miércoles, 12 de marzo de 2008

¿Qué es el éxito para Richard Dawkins?

La idea de genes egoístas que usan a los organismos vivientes como máquinas moleculares para lograr su propia replicación fue el aporte más importante realizado en el siglo XX para resucitar al darwinismo, justo cuando Gould empezaba a cuestionarlo, en otros aspectos, con su teoría de los equilibrios puntuados. Si bien la idea no es de Dawkins, se debe a él el mérito de haberla divulgado hasta convertirla en una de las formas más acabadas del materialismo actual. Cuando uno lee a Dawkins no puede evitar pensar en El hombre-máquina de La Mettrie, un materialista del Siglo de las Luces. Tampoco es posible dejar de pensar en la concepción de Descartes acerca del hombre, y esto por un motivo particular. Para Descartes, los animales son máquinas, creadas o no por Dios desde el principio de los tiempos geológicos, eso nunca lo dice. Pero en el hombre hay una especie de hombrecito más pequeño, inmaterial él, que dirige la máquina humana con su voluntad. El ADN de Dawkins también es como un hombrecito, pero molecular, que monta las máquinas que lo protegerán para que pueda persistir en el ser y hacer copias de sí mismo. Hay muchos puntos discutibles en esta idea de Dawkins, pero me interesaría reflexionar sobre un concepto que suele darse por sentado incluso en las críticas más habituales, y es el de "éxito". ¿Cuándo un gen es exitoso para Dawkins? Cuando hace copias exactas de sí mismo, tantas como pueda. Supongamos, por ejemplo, que un gen codifica un color de ojos rojos. Su triunfo consiste en que todos los descendientes de la máquina molecular que ha construido para poder replicarse tengan el gen del color de ojos rojos, aun cuando el color de ojos de la máquina, es decir, el animal que lo porta, sea verde. Quiero decir, al gen le "preocupa" sólo persistir en el ser, aunque esa persistencia implique que quede sin expresión por generaciones. Llevemos esta idea más lejos: el gen sigue copiándose, y no se expresa nunca. En realidad, ésta es la manera más económica de persistir en el ser, por lo menos la más económica después de las piedras, que no necesitan ni siquiera replicarse. El problema es que, si eso pasara, si el gen no se expresara nunca, ya no sería un gen, y pasaría a integrar la categoría de ADN basura.
El centro de la vida, entonces, está en los genes. Su mayor éxito es persistir. No hacer nada, sólo persistir. Los genes lo hacen de modo rebuscado, armándose un cuerpo, replicándose. Lo hacen porque, si no lo hicieran, la selección natural los habría eliminado. Pero un trozo de ADN basura es más exitoso que los genes que siguen siendo genes. Y una piedra lo es más, porque se está quieta y ya se conserva. Dawkins no es el único que mide el éxito en términos de conservación, pero es el único que lo reduce a la conservación del gen individual. Algunos piensan también que la mejor manera de evitar la extinción de las especies es conservar su identidad genética en un banco de genes. Quizás los genes, entonces, hayan creado al hombre para que los conserve en bancos de genes. Después, los bancos de genes se automatizarán, y los hombres meterán en ellos también sus propios genes ¿No es esta una extraña forma de entender el éxito en el ámbito de lo viviente? ¿No está más bien el éxito en las máquinas moleculares formadas por los genes para su propia persistencia y propagación, máquinas que cambian, que evolucionan y hasta a veces piensan, que modelan el entorno y hacen de la Tierra una entidad casi viviente? Me niego a poner el centro de la vida en el ADN, que es la parte menos cambiante, es decir, menos viva, de lo que llamamos vida.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos Reservados.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, que el Señor les bendiga y les ilumine con su luz viva, ignorada por muchos.
Ante todo, reciban mis felicitaciones por lo bien que se ha ido desarrollando su página, y por la amplitud de temas; me gusta esa combinación de Biología-Filosofía... aunque sé que no se les pasa que me gustaría más si se involucrara a quien dio origen a todo.

En fin, nada es pefecto; todos intentamos ser mejores cada vez que vamos a la cama, por las noches, pero al día siguiente, somos conscientes que siempre hallamos algo por pulir, y que hemos puesto el listón muy alto. En definitiva, no somos más que humanos.

