jueves, 13 de marzo de 2008

Los virus: donde el concepto de lo vivo se complica.


Un ser humano, un árbol, un perro, un hongo, un alga, una bacteria son -sin duda- organismos vivos. Todos ellos nacieron de un acto reproductivo (deriven de un único organismo anterior, si la reproducción fue asexual, o de dos organismos que hacen que se unan sus gametos, si la reproducción fue sexual). Todos ellos tendrán la posibilidad, aunque no la concreten, de reproducirse a su vez. Todos ellos crecen y se desarrollan, y una vez adultos renuevan las estructuras de sus cuerpos durante toda su vida. Todos ellos tienen capacidad de movimiento, aunque no resulte obvio; ya que aún no pudiendo trasladar sus cuerpos como un todo, como sucede en los mencionados casos del árbol, del alga y de algunas bacterias, aún pueden producir múltiples movimientos internos de circulación y transporte de compuestos químicos y de estructuras intracelulares, lo que les permite tener un metabolismo activo y a la vez controlado. Todos ellos responden a estímulos que provienen del medio. Incluso los organismos que podrían considerarse más simples, como las bacterias, responden con un determinado comportamiento o con una respuesta metabólica determinada a las variaciones en las condiciones físicas (luz, humedad, salinidad, etc) y químicas (concentración de nutrientes o de sustancias químicas tóxicas, por ejemplo) que puedan producirse en el medio que lo rodea.
Pero, ¿qué pasa con los virus? La virología es una rama de la biología, pero, ¿se puede considerar a los virus seres vivos o debemos contentarnos con llamarlos “agentes infecciosos”? Este ha sido durante mucho tiempo un problema insoluble.
Por un lado, los virus son capaces de proezas metabólicas únicas. Un virus es un cruel parásito intracelular. Esclaviza una célula y la obliga a dedicarse exclusivamente a producir multitud de partículas virales idénticas a él. Hasta puede terminar matándola al final. En este proceso “sabe” identificar la célula que puede dominar, “sabe” transferirle la propia información y “sabe” utilizar las estructuras ya presentes en la célula hospedadora en su propio beneficio. Sin embargo, es, por sí solo, es decir, fuera de una célula infectada, un complejo molecular inerte, sin metabolismo, que no crece ni se desarrolla, ni posee movimiento, ni responde a estímulos, ni renueva sus estructuras. Su reproducción, si bien existe, no responde a ningún patrón tradicional, ni sexual ni asexual. Tanto su metabolismo como su replicación dependen de que una célula hospedadora-que puede ser tanto animal como vegetal como bacteriana-ponga todas sus maquinarias moleculares a su disposición.
Los virus materializan la extraña paradoja de que, cuando pierden identidad como virus y “se diluyen” dentro de una célula extraña es cuando más capacidades vitales adquieren.
Figura: Virus bacteriófagos infectando una bacteria (Ilustración de A. M. E. Luccerini. Derechos reservados).
Copyright Mirta E. Grimaldi. Derechos reservados.

6 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Unknown dijo...

Considero que los virus no son seres vivientes, solo tienen una porción de información que sigue un patron de diversidad y duplicación, y que el hecho de que "infecte" células, con su destrucción posterior, es un evento que solo sucede, como muchos eventos en nuestro universo. Atte Román Elvio.

DOS, MEG dijo...

Es verdad lo que dices, pero los virólogos no piensan lo mismo. Quizás porque para ellos, como para Dawkins, un ser viviente es una máquina capaz de duplicarse a sí misma, y los virus son capaces de eso, aunque aprovechen la maquinaria duplicadora de otros seres vivientes para hacerlo. Los piensan como "parásitos mínimos".
Saludos.
Daniel

Unknown dijo...

Con ese concepto se podria considerar que se puede generar vida si en una solución con acidos nucleicos y catalizadores, aparecen cadenas de Arn que se duplican y que incluso pueden llegar a mutar hasta alcanzar la secuencia más optima, el patron de duplicación no implica el concepto de vida o de biologicamente vivo. Atte.

DOS, MEG dijo...

Es lo que piensa Maynard Smith, pero yo no estoy de acuerdo.