de filósofos formados en lo molecular y de biólogos con inquietudes filosóficas.
Lo invito, lector, a opinar, o al menos a responder la encuesta.
No obstante, me reconforta saber que algunos de los lectores de este blog - los que se han molestado en responder ya la encuesta- no desprecian el valor de cultivar el pensamiento y la reflexión en este campo.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.
Con nuestro arribo a Internet hemos escudriñado la Web en busca de contenidos similares a los que desarrollamos nosotros aquí. En algunos sitios hallamos textos que analizan temas de algunas áreas biológicas, en especial de evolución y biotecnología, textos abordados desde puntos de vista mayormente teológico y ético, respectivamente. Ha sido tan pobre el resultado de esta búsqueda cuando la restringimos al ámbito molecular, que comenzó a intrigarnos por qué una disciplina científica enormemente exitosa no mereció casi ningún tratamiento filosófico aún.
Entonces, surgió la duda, la pregunta obvia: ¿por qué la filosofía de la biología molecular no se ha establecido, como la sí lo ha hecho la disciplina experimental?
Esta duda me condujo hace un tiempo a instaurar la primera encuesta de este blog, y si bien muy pocos lectores la han respondido, esas pocas respuestas coinciden en la sorprendente opinión popular de que la Biología Molecular es demasiado reciente para que se la pueda analizar filosóficamente. Digo sorprendente porque lo cierto es que la biología molecular está sólidamente establecida no sólo por sus cruciales progresos sino también por su antigüedad. No es una disciplina nueva, sino que hace más de sesenta años que viene construyendo un sólido cuerpo de conocimientos. No olvidemos que las primeras estructuras proteicas fueron dilucidadas en los años cuarenta y la del ADN en los años cincuenta del siglo XX.
Podría suponerse entonces sencillamente que al público en general, e incluso a los investigadores moleculares, no les preocupa reflexionar sobre los resultados experimentales que se obtienen (o sobre su interpretación) mientras éstos avances deriven en aplicaciones prácticas más o menos directas. Confieso que éste ha sido mi punto de vista durante mucho tiempo, antes de descubrir lo provechosa que puede ser la biofilosofía molecular para lograr un equilibrio, una sensatez en la interpretación de los saberes que nos pone a disposición la biología molecular.
No voy a presumir que tengo la respuesta definitiva para la pregunta que planteo en el título de este comentario: ¿Puede ser -insisto- un bajo nivel de interés de las ciencias biológicas en la reflexión filosófica? ¿O acaso una estimación -dentro de la filosofía- de que la biología molecular no provee material de reflexión relevante?.
Quizas lo más criterioso sería pensar que la causa está en la carencia de filósofos formados en lo molecular y de biólogos con inquietudes filosóficas.
Lo invito, lector, a opinar, o al menos a responder la encuesta.
No obstante, me reconforta saber que algunos de los lectores de este blog - los que se han molestado en responder ya la encuesta- no desprecian el valor de cultivar el pensamiento y la reflexión en este campo.
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