sábado, 22 de marzo de 2008

Faltas a la verdad y faltas a la ética: dos piedras en el mismo camino.

Días atrás, durante una conversación entre colegas científicos, surgió la alusión a un tema que nos preocupa a todos. Me refiero a las faltas a la bioética que a menudo manchan los brillantes avances de la investigación científica y tecnológica biomédicas. Que una compañía farmacéutica transnacional aplique en países en desarrollo medicamentos que están prohibidos en los países desarrollados. Que la dirección de una investigación puede virarse en procura de mayores subsidios económicos. Que puedan publicarse como rotundos resultados poco convincentes, con el único fin de extraer de ellos un rédito económico rápido.
Reflexionando acerca de esto, encontré un paralelismo entre esas faltas éticas y las que yo denunciaba aquí en el artículo denominado “Piensa mal y no te equivocarás”. Ambas afectan la credibilidad del aparato científico. Sin embargo, las que involucran a modelos teóricos -modelos que son “completados” o “perfeccionados” arbitrariamente en base a suposiciones- sólo tienen implicancias epistemológicas, que sólo advertimos los especialistas. Afectan a la ciencia básica.
Por el contrario, las otras faltas, las que se cometen en el ámbito de la aplicación del conocimiento adquirido, repercuten sobre la salud de la población y tienen graves consecuencias sociales y políticas.
Podemos tolerar que la rifampicina sea utilizada como una droga antibiótica en base a que sabemos que actúa como inhibidora de la enzima que sintetiza ARN, aunque no sepamos exactamente si el efecto que se produce en la bacteria blanco es sólo impedir la transcripción de genes y la subsecuente síntesis de proteínas, o imposibilitar también el inicio de la replicación. Al fin y al cabo, en uno u otro caso es igualmente efectiva terapéuticamente. Pero no podemos tolerar que una droga que se vende como antiemética resulte teratogénica durante el embarazo. Pensemos en el luctuoso ejemplo de la talidomida que dio lugar a terribles malformaciones en recién nacidos unas cuantas décadas atrás.
Me parece que, en definitiva, las faltas éticas en la búsqueda de la verdad -búsqueda que debiera ser el objetivo principal de la investigación básica- y las faltas éticas en la búsqueda del bien común-lo que idealmente debiera alzarse como bandera de la investigación aplicada y su instrumentación tecnológica- son piedras que se encuentran en el mismo camino.
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

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