Dicho esto, me gustaría puntualizar algo sobre el siguiente párrafo:

["El centro de la vida, entonces, está en los genes. Su mayor éxito es persistir. No hacer nada, sólo persistir. Los genes lo hacen de modo rebuscado, armándose un cuerpo, replicándose. Lo hacen porque, si no lo hicieran, la selección natural los habría eliminado."]

Con el mayor respeto; se que la teoría de la evolución enseña acerca de una amorfa y hábil 'selección natural' que nadie sabe ubicar en ningún sitio. Me pregunto si no será la alternativa atea a la imprescindible inteligencia que debe estar detrás del diseño, la programación, el cálculo, la química, las intrucciones que encierra, el lenguaje codificado que se usa en dicha instrucción, el necesario 'diccionario' que hace que los ribosomas sean capaces de traducir las fórmulas 'enigmáticamente inscritas', pasándolas al lenguaje correcto.

Pues solo así se 'genera vida': gracias a una síntesis proteica congruente en tiempo con la proteína necesaria en cada instante.

Me pregunto si no será la alternativa atea al imprescindible agente externo que 'inscribe' o 'reinscribe' (esto último, desde la óptica evolucionista, que hace que un reptil llegue a volar), la información necesaria para que una especie pueda pasar a otra.

Me pregunto, en fin, lo siguiente:

--¿Dónde aparece el Instructor necesario, el diseñador necesario, el programador, el ingeniero que calculó, el químico que 'meditó', el instructor que dispuso el recetario en la hebra ADN, el codificador imprescindible [un código ADN, exige un codificador que lo haya generado: nada se codifica a sí mismo], el editor del diccionario ribozomático...

¿Es racional hacer responsable de todo esto a la 'impersonal y sabia selección natural'?

La Instrucción que aparece en el ADN, antecede a la propia vida; la existencia es una deriva de dicha instrucción. Luego, primero estuvo la instrucción causante, y más tarde la consecuencia; antes de surgir el procariota, algún agente externo tuvo que inscribir la información correspondiente a todo su proceso metabólico, de lo contrario: ¿qué pudo hacer la selección natural para que se creara la vida necesaria en ese organismo, y cómo logró conseguirlo?

Resultaría interesante leer lo que uds. puedan escribir al respecto, porque, personalmente, lo veo como el mayor opositor que tiene o ha tenido la teoría evolutiva desde sus inicios.

Gracias por su tiempo y de nuevo felicitaciones por la forma en que han ido desarrollando este interesante blog.

Un saludo en Cristo.

DOS, MEG dijo...

Evidentemente hay un misterio en la vida. Llamar Dios a este misterio es una alternativa posible. Sin embargo, en la medida en que la ciencia sólo sabe ir del efecto a la causa dentro de los límites del tipo de realidad del efecto, dar el salto a una dimensión teológica nos llevaría fuera de la ciencia. Eso, por supuesto, no tiene nada de reprobable, en principio. Sólo que no es el camino que elegimos en este blog. Evidentemente, la información codificada no puede surgir de la nada. El problema principal de la teoría de la evolución todavía más aceptada es que se niega a renunciar a este concepto, que implica un diseñador de la información, y a aceptar lo único que un ateo consecuente podría aceptar: sólo hay átomos y vacío. No puede hacerlo, porque en ese caso la Biología debería ceder totalmente sus territorios a la química y a la física, algo que la haría desaparecer. Nuestra posición al respecto es kantiana: la cosa en sí es incognoscible. Eso impide afirmar dogmáticamente tanto el teísmo como el ateísmo, pues es tan dogmático sostener la existencia de Dios como sostener su inexistencia. En lo que estamos de acuerdo es en que afirmaciones como "diseño sin diseñador" tienen tanto sentido como un "círculo cuadrado".
Sigo lamentando lo que pasó con tu página, jolimú. Debiste haber seleccionado los comentarios aceptados. Tus viejos rivales también pasaron por aquí, diciendo las necedades de siempre.
Saludos
Daniel

Unknown dijo...

Siempre he pensado que seria maravilloso la existencia de un creador, diseñador con un fin tan bello como es que la creación se una en el final de los tiempor con su creación. Pero se corre el riesgo, como dijo E. Cioran, que el hombre se encontrara con su creador: la nada.

DOS, MEG dijo...

Si el creador de todo es la nada, no hay conservación de la unidad materia-energía, y la realidad es un puro milagro sin una posible explicación científica.